Ciudadano sin complejos
La misma voluntad, pero por un camino diferente. La excitante segunda generación del Ka, el pequeño utilitario de Ford, rompe rotundamente con su antecesor para mostrar unos trazos exteriores mucho más juveniles y expresivos, una conducción urbana y divertida y un interior coquetamente acabado, guardando una coherente relación calidad/precio en comparación con sus más directos rivales. Todo, sin perder su seña de identidad: la conducción por ciudad con consumos reducidos, más si cabe en la unidad probada, con el propulsor de cuatro cilindros 1.3 TDCi de 75 CV de potencia.
a favorDiseño renovadoConsumo reducidoInterior cuidadoen contraSobrecargadoAsientos incómodosPlazas traseras
Como un diminuto reflejo a escala del atractivo Fiesta utilitario de mayor dimensiones y de un precio más elevado-, este modelo de tres puertas y cuatro plazas asoma con un aspecto deportivo inaudito, difícil de imaginar después de ver la primera versión del minicoche de Ford, cada vez más concienciada de la importancia que tiene en el mercado europeo este segmento.
El caso es que esa agresividad en sus formas es inusual para un utilitario urbano, que, con la apariencia típica de Kinetic Design de Ford ya saben que es esto el Kuga, Mondeo, Focus o Fiesta-, parece perfecto para un público joven.
El Ka comparte plataforma, motores y planta de producción en Tichy, Polonia- con el Fiat 500 1.3 de 75 CV (15.150 euros), algo más caro que el utilitario norteamericano. El Ka sólo ofrece un acabado, el Titanium, dos mecánicas la diésel citada y un gasolina 1.2 de 69 CV- y tres líneas de decoración: Digital Art, Tattoo y Grand Prix (el de nuestra unidad), que con un color blanco perla combinado con unas sutiles franjas rojas recuerda al superdeportivo GT de Ford. Todo un lujo, que con un precio final de 12.465 euros, le colocan en una posición privilegiada respecto a otros rivales: Renault Twingo diésel de 85 CV (12.650 euros), Toyota Aygo 1.4 diésel (12.070 euros) o incluso que los todavía más diminutos Citroën C1 diésel de 54 CV (10.920 euros) o el Peugeot 107 gasolina de 68 CV (10.630 euros).
El cómputo general del Ka es el de un coche ideal para trayectos cortos y por ciudad, aunque se antoja más complicado para desplazamientos largos, con las cuatro plazas ocupadas y equipaje. Es una limitación, pero cuando uno acude a este segmento tiene que tener claro para lo que quiere el vehículo: funcional, ahorrador y ya si es coqueto, como es el caso, mejor que mejor.
Con un look completamente nuevo
El diseño exterior del Ka es todo un logro. No es un lavado de imagen lo que se ha producido respecto a la primera generación. Hablamos de un vehículo completamente nuevo, de aspecto agresivo, que aparenta lo que no es, pero que da el pego. Deportividad comprimida, se podría decir. Más de uno no sabrá de qué coche se trata hasta que no se cruce con él en un par de ocasiones. Es resultón, afilado, ayuda a la causa sus llantas de 15 de serie, que pueden ser hasta de 16 si uno quiere dejarse los cuartos.
Resaltan en su imagen unos grupos ópticos delanteros rasgados que invaden las aletas delanteras y continúan con una marcada línea de cintura que va hasta la zaga elevada, formando unos hombros muy robustos y cerrando el coche con un llamativo alerón y unos faros traseros que alcanzan el lateral del vehículo. Estas líneas tan trasgresoras, tan ascendentes, dejan escaso margen de visión en la luna trasera.
Por dentro continúa la misma originalidad que en el exterior; cantidad de combinaciones de colores vivos que alegran la vista a cualquiera: rojo, blanco y negro en unos asientos que no te recogen excesivamente bien, los mismos colores se extienden por el volante, la consola central en blanco perla resulta sencilla y funcional con el logo de Ka en la parte central y unos acabados mate y metálicos en los laterales que completan un habitáculo de lo más habitable para las dimensiones de las que estamos hablando: 3,62 metros de largo, 1,65 metros de ancho, altura de 1,50 metros insuficiente para pasajeros traseros que no sean niños- y una batalla es de 2,30 metros. La capacidad del maletero es de 242 litros, lo justo para un par de maletas pequeñas.
A este look completamente renovado hay que sumarle un abundante equipamiento de serie, ABS, airbag frontales para conductor y pasajero, climatizador, cierre centralizado con mando a distancia, ordenador de abordo, mientras que las entradas de USB, el sensor de parking, ESP y los airbags laterales son opcionales. Vamos, que para 12.000 euros el Ka viene bien cargado.
Alegre y divertido de conducir
El motor que mueve esta unidad es un cuatro cilindros 1.3 TDCi de 75 CV, muy eficiente y respetuoso con el medio ambiente (las emisiones de CO2 están por debajo de los 120 g/km), para alcanzar una velocidad punta algo superior a los 160 km/h (sin vibraciones ni balanceos), colocarse de 0-100 km/h en 13,1 segundos y un consumo medio de 4,2 litros a los 100 kilómetros.
Para garantizar el mejor comportamiento en carretera, la suspensión, la dirección y el chasis se han puesto a punto con esmero por los ingenieros de Ford para lograr una conducción ágil, alegre, dinámica y segura. Con una caja de cambios manual de cinco velocidades que es una verdadera maravilla por su fácil manejo y excelente situación, el Ka en ningún momento da sensación de inestabilidad en vías rápidas, siendo su punto fuerte la conducción por ciudad, donde se convierte en un coche práctico gracias a sus dimensiones y a las prestaciones de su motorización. Resultado final, que el Ka se mueve en ciudad con el mismo nervio y descaro que un coche de mayor potencia.
Con una radio que sólo se puede dirigir desde la consola central, el nuevo Ka es en definitiva un coche hecho expresamente para la ciudad, combinando un buen comportamiento y un diseño innovador a un precio asequible, y que sale al mercado con la intención de hacerse un hueco entre los pequeños utilitarios, como ya lo está haciendo su hermano mayor, el Fiesta, entre los urbanos de mayores dimensiones.