VW Polo GTI vs Ford Fiesta ST
Los utilitarios potentes siempre han sido modelos muy codiciados por aquellos que buscan diversión por encima de todo. Una combinación explosiva formada por bastidores de peso contenido y motores potentes, que hace que estos pequeñines aprieten los dientes para reivindicar deportividad y adrenalina a raudales.
Cuando nos planteamos esta comparativa, las condiciones establecidas a la hora de elegir sus protagonistas fueron: que tuvieran la misma potencia y una cilindrada cercana. Aún así hay diferencias claras en el planteamiento de sus mécanicas, que nos convencieron desde el principio para llevar a cabo este enfrentamiento y hacerlo aún más emocionante e interesante.
La apariencia de los dos contendientes de este duelo es claramente deportiva con rejillas en nido de abeja, dobles salidas de escape, y las siglas GTI y ST en sitios estratégicos -como son los asientos y el volante-. Para completar este ambiente racing se incorporan detalles específicos como faldones, alerones y llantas especialmente diseñadas para la ocasión. En fin lo que se estila siempre en estos casos y que nos encanta ver, ya que todos estos adornos hacen reconocible una versión emocional incluso para los menos entendidos, y además aportan carácter y dinamismo.
La apariencia de los dos contendientes de este duelo es claramente deportiva con rejillas en nido de abeja, dobles salidas de escape, y las siglas GTI y ST en sitios estratégicos -como son los asientos y el volante-. Para completar este ambiente racing se incorporan detalles específicos como faldones, alerones y llantas especialmente diseñadas para la ocasión. En fin lo que se estila siempre en estos casos y que nos encanta ver, ya que todos estos adornos hacen reconocible una versión emocional incluso para los menos entendidos, y además aportan carácter y dinamismo.
Ambos nos hacen recordar a sus antecesores: El Polo G40 de 115 cv -y anteriores versiones GTI con 120 y 125 cv que llegaron después- y el Ford Fiesta XR2i. Coches en los que sólo tenías lo esencial. ¡Potencia! En la actualidad todos los segmentos han crecido y un utilitario de hoy, hace diez años, podía haber sido casi un compacto.
Esto no significa que falte carácter a la hora de pisar a fondo, pero si es probable que, para los que busquen sensaciones extremas, sobre algo de peso. Tanto el VW Polo GTI como el Ford Fiesta ST sobrepasan los 1.000 kg (1.164 para el primero y 1.062 para el segundo). Para compensar encontramos motores rabiosos de reacciones, con suspensiones deportivas que aportan aplomo al conjunto, y que resultan muy ágiles y divertidos para la conducción diaria, sin dejar de lado la seguridad. Una buena forma de acercar la conducción de carreras a todos los públicos, siempre que se esté dispuesto a gastar -como mínimo- los 16.680 euros que cuesta el ST, o los 21.650 euros del exclusivo GTI.
Dos bólidos en toda regla deseados por los más jóvenes y añorados por los que no lo son tanto. Máquinas de emociones fuertes. ¡Os presentamos las versiones vitaminadas del Volkswagen Polo y el Ford Fiesta!
Las siglas por bandera
¿Quién dijo que ser de buena familia no abre puertas? Las letras GTI y ST son muy atractivas para cualquier amante del motor. Las primeras tienen una larguísima tradición -este año se cumple su 30 aniversario, con el Golf-, mientras que las versiones deportivas de Ford, distinguidas con el anagrama ST, empezaron a darse a conocer a finales de los ’90, con el Focus y el Mondeo de 170 y 220 cv respectivamente, hasta el actual Focus ST de 225 cv.
La verdad es que, estéticamente, estos dos modelos de serie limitada tienen mucho en común con el resto de sus hermanos de gama, variando pequeños detalles -que no por ello dejan de ser importantes-, como faldones y spoilers específicos, llantas, de 16 pulgadas y más deportivas en el Volkswagen que dejan ver las pinzas de freno rojas -con el mismo diseño que las del Golf GTI– y de 17 pulgadas en el Ford -muy parecidas a las del Mondeo ST220-, en ambos montadas sobre neumáticos de 205 mm de sección.
El capó del Polo es muy agresivo y hereda la expresión enfadada del Golf y su parrilla de nido de abeja. El Fiesta, por el contrario, es un coche -como su propio nombre indica- más alegre con un morro gracioso que llama la atención gracias a los ojos abultados de sus faros anteriores, combinados con unas entradas de aire más agresivas que las del resto de la gama y rejillas en forma de rombos.
En la trasera los únicos cambios significativos que encontramos son la incorporación de sus respectivas siglas y, en el caso del Polo la incorporación de una doble salida de escape cromoda -en el Fiesta también es cromada, pero única-, además de unos spoilers más grandes sobre las lunetas del portón.
Comparándolos, el modelo alemán busca una imagen más radical mientras que el utilitario del óvalo visualmente desprende diversión por los cuatro costados.
Belleza interior
Al volante de estos modelos, el habitáculo tiene mucho que ofrecer para que las sensaciones sean algo más y se conviertan en emociones puras. Para ello los materiales ganan en calidad y presencia, y completan el ambiente deportivo que rodea a estos dos devoradores de asfalto.
Los volantes de tres radios son específicos y de cuero, con las siglas ST y GTI en el radio inferior, combinados con los pomos de las cajas de cambio en cuero (Sólo en el Polo) y aliminio. Como en cualquier coche de enfoque racing que se precie este material también está presente en el pedalier. Los dos disfrutan de equipamiento -que viene de serie o como opción- de coches de mayor empaque como el climatizador, radio-cd con MP3, sensor de luz y en el caso del Ford el cierre de los espejos cuando cerramos el coche. Por supuesto los controles eléctrónicos de estabilidad, ABS y demás ayudas a la conducción no se han olvidado en modelos de raza como estos, para evitar apuros.
El cuadro de instrumentos en ambos es muy discreto, y el diseño de la consola central y el salpicadero no varía demasiado con las versiones más modestas. Los materiales ganan al tacto y en calidad visual, y en el caso del Ford Fiesta -cuyos ajustes no son tan buenos- coinciden con el color de carrocería elegido, combinándose entre sí para dar una apariencia más divertida a este utilitario.
En contrapunto el VW Polo conserva el espíritu GTI -el protagonista de esta prueba traía el interior y los asientos de cuero-, con pespuntes rojos en los guarnecidos de las puertas y los asientos. De estos decir que sujetan a la perfección y se abrazan al cuerpo de una forma extraordinaria en zonas viradas. No podemos decir lo mismo los del Fiesta que se quedan en una mera apariencia con los bordados ST en sus respaldos. La habitabilidad en las plazas traseras -de nuestros protagonistas- es para dos personas, y depende de la altura de los ocupantes de las delanteras. Aunque a partir de 1,75 metros de estatura, la altura al techo empieza a ser justa.
Los huecos portaobjetos muy importantes en los vehículos del segmento, se mantienen en sus versiones más rabiosas, y combinan a la perfección carácter y practicidad.
Los contendientes dan lo mejor de sí en zonas reviradas que exigen reducciones, y subidas de grandes aceleraciones en las que se puede sacar jugo a la buena relación peso-potencia que atesoran.
El Ford Fiesta ST ofrece una conducción deportiva pura, gracias a su motor atmosférico Duratec de 2 litros y 16 válvulas que desarrolla 150 cv a 6.000 rpm. Acelera de 0 a 100 km/h en 8,4 segundos y alcanza los 208 km/h de velocidad punta. Prestaciones importantes que producen emociones fuertes.
A bajo régimen, el motor de la marca del óvalo es ágil, pero a partir de 3.500 rpm empuja rápido y muy progresivo, sacándonos una sonrisa que crece con un sonido de escape llamativo y grave. La caja de cambios de 5 velocidades tiene un tacto duro al igual que la dirección -muy directa y fiel- que, a pesar de ser asistida, puede resultar algo incómoda para un uso diario, cuando tengamos que maniobrar. Las recuperaciones son buenas y el comportamiento general satisface, aunque las 17 pulgadas de las llantas le quitan chispa y confort al circular por carreteras de firme con imperfecciones -la mayoría de las carreteras de montoña son así-. Las suspensiones están calibradas al nivel más racing, aunque al límite tiene tendencias subviradoras que a más de uno le harían bajar el ritmo.
El otro lado de la moneda es para el Volkswagen Polo GTI. Su motor 1.8 con 20 válvulas está turboalimentado y desarrolla una potencia de 150 cv a 5.800 rpm. Esta sobrealimentación consiste en un turbocompresor que catapulta al utilitario de Volkswagen hasta los 216 km/h de velocidad máxima, alcanzando los 100 km/h en 8,2 segundos.
La conducción del pequeño GTI está llena de sorpresas. Nada más arrancar el sonido ronco del escape hace que se convierta en el punto de atención del primero que pase cerca. A medida que se va subiendo de marchas se hace adictivo, gracias a unas suspensiones muy bien taradas y una respuesta abrumadora a cualquier régimen. Si pisamos a fondo y estiramos las relaciones permaneceremos pegados al asiento, pero sin tener la sensación de que en breve despegaremos, como al volante del ST. Su comportamiento tiene parecidos razonables con el de su hermano mayor, el Golf. El paso por curva es magnífico y la sensación de control es constante. La dirección es perfecta: fiel y no tan dura como la de su rival.
Para los más puristas la incorporación del turbo en el modelo alemán será un pecado capital y preferirán mil veces la marca americana, para jugar con la palanca de cambios en lugar de pisar a fondo el acelerador. La diferencia de par motor entre los dos es de unos 30 Nm, y aunque parezca mínima, al volante la patada del turbo asombra al más experto, y aporta comodidad en trayectos urbanos y en aceleraciones. La pregunta obligada es: ¿Y el consumo? Pues, según los datos oficiales, 7,4 litros a los 100 km para el modelo del ólvalo y 7,8 para el pequeño GTI, mixto por supuesto. En cualquier caso los dos cumplen con las demandas del público al que se dirigen: son potentes, prácticos y distinguidos.
Pura dinamita
Tanto el Fiesta como el Polo en sus versiones más rabiosas son dos buenas opciones a tener en cuenta en un segmento que crece cada vez más, por dentro -con motores cada vez más prestacionales- y por fuera, gracias a un aumento en las cotas de los modelos.
Nos quedamos con el primero si lo que se busca es una conducción puramente deportiva, con continuos cambios de marchas y sensaciones más rudas, a un precio contenido.
Pero si además se persigue un toque de exclusividad y un uso cómodo -todo ello unido con emociones fuertes e inmediatas-, el Polo ofrece una mayor elasticidad unida a un empuje demoledor, y más aún si reducimos, junto con un comportamiento que ofrece potencia a cualquier régimen, pero con mayor sensación de control.
A todo lo anterior se une el encanto del sonido de las dos mécanicas y una relación peso-potencia muy buena que hará las delicias de sus afortunados conductores. Y es que 150 cv y aceleraciones que rondan los 8 segundos, en coches de este segmento, prometen grandes dosis de diversión.