Entre el 5 y el 18 de enero, 439 vehículos (175 motos, 152 autos, 71 camiones y 41 quads) surcarán los territorios de Argentina, Bolivia y Chile hasta llegar al puerto de Valparaíso, punto final de la aventura.
Los organizadores de la prueba decidieron este año darle una nueva vuelta de tuerca al rally ante la evidencia de que la carrera se volvió demasiado previsible en sus dos últimas ediciones y que el nivel de dificultad había caído ostensiblemente.
La receta para devolver la chispa al rally más duro del mundo es simple pero osada: más etapas sin asistencia mecánica para las motos y cinco jornadas con recorridos diferenciados para los coches, que no podrán ayudarse en la navegación con la huella que dejan los vehículos de dos ruedas.
Los pilotos saldrán de Rosario hacia el oeste y en la tercera etapa enfilarán rumbo al norte del país, con paradas en San Juan, Chilecito, San Miguel de Tucumán y Salta, donde habrá la jornada de descanso.
En la séptima etapa la caravana del Dakar se partirá en dos. Los autos y camiones permanecerán en Salta mientras las motos y los quads seguirán subiendo para cruzar la frontera con Bolivia y llegar a la localidad de Uyuni, a 3.600 metros de altitud.
La falta de oxígeno será un escollo para los motoristas, que en el campamento deberán encargarse ellos mismos de la puesta a punto de sus vehículos, al tratarse de una de las dos etapas maratón.
Al día siguiente, los pilotos bordearán una parte del salar de Uyuni, el fondo disecado de un antiguo mar, e ingresarán a Chile para finalizar el día en la ciudad minera de Calama, donde se juntarán de nuevo con los autos y los camiones.
En Chile la caravana se enfilará hasta la ciudad de Iquique para luego bajar bordeando la costa del Pacífico con paradas en Antofagasta, El Salvador, La Serena y Valparaíso, donde se celebrará la ceremonia del podio.
En total, las motos completarán 8.739 kilómetros, de los cuales poco más de 5.200 serán cronometrados, mientras que los coches tienen por delante más de 9.300 kilómetros, con 5.212 de especial.
A nivel de pilotos, ninguno de los principales tenores de cada disciplina estará ausente del sexto Dakar latinoamericano.
En la competición de motos es donde se han producido más movimientos y se presenta como la edición más apretada de los últimos años.
El francés Cyril Despres, vigente campeón, abandonó KTM, su escudería de casi toda la vida, y se dejó seducir por el proyecto de Yamaha, que espera dar el salto de calidad definitivo para pelear por el triunfo.
La principal amenaza para el galo será el español Marc Coma, que se perdió el Dakar del año pasado por una lesión pero que ahora está listo para dar guerra con una nueva KTM diseñada exclusivamente para este rally.
El chileno Francisco ‘Chaleco’ López -tercero el año pasado-, el portugués Rubén Faria -segundo en 2013- y el español Jordi Viladoms completan un cuarteto de lujo en el equipo oficial de la marca austríaca.
El tercero en liza es el equipo oficial de Honda, encabezado por el español Joan Barreda, uno de los pilotos más rápidos del circuito al que en años anteriores le ha jugado en contra su falta de experiencia.
En la firma nipona está acompañado por los portugueses Helder Rodrigues y Paulo Gonçalves, este último actual vencedor del mundial de rallys.
La carrera de coches se convertirá probablemente en una nueva lucha fratricida en el equipo X-Raid y sus Mini, encabezado por el francés Stéphane Peterhansel, ganador en 2013 y que tiene en su palmarés 11 estatuillas del tuareg, 6 en autos y 5 en motos.
Pero este año X-Raid tiene a un invitado de excepción: el catarí Nasser Al Attiyah, que tras probar suerte el año pasado con un buggy se sumó al equipo para disponer de un vehículo que en los últimos años ha sido sinónimo de fiabilidad y competitividad.
En ese mismo equipo también tendrán algo que decir el español Joan ‘Nani’ Roma, el polaco Krzysztof Holowczyc y el argentino Orlando Terranova.
El español Carlos Sainz, ganador del Dakar en 2010 y dos veces campeón del mundo de rallys, buscará dar algún susto a los Mini al volante de un buggy del equipo SMG, luego de no tener suerte en 2013 con otro buggy en el equipo que armó Al Attiyah.
Por Gerard Soler