Renault Avantime 2.0 T

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PORTAL A LA RAREZA

Innegable: parece distinto y es distinto. La marca del rombo ha hecho del chocante diseño y concepto del Avantime la excusa para marcar las líneas maestras de su gama de automóviles y fundar, de paso, un nuevo formato

No hay más que ver a VelSatis, Mégane, Espace y el futuro Clio para entender hasta qué punto el Avantime es crucial en la estrategia global de Renault, por lo menos en lo que a diseño se refiere. Patrick Le Quément, su responsable, se ha arrojado al vacío explorando nuevos caminos para este vehículo, que utiliza la base mecánica del Espace y que es industrializado por la filial de la marca francesa Matra. Una empresa ésta que, por otro lado, está especializada en el diseño industrial de sistemas de transporte para el espacio; ¿tendrá esto que ver con que el Avantime parezca un vehículo de transporte interestelar que bien pudiera salir de la tripa del Enterprise del Capitán Spock? Bromas a parte, el desafío que ha tomado la Régie ha sido enorme, y por ello no se le puede negar a Renault la valentía de crear un nuevo segmento que han dado en llamar el de los coupé monovolumen bajo la singular estampa de este vehículo, aun a riesgo de engañar a quien crea que ‘coupé’ es siempre sinónimo de ‘deportivo’
Ernest Viñals, Mundo Recambio y Taller.
‘SNOB’ POR DEFINICION

Se ve a leguas que el perfil del comprador del Avantime no será otro que el de alguien que guste de destacar por encima del resto, casi añadiríamos que a cualquier precio, dado el abultado monto que deberá desamortizar para hacerse con este curioso artefacto. Cierto es que el diseño, gustos a parte, es llamativo, original y nunca deja indiferente. Son ítems remarcables la curiosa forma de la zaga, con la luneta totalmente vertical y semicircular y la especie de ‘repisa’ inferior que engloba los pilotos; la línea frontal ascendente, que hace casi inexistente el capó motor y que engloba las curiosas tráqueas sobre los faros; también la arquitectura de las lunas laterales sin montante alguno, que convierten los vanos en dos enormes bocanas cuando se bajan todas las ventanillas; o las (gigantescas) puertas de doble cinética, con dos bisagras y 55 kilos cada una; el salpicadero, acuciado por una enorme falta de practicidad que mejoraría con más huecos portaobjetos de menor tamaño; o, finalmente, el techo en efecto aluminio con una generosa trampilla solar para las cuatro plazas del coche.Decíamos antes que no podemos hablar de un deportivo. Buena fe de esta desconexión histórica con el término ‘coupé’ se debe a un bastidor que no aguanta con buen talante los más de 1.600 Kg del conjunto, debido a las mullidas suspensiones que balancean en exceso la carrocería y también a las dimensiones de las ruedas que monta de serie (llantas de 18 pulgadas habrían resultado ad hoc). Para mover esta mole, anaerodinámica si tenemos en cuenta la altura libre al suelo, se confía la tarea en la versión de acceso al voluntarioso 2.0 de gasolina turboalimentado con 165 CV, que, merced a la caja de seis velocidades con relaciones bastante cerradas, puede hacer real la ilusión, a costa de un consumo casi escandaloso.Y ahora llega la piedra de toque del Avantime: tanto esfuerzo tecnológico, tanta originalidad, tanta modernidad, ¿logrará convencer a quien se disponga a hacerse con algún coupé auténtico a invertir un mínimo de 31.850 en la nueva apuesta de Renault? Es motivo de debate.

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