Land Rover Freelander 2 4×4 diésel 150 cv

Fotos prueba Land Rover Freelander 2 2.2 Td4 HSE Stop/Start 150cv

Por sus dimensiones y concepto, el Freelander fue concebido Land Rover como un todocamino polivalente capaz de solventar sin grandes dificultades el tráfico urbano, y sin embargo, nos ponemos al volante de este Freelander 2 con motor turobidésel de 150 cv y tracción integral 4×4 seleccionable, y nos encontramos con un verdadero todoterreno, capaz de superar grandes obstáculo en la conducción fuera de asfalto.

La robustez de las formas exteriores de este Land Rover Freelander no nos puede conducir a equívocos: estamos ante un SUV de tamaño mediano con unas dimensiones contenidas de 4,50 metros de longitud, 1,91 m de anchura y 1,74 m de altura, muy lejos de las brutales dimensiones de sus hermanos mayores Discover4 o Range Rover. De hecho, su batalla de 2,66 metros es perfecta para la conducción fuera de asfalto.

El diseño exterior del Land Rover Freelander es el de un todoterreno puro, un 4×4 de toda la vida, con líneas cuadradas y robustas, parrilla alta y dominante, defensas abultadas, pasos de ruedas sobredimensionados y mucha zona acristalada.

Sin las especificaciones técnicas de sus hermanos mayores –es más corto, más bajo y sobre todo, no incorpora reductora mecánica-, el Land Rover Freelander destaca por su capacidad off road, inalcanzable para cualquier otro SUV de similares dimensiones. En pistas sin dificultades va muy rápido; cuando aparecen las primeras zanjas las suspensiones se lo tragan todo; y antes las grandes dificultades en forma de piedras, arena barro, agua y pronunciados desniveles, ahí está la tracción 4×4 seleccionable manualmente y el sistema “Terrain Response” (con 5 programas diferentes) para ajustar la respuesta del acelerador, control de estabilidad, de tracción y de descenso (y cambio automático si lo tiene). Y no olvidemos que estamos ante un Land Rover, con los buenos ángulos de ataque y la rigidez estructural de su carrocería.

Land Rover España nos cede el Freelander 2 TD4 HSE, o lo que es lo mismo, el Freelander 2 más alto de gama, apenas echamos en falta el cambio automático para redondear su confort en carretera. Para todo lo demás gozamos de avanzadísimos elementos de serie como navegador, control de velocidad crucero, asientos delanteros en  cuero calefactables y con ajustes eléctricos, equipo de audio Meridian Premium de 17 altavoces y 825 vatios asociado a una pantalla táctil a color de 7”, apertura por llave inteligente, climatización, sensores de lluvia, luces y aparcamiento, retrovisores exteriores calefactados y con plegado eléctrico. Y por supuesto, elementos específicos para que la conducción off road cumpla con las expectativas generadas: control de descenso, control de frenada en curva, y el programa de respuesta adaptativa al terreno “Terrain Response” asociado a la tracción 4×4 permanente y seleccionable.

El espacio de maletero, 406 litros, se beneficia de un eje trasero “adelantado”, apenas intrusivo en la zona más profunda, de un portón enorme y un piso de carga bajo, y cierra el círculo el sencillo y práctico sistema de abatimiento (60/40) de respaldos traseros con el que la capacidad de carga crece hasta los 1.670 l.

El Land Rover Freelander destaca por sus contantes detalles 4×4, como incluir bajo el piso del maletero una rueda de repuesto de las de verdad, aspecto a considerar en un coche que puede rodar muchos kilómetros por caminos de dios, o recubrir las alfombrillas de goma, mismo material utilizado en el fondo de las guanteras laterales.

Por dentro, el habitáculo del Land Rover Freelander se asemeja al de una berlina de representación, no tan sofisticado como el Evoque, pero con un altísimo grado de bienestar gracias a los materiales de buena calidad y ajustes perfectos, combinados con mucho acierto con plásticos blandos en las zonas altas de puertas y salpicadero.

Unas enormes butacas en una posición muy elevada, respecto al suelo y también respecto al habitáculo que incluso te permiten ver el capó, es el primer detalles plausible al adaptarnos al puesto de conducción del Land Rover Freelander. La amplitud en la zona delantera es destacable, dando la sensación que el acompañante viaja muy lejos, y además la visibilidad hacia todas las direcciones, especialmente hacia atrás, es muy elevada. Todos los Freelander 2 se arrancan por botón, previa introducción de la llave en una ranura a la izquierda de la dirección. Un volante, regulable en altura y profundidad, con mandos al volante, que se maneja estupendamente bien (por tacto y tamaño) en carretera abierta, resultando algo más aparatoso para el día a día por ciudad. La ergonomía de los asientos es elevadísima, con una adaptación inmediata.

En la zona trasera el Land Rover Freelander sigue teniendo unas plazas de considerable tamaño, aunque es cierto que los viajeros más grandes que se acomoden en esa fila trasera pueden carecer del espacio suficiente para estirar holgadamente las piernas.

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