Hamilton, de 29 años y campeón del mundo en 2008 (con McLaren), lidera el Mundial con 291 puntos y llega con diecisiete más que Rosberg -de la misma edad- a Austin, donde se disputará la antepenúltima prueba del año, con la ausencia, por problemas financieros y administrativos, de las escuderías Caterham y Marussia, por los que en el Circuito de las Américas sólo rodarán dieciocho monoplazas.
Solo siete días después de correr en Austin, donde se rodó por primera vez en 2012 -con victoria de Hamilton, aún en McLaren-, se disputará el Gran Premio de Brasil; y el cuarto fin de semana de noviembre se correrá el de Abu Dhabi, que puntuará doble: en lugar de 25, 18 y 15 puntos, los tres primeros -los que importan para la resolución del Mundial- sumarán 50, 36 y 30, respectivamente.
Por tanto, y aún reseñando las muy remotas, pero aún existentes, posibilidades matemáticas del australiano Daniel Ricciardo (Red Bull), tercero, con 199 puntos, las ‘flechas de plata’ comienzan en Texas su particular ‘Mundial a tres’, después de que en el primer Gran Premio de Rusia, hace tres semanas, Hamilton firmase su novena victoria de la temporada, en el nuevo circuito del anillo olímpico de Sochi -sede de los pasados Juegos Olímpicos de invierno-.
Una pista en la que junto a Rosberg firmó el noveno ‘doblete’ del curso y certificó de forma matemática el triunfo de Mercedes en el campeonato de constructores.
El Gran Premio de Estados Unidos tuvo distintas sedes durante su historia, pero la más habitual, en las décadas de los 60 y los 70, fue la de Watkins Glenn (Nueva York). Indianápolis lo fue entre 2000 y 2007 y, tras cuatro años sin pisarlo, la F1 regresó a suelo estadounidense, en 2012, para inaugurar el circuito de Austin, de 5.516 metros, al que el domingo está previsto que se den un total de 56 vueltas, para completar los 308,8 kilómetros del recorrido.
Una pista, con 20 curvas -algunas de ellas muy técnicas, en especial, la primera-, tres largas rectas y dos zonas de DRS (que se activarán tras el undécimo y el vigésimo giro), en la que, a partir de este viernes se empezará a rodar, con neumáticos de compuesto blando (reconocibles por la raya amarilla) y medio (blanca).
Hamilton, que en 2007 ganó la última carrera disputada en Indianápolis, también se impuso hace dos años en la primera en el Circuito de las Américas, por delante del alemán Sebastian Vettel y del español Fernando Alonso, las dos estrellas de las que la F1 espera noticias.
Oficial solo es, de momento, que el cuádruple campeón mundial alemán (los pasados cuatro años) dejará Red Bull. Y oficioso, que sustituirá en Ferrari al doble campeón del mundo español (en 2005 y 2006, con Renault), cuyo futuro aún no está nada claro.
Tanto Vettel como Alonso viven una temporada para el olvido. ‘Seb’ es quinto en el Mundial, con 143 puntos, dos más que Fernando, sexto, a cuatro del finlandés Valtteri Bottas (Williams), junto a Ricciardo, la revelación de la temporada. Ambos intentarán ‘maquillar’ el curso con la mejor actuación posible en Austin.
Solo rodarán 18 coches. La crisis también afecta a la ‘glamurosa’ Fórmula Uno, y a la inicialmente anunciada ausencia de Caterham se unió la de Marussia, que pasa por los peores momentos de su existencia, con el francés Jules Bianchi -el piloto que logró los únicos puntos de la historia de la escudería-, accidentado hace un mes en Suzuka, gravemente herido en un hospital de Mie, asimismo en Japón.
El mexicano Sergio Pérez (Force India), undécimo en el Mundial, con 47 unidades, que lleva puntuando las últimas cinco carreras, buscará mejorar en Austin el décimo puesto logrado en Sochi.
Lo hará ante numerosos compatriotas, que, en espera de hacerlo el año próximo en México DF, también apoyarán a Esteban Gutiérrez (Sauber), deseoso de inaugurar su casillero, al igual que Pastor Maldonado (Lotus), único venezolano que ha ganado un Gran Premio de Fórmula Uno: el de España de 2012, que tuvo lugar en el circuito barcelonés de Montmeló.