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Probamos el Focus RS. Aunque su punto de partida sea el Focus ST de 225 cv, con el que comparte base mecánica, el monstruoso RS va mucho más allá e introduce multitud de modificaciones en todos los apartados. Para empezar, el esquema de la suspensión es totalmente diferente, y lo ha puesto a punto el Team RS con el objeto de que el tren delantero pueda digerir semejante potencial. Para ello también se cuenta con la ayuda de un diferencial autoblocante Quaife, con una caja de cambios manual de seis velocidades revisada y con unos neumáticos Continental en medida 235/35 ZR 19. Pero aquí no acaban los cambios respecto a un Focus convencional, ya que la anchura de vías ha crecido 40 mm, y los discos de frenos llegan a una medida de 336×30 mm en el eje delantero y 302×11 mm en el trasero. Eso sí, con tantas modificaciones el peso ha crecido, pero sin llegar a ser excesivo, fijando en la báscula el Focus RS una tara de 1.467 kilos.
Estéticamente el Ford Focus RS no pasa desapercibido, pues sus generosas entradas de aire, sus voluminosos spoilers y alerones, sus rejillas de ventilación del capó o sus abultados pasos de rueda dan una idea de la personalidad de este auténtico matagigantes. Y es que, cualquier deportivo pura sangre ya puede echarse a temblar ante el Focus RS, ya que la efectividad del compacto de Ford parece ser aplastante. Su motor es el 2,5 litros turbo de cinco cilindros con una potencia elevada hasta los 305 cv y un par motor de nada menos que 440 Nm entre 2.300 y 4.500 rpm.