Mitsubishi Outlander 4×4
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FAMILIAR CON BOTAS DE MONTAÑA

El mercado de los todo camino necesitaba un representante de Mitsubishi,   uno de los fabricantes tradicionalmente más vinculados al 4×4, y la llegada   de Outlander pone de manifiesto que tiene claro cual es el uso que el público   va a hacer del coche: rara vez saldrá de la carretera.
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Por eso el bastidor del Outlander toma muchos elementos de la berlina Carisma,   añadiendo un sistema de tracción total permanente derivado   del que emplea el poderoso Lancer Evo VII en el caso de la versión que   probamos, aunque también puede optarse por un modelo dotado de tracción   delantera, que sin duda es una opción de lo más interesante   teniendo en cuenta que la concepción del coche no es la idónea   para ‘hacer pinitos’ fuera del asfalto.
                                                                                               El Outlander cuenta de momento con un solo motor de gasolina y 2.0 litros   de cilindrada, que genera una potencia de 136 caballos y un par máximo   de 176 Nm a 4.500 revoluciones por minuto. Un régimen de rendimiento   un poco elevado no solo para superar dificultades fuera de la carretera, si   no también para el carácter de la caja de cambios, de relaciones   muy largas.
El interior destaca por espacio y por diseño. Si el aspecto   exterior es chocante aunque atractivo, en el interior las opiniones favorables   a cerca del general buen gusto en los detalles son unánimes. Solo algunos   elementos excesivamente sencillos empañan un agradable entorno en el   que la sensación de bienestar se alcanza de inmediato.
El Outlander es por todo esto muy práctico, quizá más   si vives en la ciudad que sus competidores, y como baza definitiva juega la   del precio. La versión 4×4 que probamos cuesta 26.090 euros,   mientras que si se opta por la dotada únicamente de tracción delantera,   que puede resultar más que suficiente, hay que desembolsar 23.690   euros, en cualquier caso por debajo de casi todos sus rivales europeos   y japoneses.
Carlos                     Lera , Autocity.
23 de Octubre de 2003.
En
      marcha
EN MARCHA

El comportamiento del Outlander en carretera se caracteriza por ofrecer un tacto muy suave ante cualquier bache, pero sin ofrecer grandes inclinaciones de la carrocería al tomar curvas pronunciadas. Los esquemas de suspensiones independientes en las cuatro ruedas ayudan mucho a lograr un buen equilibrio en este aspecto. No obstante se echa de menos un mayor agarre de los neumáticos. Los   Yokohama Geolander de serie no me gustaron nada. Su ‘grip‘   resulta justo sobre asfalto seco y en mojado merece la pena tomarse las cosas   con bastante precaución, pues no son capaces de trasmitir la tracción   de una forma mínimamente eficaz al suelo. Además los flancos son   demasiado blandos y se producen derivas constantes que dan muy mala impresión   porque van unidas a las suaves suspensiones del coche. Para lo que puede hacerse   en pistas con el Outlander, resulta mejor deshacerse de estas gomas y montar   unas 100% asfalto. Seguro que la ganancia en seguridad y agrado de marcha en   el medio habitual, la carretera, es más importante que la pérdida   de aptitudes en terrenos blandos (donde por otra parte tampoco son ningún   prodigio).
El motor hace lo que puede para compaginar su buena potencia (136 caballos)   pero escaso par (176 Nm / 4.500 rpm) con unos desarrollos largos de cambio.   Las recuperaciones son un poco lentas, y a partir de 160 km/h le cuesta   mucho ganar velocidad, incluso tirando de cuarta. Los consumos son razonables   para un motor de dos litros y un sistema de tracción total (9,4 litros   / 100km. de media ponderada) pero no dejan de estar un poco altos si miramos   a la competencia. Esta puede ser la mejor razón para decantarse por la   versión de tracción delantera, pues lógicamente el gasto   de gasolina es sensiblemente inferior (9,1 l/100km). Sin duda la futura llegada   de una potente versión Turbo para quien busque altas prestaciones debe   estar acompañada por un moderno motor diesel que permita un buen nivel   dinámico asegurando el gasto de dinero justo por kilómetro.

En ciudad, las aptitudes del coche son sencillamente excelentes. Se   traga los baches con facilidad gracias al amplio recorrido de las suspensiones,   se conduce sin esfuerzo por la suavidad de la dirección asistida eléctrica   y el acceso al coche es muy cómodo gracias a la altura de la carrocería.
Por último en campo la verdad es que ofrece un buen rodar   por pistas no muy bacheadas, pero en el momento que aparecen socavones serios   las blandas suspensiones rebotan y hacen topes si se avanza deprisa, provocando   pérdidas de compostura que aconsejan transitar por el medio natural anticipándose   a las dificultades. En caso de llegar a cuestas pronunciadas los largos desarrollos   no hacen si no empeorar las cosas para desgracia del embrague, y en esta   rebelión, los escasos ángulos de la carrocería se alían   también para poner las cosas difíciles. Roza con facilidad en   badenes y los bajos de los paragolpes no son demasiado robustos, marcándose   con facilidad si se topan con piedras. Las cosas pueden complicarse aún   más si necesitamos emplear a fondo la tracción 4×4.   Al carecer de bloqueos en los diferenciales puede quedarse completamente parado   si dos ruedas opuestas de ambos ejes no hacen suelo. En este caso la tracción   no llegará a las que pisan terreno firme, y o tenemos voluntarios que   se suban al maletero o al capó… ¡o buscamos un tractor que se   apiade de nosotros!
En realidad no es ninguna sorpresa que en el campo sus posibilidades estén   así de limitadas, es sencillamente lo normal teniendo en cuenta que ha   sido concebido con intención de salir del asfalto muy de vez en cuando,   y siempre por caminos transitables. Sus indudables ventajas hay que encontrarlas   enfrentándolo a las posibilidades de un turismo familiar en pistas y   de un todo terreno tradicional en ciudad o en carretera.
¡Así entenderemos que como se dice muchas veces en el medio se   encuentra la virtud! Pero mejor huir de los extremos…
Interior
      y equipamiento
INTERIOR Y EQUIPAMIENTO

Si el exterior del Outlander es atractivo, y al que no lo haya visto en vivo   le puedo asegurar que las fotos no le hacen justicia, el interior es aún   mejor. El aspecto del salpicadero, con esferas individuales para cuentakilómetros,   taquímetro, temperatura y nivel de gasolina, es muy atractivo y   la franja de tela que recorre el frente de lado a lado en el acabado Confort   añade un toque de cuidado y diseño muy agradecido, rematado   además por un reloj de agujas con fondo blanco que preside la zona central.   La versión Sport posee incrustaciones en símil madera oscura   que también tienen un excelente aspecto, aunque sea la imitación   de un material noble.

No está a la misma altura el diseño de las palancas de luces   y limpiaparabrisas ni los controles del aire acondicionado, demasiado sencillos   para encajar con el resto de elementos que lo rodean. Los asientos también   tienen buen aspecto y perfecta sujeción, con reglajes en todas las posiciones   necesarias para lograr una buena posición, acompañada en cualquier   caso con una excelente visibilidad en todos los ángulos.
El equipamiento es muy completo, y así debe serlo porque   no existe la posibilidad de incluir más opciones que la pintura metalizada.   Cuenta con todos los elementos de comodidad que se pueden pedir a un SUV de   su categoría y precio salvo el climatizador automático; eso sí,   tiene aire acondicionado, elevalunas, cierre centralizado con mando a distancia,   radio-CD, etcétera.
Al carecer de opciones no se pueden añadir elementos más individualistas   como podría ser la tapicería de cuero o el navegador, por ejemplo,   pero también es cierto que se trata de complementos que pocas veces se   incluyen al comprar un coche y que encarecen, más de lo que realmente   valen desde un punto de vista práctico, el precio final.
En lo tocante a la seguridad tampoco se echa en falta ningún   elemento importante de protección en caso de accidente, con airbags   frontales y laterales y barras de protección lateral, a parte de   una estructura muy reforzada.
Eso sí, una vez más hay una importante laguna en materia de seguridad   activa al carecer de ESP y de control de tracción, importantes   tecnologías que no obstante no están ni mucho menos estandarizadas   en la categoría donde pelea el Outlander. Lo que sí tiene de   serie es ABS con distribuidor electrónico de la frenada en las cuatro   ruedas.
La disponibilidad de espacio en el interior es realmente notable en todas las   plazas y en esto se coloca entre lo mejorcito de la categoría. Tanto   por anchura como por distancia para las piernas admite perfectamente a cinco   adultos con comodidad.
Y si en el interior todo son ventajas frente al resto, en lo que se refiere   al maletero el panorama es el contrario, al ofrecer 402 litros frente   a unos competidores que superan en varios casos los 500. Eso sí, goza   de una buena distribución de las formas, un plano de carga relativamente   bajo si lo comparamos con otros SUV y solo un poco alto en comparación   con turismos familiares.