Muchas cosas han cambiado en las dos décadas de vida de Infiniti, la división de lujo de la japonesa Nissan, lista y dispuesta entonces y ahora para plantar cara a sus más directos competidores en el mercado nipón, Toyota (Lexus) y Honda (Acura) y estadounidense, Mercedes-Benz, Cadillac, Jaguar y Lincoln. Pero un concepto sigue intacto: la producción de coches de lujo de alto rendimiento, a pesar de los altos riesgos de inversión que suponía la operación, teniendo en cuenta la consolidación de las marcas premium europeas y estadounidenses en suelo norteamericano. El caso es que el grupo que ahora capitanea Carlos Ghosn se sumergió el 8 de noviembre de 1989 en el mercado de lujo a través de Infiniti: con sólo dos modelos (el Q45, una berlina de prestaciones sorprendentes para la época; y un coupé de alto rendimiento, el M30) y 51 centros que compartían el denominador común de tener unas salas de exposición más parecidas a hoteles de lujo que a concesionarios de coches convencional.
Con estos dos modelos, Infiniti demostró al mundo de la automoción su filosofía de producto basada en su originalidad, calidad y entusiasmo por conducir, gracias a un grupo de trabajo que se formó en 1985, denominado ‘Horizon Task Force’, que escogió para un estudio más detallado a un puñado de empresas líderes de servicios fuera del ámbito del automóvil, como Federal Express, Hoteles Four Seasons y tiendas Nordstrom, entre otras. Y así, faltaba la guinda del pastel: el proceso de identidad de la marca, un nombre. ¿Por que Infiniti? El nombre elegido, en julio de 1987, simboliza el deseo de estar siempre mirando hacia delante, a nuevos horizontes. Con una ortografía fresca y una insignia con sus dos líneas centrales que conduce a un punto infinito en el horizonte. El futuro era de Infinti en detrimento de las firmas ya consagradas en el segmento.
En su primera década de funcionamiento, Infiniti ya era líder en la satisfacción del cliente, ganando numerosos premios, incluyendo el más alto rango en el estudio de satisfacción del cliente elaborado por JD Power and Associates Service Index (CSI); estudio que ganó en tres ocasiones y situándose de manera constante en los tres primeros puestos en los principales estudios de consultoras independientes. El crecimiento de la marca en Estados Unidos era imparable y se sumaron nuevos modelos al mercado: el Infiniti G20, una berlina deportiva compacta; la berlina de lujo y espectacular J30; otra berlina de alto rendimiento, I30 y el lujoso SUV QX4. En su primera década, Infiniti vendía alrededor de 75.000 unidades al año, una cantiada más que rspetable si se tiene en cuenta el escaso tiempo de implantación de la marca.
En 1996 comenzó la expansión de la marca, primero por Oriente Medio, Taiwán en 1997, Corea del Sur en 2005, pero no llegaría a Europa hasta 2008. En total ya son 35 países en los que se comercializa Infiniti, el 93% del mercado global de lujo, gracias en parte a la implantación de tres nuevos modelos entre los años 2002 y 2003: el Infiniti G berlina, el G Coupé en noviembre de 2002 y en enero de 2003 el histórico y emblemático Infiniti FX, un SUV que marcó el punto de inflexión definitivo de la marca nipona para arrastar más clientela en todos los rincones del ‘globo’. Para cerrar el círculo, Infiniti ha anunciado para 2010 su primer híbrido, basado sobre el Infiniti M y un futuro coche eléctrico. Se puede concluir, pues, que Infiniti ha sido innovador en el diseño, en el rendimiento y la tecnología de todas sus unidades, y eso le ha valido para no tener que envidiar en nada a a marcas históricas -BMW, Audi o Mercedes-Benz-, aunque todavía disten mucho sus ventas de éstas en suelo europeo.