Riva Aquarama Lamborghini

Durante décadas, el Riva Aquarama de Ferruccio Lamborghini se resguardó en la esquina de un astillero, escondido bajo una triste lona que camuflaba su solera de antaño, pudriéndose en el olvido. Cuarenta y cinco años después del encargo del viejo Lamborghini con la idea de concebir el superdeportivo de los mares, la Riva Aquarama Lamborghini sale de nuevo a flote gracias al hallazgo de un coleccionista holandés de piezas de Riva que lo localizó, lo hizo restaurar por Riva World -especialista de fama mundial en restauración de embarcaciones Riva- y lo devolvió a su hábitat natural: el Lago d’Iseo, en la rica región norteña de Lombardía, en la Italia de las verdes montañas y los espejados lagos.
Desaparecida desde 1993, la Riva Aquarama Lamborghini sale de nuevo a flote gracias al hallazgo de un coleccionista holandés
La lancha, que llevaba parada desde 1993 en algún embarcadero perdido del país transalpino, ha sido reconstruida fiel a su esplendor original. Se han vuelto a tapizar en piel blanca las cinco plazas de la motora del 68, se ha pulido y limado con 25 capas de recubrimiento el casco de madera para recuperar el derroche de clase y elegancia que le hizo leyenda en los 60, y se han desmontado, reparado y reinstalado todos los botones y controles hasta sacarles el brillo de una embarcación que acaba de salir del astillero.
Desgraciadamente los dos motores de 4.0 litros V12, trasplantados del Lamborghini GT350 a la popa del Riva Aquarama, no han podido ser recuperados. Únicamente el Museo Ferrucio Lamborghini conserva uno de ellos, pero no han aceptado ni venderlo ni siquiera cederlo para este proyecto. Riva World y el coleccionista holandés se han tenido que conformar con dos bloques V12 diferentes, uno de ellos procedentes de Estados Unidos. Según sus restauradores, suficientes para un uso deportivo de una embarcación que es capaz de alcanzar los 90 km/h de velocidad punta, un registro digno de un deportivo de calle que supere sin despeinarse la barrera psicológica de los 200 km/h. Una brutalidad para una motora de los años 60, que más que surcar, volaba sobre el mar.Es capaz de registrar los 90 km/h de velocidad punta, equivalente a casi 50 nudos náuticos
Después de la restauración, su primer viaje fue en el Lago de d’Iseo. Allí Carlos Riva, fundador de Riva y el hombre que prometió a Ferruccio que tendría lista su motora en tres meses, recupera una máquina de ensueño, capaz de engatusar por igual a los amantes más exclusivos del mundo de la naútica y del automóvil gracias a ser en su día la lancha más rápida del mundo.

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