Esta frase resume la esencia del francés Stéphane Peterhansel, que este fin de semana obtuvo su undécimo Dakar, el quinto en coches.
Nadie conoce mejor la mística del rally más duro del mundo. Dicen los ‘dakarianos’ más experimentados que este rally no basta con correrlo. Hay que entenderlo, sentirlo.
El romance de Peterhansel con el Dakar empezó en 1988, cuando lo corrió por primera vez en África. Muchos años han pasado desde entonces, la carrera ha cambiado incluso de continente, pero la magia sigue intacta.
Entonces, ¿cuál es la clave para ganar el Dakar más veces que ningún otro piloto? Lo más fácil sería pensar que es la experiencia, aunque Peterhansel no está del todo de acuerdo.
‘No sólo es una cuestión de experiencia. Es necesaria, claro, pero también debes ser inteligente y mantener la cabeza fría ante la presión’, asevera.
‘Todo el mundo sabe que la mejor estrategia es ser constante y no cometer errores. Pero no todos tienen la ‘lucidité’ (lucidez) para hacerlo’, insiste en su francés nativo.
A lo largo del último Dakar, todos los pilotos han insistido en la importancia de cuidar el vehículo y tratar de no hacer fallos importantes.
El único que ha logrado ambas cosas es Peterhansel. Se ha equivocado alguna vez, pero siempre han sido errores que no le han hecho perder más de cinco minutos.
Calculador y meticuloso, tiene todos los pasajes de la carrera en la cabeza.
‘La primera semana de rally tuve un fallo de navegación, perdí unos dos minutos. Y me quedé varado en una duna, dos o tres minutos más’, relata.
En la segunda mitad de la carrera, quedó atrapado en una duna en la duodécima etapa y en la penúltima tuvo un par de pinchazos.
‘Desde el principio creo que hemos perdido unos doce minutos con errores pequeños. Es muy poco’, reconoce con serenidad.
La fiabilidad y la constancia han sido los grandes baluartes de Peterhansel. También un coche realmente competitivo, como el Mini del equipo X-Raid.
Los principales candidatos a destronarle fueron cayendo como moscas. El primero en arrojar la toalla fue el español Carlos Sainz, que regresaba al Dakar tras ausentarse en 2012.
El madrileño se involucró en el ambicioso proyecto del catarí Nasser Al-Attiyah, que creó un equipo privado para luchar de tú a tú con los Mini.
El príncipe catarí se cansó de ‘alquilar’ el coche a otros equipos y se decidió por un buggy fabricado en California por Jeffferies Racing, que cuenta con una larga trayectoria en la Baja California.
Un coche que apunta buenas maneras, pero cuya puesta a punto se realizó a última hora y con prisas, sin tiempo para hacer un buen rodaje.
Sainz ganó la primera etapa y marchó razonablemente bien durante los primeros días hasta la quinta etapa. Ese día rompió el tubo de la gasolina y perdió más de dos horas.
Fuera de la lucha por los primeros lugares, el madrileño anunció que emplearía el resto de rally para evolucionar el vehículo y echar una mano a Al-Attiyah, que seguía el ritmo de Peterhansel.
Pero al día siguiente Sainz abandonó. El motor del Buggy dijo basta y el piloto tuvo que llegar al campamento en un helicóptero de la organización.
Al-Attiyah dio más guerra a Peterhansel que el madrileño. Con un discurso más conservador y el pilotaje incisivo que lo caracteriza -ganó tres de las primeras seis etapas-, trató de cuidar el coche y no tomar riesgos excesivos durante los primeros días.
‘Si fui líder en la primera semana no fue porque fuera el más rápido, sino porque fui más constante que Nasser’, dice Peterhansel.
‘Revisé los tiempos y Al-Attiyah perdió cerca de 24 minutos en errores’, agrega el galo, que no deja ni un detalle al azar.
El catarí esperaba las etapas de Fiambalá (Argentina) y Copiapó (Chile), con dunas y fuera pista, para atacar y tratar de atrapar al francés, aunque no pudo ni intentarlo.
Abandonó en la novena etapa, entre San Miguel de Tucumán y Córdoba, por un problema en la almohadilla de un neumático trasero.
Con Al-Attiyah fuera de combate, Peterhansel tenía vía libre, ya que el sudafricano Giniel De Villiers se encontraba muy lejos y estaba atareado en asegurar la segunda posición.
Tímido y educado, Peterhansel se ha ganado con los años el respeto y la admiración de toda la caravana del Dakar, algo al alcance de muy pocos.
‘Stéphane (Peterhansel) es un señor en esta carrera. Realmente es el ‘Monsieur Dakar’, tanto en moto como en auto. Vamos a ver si algún día también quiere correr en camión’, dice, con una sonrisa, el director del rally, Etienne Lavigne.
Al francés Cyril Despres, que este año ha ganado su quinto título en motos -Peterhansel ganó seis-, le preguntaron si le motivaba poder igualar o superar a su compatriota. La respuesta fue tajante.
‘No es mi objetivo superar a Peterhansel. Tengo demasiado respeto por él. Es el único ‘Monsieur Dakar”. Gerard Soler