El Scout de última generación es uno de los modelos más distinguidos y caros de Skoda. Derivado de la plataforma modular MQB (la misma que el resto de la gama Octavia), la marca checa ha pretendido desde un primer momento que esta nueva entrega de su crossover tenga una personalidad propia y diferenciada del Octavia Combi, el familiar sobre el que se levanta.
Y decimos que se levanta porque, además de sus protecciones de plásticos, molduras cromadas específicas y otros pequeños elementos de diseño exclusivos, el Scout se diferencia de un Octavia Combi por una carrocería 3,1 centímetros más alejada del suelo (17,1 cm en total); conseguida a través de unas suspensiones más altas y un perfil de neumático mayor. La suspensión y el perfil de los neumáticos del Scout ofrecen un plus fuera de asfalto
La otra diferencia técnica es la tracción 4×4, de serie con los tres motores disponibles, un gasolina de 180 CV y dos diésel 2.0 TDI de 150 y 184 CV; este último, el que ha pasado por el garaje de Autocity, al igual que el de gasolina, se combina de serie con el cambio automático de doble embrague y seis velocidades DSG, otro plus a ponderar.
Sin embargo, hay algo que no varía ni un ápice en el Scout respecto a un Combi: su gigantesco maletero de 610 litros, ampliables a 1.740 l de capacidad de carga total, una salvajada en un turismo de 4,68 metros de longitud y una carrocería de cinco puertas. A estas privilegiadas cotas (hay que irse a un Passat Variant de 650 litros para encontrar un familiar 4×4 más capaz), se suma una excelente funcionalidad con la apertura y el cierre eléctricos del portón.A pesar de la tracción 4×4 no pierde maletero, igual de gigante que en otro Combi
VARIOS OPONENTES
Llegados a este punto, se puede decir que el Scout combina versatilidad, estética y capacidad off road, pudiendo cubrir el espacio vacío de Skoda en el segmento de los SUV medios (el de los Nissan Qashqai, Ford Kuga y compañía), sin perder de vista al mercado premium con carrocerías de similar concepción (Audi A4 Allroad), y también como una alternativa más compacta y económica respecto a generalistas de más talla como los Opel Insignia Country Tourer o Subaru Outback.
Llegados a este punto, se puede decir que el Scout combina versatilidad, estética y capacidad off road, pudiendo cubrir el espacio vacío de Skoda en el segmento de los SUV medios (el de los Nissan Qashqai, Ford Kuga y compañía), sin perder de vista al mercado premium con carrocerías de similar concepción (Audi A4 Allroad), y también como una alternativa más compacta y económica respecto a generalistas de más talla como los Opel Insignia Country Tourer o Subaru Outback.
Hemos probado el Skoda Scout 2.0 TDI 184 CV DSG 4×4, que tiene en el Volkswagen Golf Alltrack 2.0 TDI 2.0 TDI 184 CV DSG 4Motion un gemelo sólo diferenciado por los emblemas. Idénticos técnica y estructuralmente, el modelo checo es 2.500 euros más económico. Solo otro modelo del Grupo VAG es más asequible, el Seat León X-Perience 2.0 TDI 184 CV DSG 4Drive, que también es ligeramente más pequeño.
El Scout de prueba pone el acento en cómo Skoda ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos. Además de una carga de diseño mucho mayor que antes, la calidad percibida en sus acabados y el nivel de equipamientos que pueden montar sus modelos, sobre todo los más altos de la gama, lo colocan frente a cualquier rival sin ningún complejo.
En concreto, nuestro Scout (33.050 euros de precio base) venía cargado con una dotación opcional de 9.000 euros, con equipamientos que iban desde lo más básico (Pack Simply Clever por 20 euros), hasta lo más tecnológico (Traveller Assistant por 2.510 euros que incluye reconcomiendo de señales de tráfico, asistente de mantenimiento de carril, regulación dinámica de luces de carretera, navegación con pantalla táctil de 8 pulgadas con control por voz y reproductor de DVD con memoria interna de 64 GB), pasando por elementos de confort (acceso y arranque sin llave por 395 euros) o sistemas más presuntuosos si se quiere (techo corredizo de cristal eléctrico, 1.070 euros, el asistente de parking semiautomático, 1.000 euros, o el Pack Scout con faros bixenón con LED delanteros y Led traseros, por 1.010 euros).
Comparado con otras marcas, son extras más baratos. Sumados todos y puestos a disposición del cliente, entramos en un habitáculo con una apariencia muy agradable, reconocible como un modelo moderno de Volkswagen por la distribución de los mandos y el diseño de la instrumentación; ya muy lejos de la imagen low cost que proyectaba hace pocos años Skoda, y si no, fijaos en los asientos en cuero/Alcantara o la luz de cortesía de LED, no solo en el plafón superior, también en la zona de los pedales o del cenicero. Si todo esto fuera poco, tranquilos, que de la Skoda de siempre queda un generoso espacio en las dos filas de asientos, destacando el hueco para las piernas de los ocupantes traseros, pero también la altura libre hasta el techo, de 983 y 995 milímetros delante y detrás, respectivamente.
a favor- Salto de calidad- Maletero descomunal- Precio muy competitivoen contra- Aspereza mecánica- Sin control de descenso- Dirección algo artificial
El motor diésel de dos litros de cilindrada y 184 CV de potencia, sin ser muy refinado, sí que ofrece unas prestaciones solventes para circular por cualquier tipo de terreno. La entrega de su par máximo de 380 Nm está disponible entre 1.750 y 3.000 rpm, aunque después no decae bruscamente y sigue siendo una mecánica con cierto vigor. Eso sí, a 4.500 rpm, si no lo haces tú, entra el DSG en juego para reducir una velocidad y así colocarte de nuevo en la horquilla de revoluciones más adecuada para ofrecer el mayor empuje. En un modelo de cierta distinción, la aspereza del motor TDI es la asignatura pendiente
Este 2.0 TDI de 184 CV con cambio automático gasta oficialmente los mismos 5,1 l/100 km que el 2.0 TDI 150 CV con cambio manual. En la práctica, es relativamente sencillo conducir con cierta alegría y mantener consumos, si no bajos, si muy lógicos alrededor de los 6 l. En ciudad, el Scout se beneficia de un Start/Stop que entra con suavidad y rapidez y de una tracción total con embrague multidisco Haldex que acopla automáticamente las ruedas traseras a las delanteras en función de las circunstancias; es decir, que por defecto el Scout rueda como un tracción delantera.
En marcha, por lo tanto, el conductor ni interviene ni aprecia cuando el embrague Haldex está repartiendo par al eje posterior. Ni siquiera Skoda ofrece un control de descenso o un programa específico off road en el Driving Mode Selection; un setting con el que sí cuenta el Golf Alltrack. Además de por una postura de conducción más elevada, la dinámica del Scout en carretera o ciudad es muy similar a la de un Octavia Combi, confortable gracias a unas suspensiones de un tarado blando (más que en un Alltrack por ejemplo) y con ciertas inercias que no lo hacen el familiar más ágil del mercado. Sin embargo, esta configuración de la suspensión y un perfil de neumático mayor al Combi (225/50 en lugar de 225/45) se agradecen en caminos irregulares y rotos, donde el Scout sin ser un todoterreno pasa con menos problemas que turismos convencionales o SUV que se autoproclaman TT.