A fondo
Tan distintos en su forma y, sin embargo, tan iguales en su filosofía; uno, el Yaris T Sport, evolucionado de un urbano hacia modos y maneras próximas a un GTi; otro, el Puma, un coupé deportivo más radical. Ese carácter deportivo de ambos, más disimulado por las formas externas en el modelo japonés, y abierto por completo en el de la firma estadounidense, es lo que hace que confluyan clientelas similares en uno y otro. Y parece claro que el perfil de ese cliente responde a un arquetipo juvenil, en el que la mujer está presente en un alto porcentaje, puesto que las formas de ambos modelos, aún tan distintas, encajan muy bien en lo que apuntan sus gustos.
Toyota no ha sido una firma que se haya distinguido especialmente por un producto deportivo en sus gamas más ciudadanas, salvedad hecha del MR-2 y Celica. Su anunciada entrada en la Fórmula Uno le lleva a esta incursión como necesidad de promoción. El primer ejemplo ha sido este Yaris T Sport. Y se anuncia que van a seguir más en otras gamas como puede ser el Corolla o el Avensis. Ford, por el contrario, posee una tradición indiscutible en el mundo de la competición que, desde décadas se ha trasladado a su producto de calle. El Puma es un ejemplo más, pero en el resto de gamas de calle siempre se ha incrustado una versión de altas prestaciones como reclamo de esa filosofía de la competición. Por otra parte, si el modelo de Toyota se enfrenta a una profusa competencia directa con las versiones deportivas de las berlinas urbanas, el Puma, por el contrario, pierde toda referencia comparativa en el mercado español, desaparecido el Opel Tigra.
Las formas externas delimitan claramente el concepto de coche. En ambos se ha buscado y conseguido una agresividad de líneas, más forzadas, lógicamente, en el Yaris, que parte de un vehículo urbano. A esa ya citada leve reducción de altura se suma el recurso a ‘spoilers’ y faldones, colores vivos en toda la carrocería, parrillas espectaculares, llantas de aleación y tubos de escape de gran diámetro. El Ford Puma parte de un diseño original, bonito y en perfecta consonancia con lo que es: un coupé deportivo. Tanto frontal como trasera rezuman una personalidad de coche exclusivo, pero asequible.La agresividad de líneas del Yaris T Sport está más forzada
Los dos modelos recurren en su interior a toda la parafernalia de coche deportivo, es decir tonos plateados en los relojes y testigos de instrumentación y al cuero como forro de volante y pomo de palanca de cambios. Nada nuevo bajo el sol. La habitabilidad está más conseguida en el Yaris, por su propia configuración de vehículo de cuatro plazas, pero la percepción en las plazas delanteras en los dos es de comodidad, siempre con la distinta perspectiva en altura que cada uno ofrece. Los asientos fijan bien la zona lumbar y la accesibilidad a la instrumentación está conseguida.
A la hora de la conducción, cogido el volante y metidas las primeras velocidades, se percibe al momento que las diferencias externas entre ambos modelos, son eso, externas. La motorización 1.5 de 106 CV del Yaris es algo más rígida, con desarrollos muy cortos y empujando siempre en alta. Precisa de la palanca de cambio con cierta asiduidad, pero el sabor deportivo está ciertamente presente con unos recorridos muy cortos de la misma.
El nuevo motor 1.6 de 103 CV que equipa el Puma es mucho más brioso y elástico. Coge desde abajo revoluciones y luego es mucho más el acelerador -con plena garantía de respuesta- que la palanca de cambios quien ejecuta los distintos registros de velocidad. En recuperaciones está bastante por encima de su ‘competidor’. El consumo es más contenido en el modelo japonés que, durante la prueba registró un gasto de ocho litros en los consabidos cien kilómetros de recorrido. El Puma eleva hasta diez su consumo, siempre que el pié sobre el acelerador no mantenga excesiva presión. En este aspecto, una conducción radicalmente deportiva está más penada que en el Yaris, mucho más uniforme en su gasto de carburante.
Denominador común en ambos es un excelente aplomo. Esta característica tiene más mérito en el Yaris, por su configuración en altura, que en el Puma, mucho más bajo y ancho y con el eje de gravedad más centrado. El trabajo de los ingenieros de Toyota se ha centrado en este apartado con éxito en el buen trabajo de las suspensiones, algo duras, en la reducción sólo en dos centímetros de la altura, respecto a los otras versiones de la gama, y en un hábil juego de contrapesos.
Desde este punto de vista, al buen sabor de boca que deja siempre una conducción deportiva moderada como la que ofrecen estos dos modelos, se unen elementos de seguridad muy logrados (justo es mencionar también la muy buena rigidez estructural de los dos coches) y que permiten, con plena garantía, esfuerzos en recorridos sinuosos sin la más mínima sensación de pérdida de control o adherencia. Relativo a la seguridad es de destacar también una frenada eficaz, tanto en Yaris como en Puma, ayudada por el sistema antibloqueo de frenos y el sistema de control electrónico de frenada, si bien este elemento, cada vez más imprescindible, es opcional en el modelo de Ford.