Casi un monovolumen
En su labor de reverdecer viejos laureles, Fiat ha resucitado dos nombres con solera: el mítico Panda y el lujoso Croma. La reinterpretación de la gran berlina ha convertido lujo en confort y elegancia en espacio. Sobre esos dos nuevos ejes pivota nuestro protagonista de hoy.
El primer Fiat Croma, lanzado en 1985, cosechó relativo éxito en la segunda mitad de esa década y fue un referente tecnológico para la marca italiana. De hecho, fue el primer vehículo cuya plataforma era compartida por las tres marcas del grupo (con el Alfa Romeo 164 y el Lancia Thema) y, al tiempo, con un vehículo de una marca que por aquel entonces nada tenía que ver con Fiat, el Saab 9000 (curioso, ¿no?). En 1988 se convirtió en el primer modelo a escala mundial que montó un motor turbodiésel de inyección directa, aunque con bastantes problemas mecánicos debidos a la juventud del concepto.
Ficha técnica:
Fiat Croma 2.2 16v Dynamic: 24.290 .
Fiat Croma 2.2 16v Dynamic: 24.290 .
Motor: 2.198 cm3, 4 cil. en línea, 16v, inyección directa multipunto. Potencia/Par máximo: 147 cv a 5.800 r.p.m. / 203 Nm a 4.000 r.p.m. Suspensiones del/tras: McPherson / Multibrazo. Estabilizadora en ambos ejes. Frenos del/tras: Discos autoventilados/discos, ESP de serie. Ruedas: 215/55 R16, llantas de aleación de serie. Peso: 1.510 kg. Velocidad máxima: 210 km/h. Consumo mixto: 8,6 l/100km.
Hoy, el nuevo Fiat Croma también comparte plataforma con otros vehículos, aunque no del grupo Fiat, sino de General Motors. De hecho utiliza la base del Opel Vectra que sirve también al Saab 9-3 (incluso comparte el mecanismo de la llave de contacto junto al freno de mano típico de los suecos), lo que ha contribuido a hacer un vehículo cómodo y refinado, pero muy poco efectivo en conducción exigente. No es, en cambio, el primer Fiat que utiliza un motor con inyección directa, en este caso de gasolina, y aunque no parece tener problemas mecánicos de juventud, sí demuestra un rendimiento más bien pobre y un consumo nada contenido.
El diseño exterior, firmado por el estudio de Giorgietto Giugiaro, muestra el nuevo frontal maseratista de la marca turinesa, tan bien aprovechado por el Grande Punto. En el Croma se ha buscado la versatilidad de un monovolumen en una carrocería familar. Por eso el aspecto general de este coche es voluminoso y algo fofo, porque ha tenido que dar cabida de puertas adentro a un habitáculo extremadamente amplio y un maletero descomunal. Algo parecido a lo que le sucede al Seat Toledo.
En Fiat han estado muy atentos a dotar el Croma de una calidad de rodadura excepcional, y ése junto con el espacio interior será su principal argumento de venta. Realmente, el Croma va muy fino sobre cualquier piso y a cualquier velocidad. El habitáculo está insonorizado a la perfección y las suspensiones eminentemente cómodas rematan la sensación de paz.
El motor 2.2 gasolina con inyección directa se contagia de esta suavidad. Es tan discreto como su potencia: 147 cv en un motor de esa cilindrada demuestran que el rendimiento está muy desaprovechado. Y efectivamente así es. El Croma es muy lento a la hora de subir en el cuentavueltas y tan progresivo que agoniza en aceleraciones y recuperaciones. Lo más recomendable, pues, es decantarse por una versión diésel; si se quieren prestaciones de verdad, el nuevo motor 2.4 JTDM de 200 cv debe garantizarlas.
De todas formas, fiel a su carácter de marca popular, Fiat ofrece esta versión del Croma por un precio tentador por debajo de los 25.000 . La lista de opciones, no obstante, es larga y cara, sobre todo porque equipamiento como los faros de xenon, el sensor de lluvia y el de luz son opcionales.