No es la primera vez que hablamos de un modelo coreano, Hyundai o Kia, con cánones de diseño acordes al mercado europeo y con elevados niveles de calidad de materiales y terminaciones. Concretamente, en Hyundai, el SUV ix35 puso el punto de inflexión en un fabricante en plena expansión global. Con el compacto i30 se consolidó la idea de que un coche coreano ya no era sinónimo de baja calidad o bajo coste. Y entremedias llegó el i40, primero con su carrocería familiar CW y después con este i40 Sedán que hoy probamos, dentro de un segmento D generalista cada vez más estatutario.
Por sus dimensiones exteriores (una batalla alargada hasta los 2,77 metros y una longitud total de 4,77 metros) y su enfoque comercial ocupa el espacio dejado por el Hyundai Sonata, que todavía se sigue viendo por nuestras carreteras y que también se vende en otros mercados. Su diseño exterior puede entusiasmar más o menos que algunos de sus potenciales rivales (Mazda6, Toyota Avensis, Citroën C5, Opel Insignia, Peugeot 508 o incluso Volkswagen Passat), pero su mayor argumento de compra es su equilibro: no destaca en nada pero es cumplidor en todo.No es un 10 en nada, pero es un 7 en todo, un perfecto cumplidor dentro del segmento de berlinas generalistas
Si lo analizamos por su habitabilidad interior o maletero, el i40 no pierde la cara ante ninguno de los adversarios citados anteriormente. Al abrir la tapa del maletero, nos encontramos con un cofre de 505 litros (ampliables a 1.719 con los respaldos traseros abatidos en configuración 60/40) que, sinceramente, podría estar mejor terminado (hay zonas de chapa sin tapizar). Esta cifra le sitúa a mitad de tabla, únicamente alejados de cargueros tipo Mondeo (540 l) o Passat (565 l).Las plazas traseras pueden ser aptas para tres, debido a su anchura y al piso totalmente plano
En la cabina, es una de las berlinas medias más aptas para que viajen tres adultos en la fila trasera: hay anchura entre puertas, bastantes centímetros para estirar piernas siempre y cuando los de delante no retrasen mucho su butaca, y el suelo es prácticamente plano con lo que el que el adulto que viaje en la plaza central tendrá como único inconveniente la mayor dureza de su banqueta y respaldo. El acceso al habitáculo y la altura libre hasta el techo están en la media de un segmento como éste, en el que los fabricantes, por norma general, apuestan por trazos exteriores más agresivos –tienden a simular siluetas coupeizadas- que penalizan sensiblemente la habitabilidad interior.
Más cerca que nunca de sus rivales europeos, el i40 en la parte delantera de su habitáculo, ya no sólo ofrece la sensación de ser un coche familiar espacioso, es que destaca por unos estándares de calidad insólitos en la historia de Hyundai. Sobresalen, desde las versiones básicas de la gama, sus agradables materiales de mullido blando en salpicadero y puertas en perfecta consonancia con una moderna consola central y una instrumentalización más moderna y de fácil lectura.
Nuestra unidad de prueba se acompaña de avanzados equipamientos de asistencia al conductor como, la cámara de visión trasera, navegador, el asistente de arranque en pendiente o las luces diurnas delanteras y traseras con diodos de LED, entre otros, dejando su factura final en 27.540 euros. Por lo demás, todo está al alcance de la mano del conductor, sin perder de vista la carretera, encontrando una posición ante el volante altamente ergonómica, con regulación doble (altura y profundidad) en el volante multifunción de tres radios y en unos asientos que recogen bien el cuerpo sin molestar, al contrario, y es que el confort de la marcha está siempre garantizado.
Es el turno de poner a prueba las aptitudes dinámicas del Hyundai i40, que comparte buena parte de sus elementos estructurales y mecánicos con el Kia Optima. El motor, por ejemplo, es uno de estos casos: el bloque turbodiésel 1.7 CRDI de 136 cv y 330 Nm, que destaca por su refinamiento y elevado empuje a bajo régimen, ajustando el consumo mixto homologado a 5,1l/100 km (134 g/km de emisiones de CO2) con el paquete BlueDrive que incluye Stop&Go, neumáticos de baja resistencia a la rodadura o el indicador del momento óptimo del cambio de marcha.El motor diésel se muy suave, y sus 136 cv con caja manual de seis relaciones cortas, suficientes para salir de cualquier apuro
Como buen motor diésel de no muy alto cubicaje (1.685 cm3) no necesita de un alto rango de aprovechamiento de su régimen motor, con lo que, acoplado a un cambio manual de seis relaciones con un escalonamiento más bien corto, siempre encontramos esa fuerza imprescindible para realizar maniobras de adelantamiento o incorporaciones sin apuros. Bien insonorizado, la rumorosidad del motor sigue siendo baja a medida que aumentamos la velocidad, convirtiendo la conducción prolongada del agrado tanto del que va al volante como del resto de ocupantes.
A este confort, del que estamos hablando a lo largo de la prueba, también colabora un tarado de amortiguación que absorbe todo lo que le echen (el único rival que le supera en este sentido es un C5 que monte suspensión neumática) y una suspensión independiente con eje trasero multibrazo, convirtiendo al Hyundai i40 en un excelente turismo para realizar viajes: es tan cómodo como estable. No es la berlina más ágil del mercado, pero tampoco es un barco que balanecee en exceso en los cambios de apoyo. Por el contrario, la dirección hidráulica sí que en ocasiones resulta demasiado asistida, lo que provoca satisfacción en ciudad para moverse en espacios reducidos y por el contrario, en carretera suscita desconfianza en pleno apoyo en curva, cuando apenas transmite información de lo que sucede bajo los neumáticos (215/50 R17).
a favor- Suavidad motor diésel- Habitabilidad interior- Confort de marcha- Evolución materiales e instrumentalizaciónen contra- Dirección hidráulica- Altura plazas traseras- Oferta mecánica escasa