Extrañamente, los pilotos de Ferrari no hicieron declaraciones a la prensa durante la jornada de entrenamientos de ayer en el Gran Premio de China, en el mismo día en que la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) anunció que no suspenderá la prueba de Bahréin, como hizo en 2011, pese a las protestas en el país.
Por ese motivo, aunque los demás pilotos del campeonato respondieron ayer sobre esta decisión, Massa no pudo expresar su punto de vista hasta hoy.
‘Creo que tenemos que confiar en nuestra Federación’, que tiene ‘experiencia para ver lo que es cierto’ en cuanto a la seguridad del evento en sí y lo conveniente o no de suspender o celebrar la prueba, programada para la semana que viene.
‘La gente (de la Fórmula Uno) no tiene nada que ver con política, ni con guerras, ni con nada: tenemos que ver con el deporte, y pienso que independientemente de si una persona es de un lado de la política o de otro lado, o de la religión, o de lo que sea, todo el mundo hace deporte, y nosotros vamos a hacer deporte’, explicó.
‘Si vamos a ir es porque fue autorizado, y espero que nada raro ocurra en Bahréin, espero que tengamos seguridad para todos, no sólo para nosotros, los pilotos, sino para ustedes (los periodistas) y para todo el mundo que está trabajando y que tiene que ir a Bahréin a hacer la carrera’, añadió.
‘Yo confío en la Federación y espero que no ocurra nada extraño’, concluyó Massa.
Pese a la decisión de la FIA, el malestar por la celebración de la cita deportiva continúa en el reino del Golfo Pérsico, y precisamente ayer la organización Amnistía Internacional denunció que ‘la crisis de derechos humanos en Bahréin no ha terminado’, y alertó de las posibles repercusiones de celebrar el Gran Premio.
Según la organización defensora de los derechos humanos, desde la represión violenta de las protestas de febrero y marzo del año pasado en Bahréin, dentro del contagio de la ola de revueltas sociales de la ‘primavera árabe’, la crisis de derechos humanos continúa en el país.
‘En los últimos meses las autoridades de Bahréin han estado más preocupadas de reconstruir su imagen e invertir en relaciones públicas que en introducir de verdad derechos humanos y reformas políticas en su país’, afirma la reconocida ONG.
‘Sin embargo, para las autoridades hay mucho en juego. Están deseando mostrar a Bahréin como un país estable y seguro para silenciar las críticas internacionales, pero mientras el país se prepara para acoger el Gran Premio’, asegura, ‘las protestas diarias contra el Gobierno continúan siendo violentamente reprimidas’.
La policía local utiliza gases lacrimógenos ‘de manera irresponsable y con resultados fatales’, mientras la violencia contra la policía ha aumentado ‘considerablemente en los últimos tres meses’.
Por ello, concluye la organización, ‘celebrar el Gran Premio de Bahréin en 2012 supone el peligro de que el Gobierno local lo interprete como un símbolo del regreso a lo de siempre’.