Con algunos meses de retraso respecto a la fecha prevista (noviembre) Toyota ha lanzado (finales de enero) para España el Aygo de segunda generación. Nosotros lo probamos con carrocería de cinco puertas (también está disponible en 3p), con cambio manual de cinco velocidades (hay un automático denominado x-shift), con el nivel de equipamiento más económico x-play (los superiores se denominan x-clusiv y x-cite) y con el único motor en liza, un gasolina de tres cilindros y 1.0 litros de 69 CV de potencia.
a favor- Diseño- Agilidad en ciudad- Precioen contra- Maletero- Ventanillas traseras- Oferta mecánica
Nacido en 2005 como un coche prácticamente sin mercado en nuestro país -sus primos hermanos Citroën C1 y Peugeot 107 sí abrieron brecha en el canal rent a car-, este Aygo 2015 (3,46 metros de longitud) debería impulsar las ventas de un modelo que ha vivido a la sombra de su hermano mayor Toyota Yaris (3,95 m). 50 centímetros más corto, homologado para cuatro personas (por las cinco del Yaris), con el mismo motor de 69 CV y carrocería de cinco puertas, el Aygo es 900 euros más económico que el Yaris equivalente.Homologado para cuatro ocupantes y con ventanillas traseras de tipo compás
Como en el modelo saliente, el Toyota Aygo comparte estructura con los C1 y 108 (ambos disponen de un segundo motor gasolina PSA de 82 CV), pero imprime un estilo muy personal a su diseño, que a nosotros nos ha gustado. Durante la semana de prueba ha girado más de una cabeza a su paso. Mucho ha tenido que vera su característica parrilla frontal con una X que cruza del extremo del paragolpes al pilar A opuesto pasando por los rasgados grupos ópticos.
También su diseño en forma de cuña, acentuado por una cintura ascendente hacia la zaga que reduce drásticamente el tamaño de las ventanillas traseras, unas llantas de aleación de 15 pulgadas en negro mate pulido, un portón trasero flotante en negro brillante a juego con el paragolpes y unas ópticas en disposición vertical hasta casi alcanzar el lateral, lo destacan claramente de su predecesor.Ese toque fardón de su estética lo distingue de sus primos de PSA
Eso sí, las dimensiones apenas varían; una pizca más ancho, bajo y largo que el Aygo anterior, situándole en el centro de la escena urbana, alrededor de los tres metros y medio y con un cualitativo salto en materia de personalización para marcar su propio terreno respecto a sus múltiples rivales: Citroën C1, Peugeot 108, smart Forfour, Skoda Citigo, Seat Mii, Volkswagen up!, Renault Twingo, Hyundai i10, Kia Picanto y, también, aunque únicamente exista con carrocería de 3 puertas, el pionero Fiat 500.
En el interior, las similitudes con sus primos franceses es si cabe mayor. La distribución de los mandos (climatizador manual o pantalla táctil de 7′) y el diseño de los componentes (volante o cuadro de instrumentos), calcadas. Tampoco distan mucho el esquema de los asientos, los dos delanteros con los reposacabezas integrados en el respaldo, lo que unido a las pequeñas ventanillas traseras (y con apertura de tipo compás) puede dejar una sensación de encajonamiento a los pasajeros traseros. Si el conductor y el acompañante son grandes, la habitualidad trasera se complica otro poco más. Aun así, los 300 euros de sobrecoste de la carrocería de 5p pueden merecer la pena a poco que las maniobras de carga y descarga (bultos o peques) vayan a ser frecuentes.
Con un maletero que apenas crece 30 litros (ahora es de 168 litros, un dato inferior a la competencia y con un borde de carga algo elevado), el Aygo sí que experimenta un crecimiento en materia de equipamiento para ponerse a la altura de las circunstancias actuales. De serie, en los 10.600 euros (precio tarifa) del Aygo x-play, se ofrece con elevalunas delanteros eléctricos, bluetooth, conexión para USB, volante en cuero con mandos de control, climatizador manual, limitador de velocidad, cámara trasera, luces diurnas de LED o el sistema multimedia x-touch con la citada pantalla de 7′ a color (cuenta con la función MirrorLink que replica la pantalla del Smartphone y las aplicaciones compatibles). Nuestra unidad de prueba añadía el navegador (350 €) y las molduras embellecedoras del habitáculo IN-tense (175 €) e IN-touch (75 €).
Hasta aquí la evolución del Aygo es más que notable. No creemos exagerar al hablar de renacimiento. Sin embargo en lo relacionado con sus cualidades dinámicas el pequeño Toyota es un modelo continuista: tan manejable y ágil de mover en ciudad y alrededores, como limitado para emprender alguna aventura de fin de semana.
Empezando por lo primero, ni una tacha en la urbe, quizás una visibilidad trasera algo justa (la cámara camufla esta laguna) a la hora de aparcar. Por lo demás, su diámetro de giro es pequeño y su dirección eléctrica goza de una asistencia notable: se mueve solo. El motor de 69 CV y un buen escalonamiento de los cinco desarrollo del cambio manual lo hacen acelerar con suficiencia, incluso tiene nervio por ejemplo a la salida de un semáforo. El pedal del embrague es de esos blanditos que en retenciones urbanas se agradece. Mientras que el consumo (homologa 4,1 l/100 km) durante la semana de prueba nos recompensó con unos interesantes 5,6 l/100 km (sin Stop and Start).La configuración de dirección, embrague y suspensión es cien por cien urbana
Fuera de ciudad, y no hablamos de autovías de circunvalación tipo M30 en Madrid o B20 en Barcelona, al Aygo se le complican las cosas. La ficha técnica ya nos pone sobre la pista: 160 km/h de velocidad máxima y 14,2 segundos de 0 a 100 km/h. En vivo y en directo, la primera sensación negativa es que a la hora de afrontar un adelantamiento, a máxima carga del acelerador, el sonido del bloque tricilíndrico es muy perceptible, incluso molesto (Toyota dice que ha trabajado en la insonorización del coche). Los frenos también limitan cualquier exceso. Y la desconfianza crece por unas suspensiones, muy nobles para la ciudad, pero algo esponjosas a la hora de realizar fuertes apoyos laterales.
En fuertes aceleraciones, la arquitectura tricilíndrica del motor se deja notar mucho en el habitáculo