BMW 330 Ci SMG
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DIAS DE TRUENO
Bajo una apariencia más elegante que deportiva, BMW nos ofrece este pasional automóvil que, a pesar de sus descomunales cifras, no deja de estar a la sombra del todopoderoso M3. De él toma ahora su cambio secuencial SMG.
Si el delicioso Mini Cooper S es un divertido juguete, el BMW 330ci que nos ocupa hoy es un deportivo para adultos que requiere un especial cuidado al pilotarlo. Su facilidad para pasar por curvas a velocidades de vértigo y la extraordinaria agilidad de movimientos que demuestra crean una insana adicción de la que es muy duro desengancharse y en la que es muy fácil recaer. Lo cierto es que la marca bávara siempre ha sido un exponente de deportividad indiscutible, y en los modelos específicamente deportivos como el Serie 3 Coupé es donde los de Munich disfrutan poniendo todo su bagaje.Comentemos que en lo estético, tanto de puertas adentro como en la carrocería, el 330ci no es llamativo por definición. Busca, como en todo lo que sale de la Bayerische, el equilibrio entre elegancia y audacia de líneas. Sin embargo, la unidad probada, con llantas de 18 pulgadas opcionales, una escandalosa pintura rojo pasión y el agresivo rugido de su 6 cilindros en línea de 231 CV, no podía pasar inadvertida. En el interior, nobleza obliga: la calidad de los acabados es simplemente insuperable. La instrumentación es de fácil lectura, clara y sin extrañezas, y se alcanza sin dificultad. La posición de conducción, muy cerca del suelo y bastante reclinada, predispone a la carrera. Los asientos, tanto delanteros como traseros, recogen por completo el cuerpo incluso en las aceleraciones laterales más comprometidas, y aun a pesar de la tapicería de cuero nos sentiremos perfectamente anclados al coche.
Ernest Viñals, Mundo Recambio y Taller.
Como en la F1
COMO EN LA F1
El cambio pilotado SMG que monta como opción desde hace unos meses esta versión del Serie 3 Coupé es una rara avis tecnológicamente puntera que BMW ha aplicado con mucho éxito primero en la Fórmula 1 y posteriormente en el M3. No se trata de un cambio automático de accionamiento hidráulico, ni tampoco es un CVT: en esencia, es un cambio convencional en el que el trabajo del conductor sobre el pedal del embrague y la palanca de cambio se han sustituido por actuadores electromecánicos ultrarrápidos que aventajan al manejo manual en varias décimas de segundo. El cambio es, entonces, secuencial, e incorpora en el volante dos palancas que permiten subir o bajar relaciones sin apartar las manos y acercándonos al feeling de la competición. Existe, igualmente, la posibilidad de conducir en modo ‘C’ (por city), en el que el coche se comporta como un automático al uso.Acabaremos rápido al referirnos al comportamiento: perfecto. La dirección es muy directa y el tarado de suspensiones es muy firme y efectivo; eso permite encadenar curvas como si tal cosa. La tradicional tendencia de sobrevirado de los tracción trasera está muy mitigada por las ayudas electrónicas, aunque conduciendo al límite acaba apareciendo, tímida y perfectamente controlable, para regocijo de quien vaya al volante.Hablemos de ese sofisticado sistema de entretenimiento que montan todos los BMW llamado motor. Hay potencia a raudales y consumo igualmente exorbitado (durante nuestra prueba, el ordenador de a bordo marcó de media 26 litros/100 km), pero de un modo u otro hay que pagar por la diversión. Yendo más allá de lo recomendable, sólo se nos antoja un muy relativo vacío de potencia entre las 2.500 y las 3.500 rpm, en las que el motor no golpea con igual brutalidad que en el resto de regímenes. A partir de las 5.000 rpm, el 3.0 con sistema VANOS de admisión variable despega como un obús hasta las 7.100 rpm. Recordemos que motores más potentes no distraen tanto a su conductor como al afortunado piloto de este 330ci, y cuestan bastante más. Porque esta es otra de las sorpresas que aguardan al comprador de este BMW: los 40.200 de precio base, creemos que más que justificados.