Pocos coches aguantan mejor el paso del tiempo que aquellos fabricados por Lexus. En concreto el IS que probamos esta semana se lanzó en 2013, y tres años después, sigue teniendo la misma vigencia que el primer día. Su primorosa calidad interior, una estética muy japo -para la bueno y para lo malo- y su apuesta por una exclusiva motorización híbrida -IS 300h, la única a la venta en España- posicionan al Lexus IS como una berlina distinguida; también frente a potentes adversarios alemanes que han presentado recientemente nuevas generaciones: Audi A4 (2015) o Mercedes Clase C (2014).
El acabado Luxury es una especie de ‘todo incluido’, equipamientos de seguridad activa aparte
En concreto, el Lexus IS 300h que pasa por nuestras manos corresponde al acabado tope de gama Luxury (desde 53.400 euros), versión que incluye de serie todas las bondades de confort made in Lexus (asientos delanteros F-Sport con ocho ajustes eléctricos, calefactados y ventilados, techo solar, acceso y arranque sin llave Smart Entry, Navegador Premium o equipo de audio Mark Levinson con 15 altavoces). Como únicos equipamientos opcionales quedan la pintura metalizada (1.100 euros más) y el Pack Safety de seguridad (3.200 euros) que aglutina asistentes a la conducción como la advertencia de cambio de carril, el detector de tráfico posterior, el detector de vehículos en ángulo muerto, el control crucero adaptativo, las luces de carretera dinámicas y la seguridad precolisión.
Este elegante sedán japonés (4,66 metros de longitud) de cuatro puertas y cinco plazas destaca por un diseño más arriesgado que su competencia germana. Podrá gustar más o menos, pero no pasa desapercibido. En sus proporciones llama la atención la cabina en posición retrasada respecto a un largo capó, o unos pasos de ruedas abombados que empequeñecen unos neumáticos de 225/40 R18. En cuanto a los detalles de estilo, característicos resultan los grupos ópticos delanteros separados (faro por un lado y un boomerang de LED para la luz diurna), la parrilla frontal o las ópticas traseras estiradas hacia las aletas.
El interior es moderno y clásico al mismo tiempo. Guarda un parecido razonable con el radiante deportivo RC F, pero adaptado a las coordenadas de confort de una berlina de lujo. Es un habitáculo genial por la calidad de construcción y de los acabados, con la particular organización de la marca y alguna adopción de botones de la marca madre Toyota cuestionable en un coche de casi 60.000 euros.
Quizá la mayor pega del IS es que no es un coche amplio en relación a su tamaño
Quizá la mayor pega del IS es que no es un coche amplio en relación a su tamaño. En las plazas delanteras no falta espacio, pero sí que tienes la sensación de conducir demasiado encajonado por culpa de la prominente consola y una posición más baja de lo habitual en esta categoría. Gustos aparte, lo que no es discutible es que a veces echas en falta huecos más grandes y prácticos para dejar ciertos objetos o que la visibilidad trasera es mejorable (de cualquier manera cuenta con una cámara de serie para las maniobras de aparcamiento).
Por su parte en las plazas posteriores no hay guanteras. La fila es apta para dos ocupantes (la plaza central de uso ocasional), siendo algo incómodo su acceso (queda algo baja). En cuanto al maletero, de 450 litros, es de los más escuetos del segmento (eso sí, con rueda de repuesto) y la boca de carga, limitada. Un detalle, su apertura es engorrosa porque el botón queda demasiado oculto en la zona de la matrícula.
MOTOR Y DINÁMICA
Lexus vende en España únicamente una mecánica híbrida de tracción trasera (IS 300h) y 223 CV de potencia conjunta. Está acoplado a un cambio automático con engranaje planetario de múltiples velocidades que simula el funcionamiento de un variador continuo. En la práctica esta transmisión tiene dos desventajas: hace que el IS nunca parezca ser tan potente como dice su ficha técnica; y dos, que al acelerar a fondo revoluciona el motor y transforma la dulzura de marcha del Lexus en un ruido algo molesto y muy perceptible en el interior.
En esta búsqueda por distinguirse, Lexus deja las prestaciones y la respuesta mecánica en un segundo plano para dar relevancia a un planteamiento, digamos, más sedoso. Todo es muy armonioso a bordo del IS, cuyas suspensiones se tragan cualquier tipo de irregularidad del asfalto y cuyo aislamiento acústico es de matrícula de honor, tanto en pequeñas aceleraciones en ciudad cuando el motor eléctrico es el que trabaja como a velocidades crucero por autovía.
El aislamiento del habitáculo, tanto a nivel de suspensiones como de insnorización, es superlativo
Los consumos son acordes con la filosofía híbrida de Lexus, esto es, en condiciones normales de conducción y utilización entre los 6,5 y 7,5 litros, oscilando sensiblemente este dato en función de lo generosos que seamos con el acelerador. Hay berlinas de su tamaño con motores turbodiésel de potencia similar (o superior) que pueden gastar bastante menos; sin embargo, en ciudad el gasto de carburante se aproxima más al de un sedán de gasóleo con el plus de disfrutar de la conducción eléctrica (hasta dos kilómetros a no más de 60 km/h).
Dinámicamente no es un coche muy ágil. Su peso, casi 1,8 toneladas, lo penaliza en carreteras con curva. Y eso que el chasis limita los movimientos de la carrocería; aun así, no es suficiente para transmitir confianza en una conducción rápida. En autovías, a cualquier velocidad, su aplomo está fuera de toda duda.