A finales del año pasado Bugatti anunciaba que ya se encontraba en la recta final de la vida del Veyron, el superdeportivo por excelencia del siglo XXI, un fuera de serie quenació en 2005 y del que ya vendió las 300 unidades programadas para la carrocería coupe. Tras el modelo cerrado llegó en 2008 el roadster denominado Grand Sport, así como la evolución mecánica de 1.000 a 1.200 cv. Ya quedan menos de 50 unidades de este mito de la historia del automóvil, aunque al paso que van todavía falta un tiempo considerable hasta que el último Veyron, el que sea el número 450 (la serie está limitada estrictamente a estas unidades, 300 fueron del coupe y las 150 del rodaster van a completar la producción), salga de la exclusiva firma francesa hoy perteneciente al gigante Grupo VW.
En esta fase final Bugatti opta por lanzar limitadísimas series (3 unidades) de versiones muy especiales y conmemorativas, dirigidas exclusivamente a caprichosos multimillonarios. El mejor lugar para presentar la última de las series no podría ser otro que el Salón del Automóvil que esta semana se celebra en Pekín (China), ya que el precio de cada una de las tres unidades del Bugatti Veyron 16.4 Grand Sport Vitesse “Black Bess” es de nada menos que 2,15 millones de euros; y donde más probable resultará encontrar clientes para ese modelo es en el pujante mercado chino.
Técnicamente no hay novedades en este purasangre que conserva el motor de 16 cilindros sobrealimentado de 8 litros y 1.200 cv, una brutalidad que le permite alcanzar los 408,84 km/h y acelerar de 0 a 100 km/h en 2,6 segundos. El que su gasto medio de combustible en ciudad sea de 37,2 l/100 km (23,1 l/100 km de media) o que las emisiones de CO2 alcancen los 539 g/km no parece importar mucho a sus posibles compradores. El motor sigue siendo el mismo 8.0 de 16 cilindros y 1.200 cv con el que supera los 400 km/h
Lo que se puede contar de esta versión Black Bess es básicamente su decoración y su inspiración, que es lo que marca las diferencias en este nuevo programa “Las leyendas de Bugatti” que la marca ha lanzado para esta fase final de comercialización. Cada una de estas tres unidades que se van a fabricar viene con la carrocería de fibra de carbono terminada en color negro y rematada con colores dorados. Bueno, colores, realmente para algunos detalles como la parrilla delantera se utiliza oro de 24 kilates ¡cómo para darse un golpe con este coche! El interior está realizado con sofisticadas pieles en las que predomina el beige de los asientos, el “havana” del salpicadero y el rojo del volante; a la vez que podemos encontrar siluetas del antiguo Bugatti Black Bess.
Finalmente, explicaremos el motivo de su denominación Black Bess, que rememora un bólido de la marca fabricado en 1912 y que el propio Ettore Bugatti pilotó en competiciones como la Subida al Mont Ventoux. Se trataba de un automóvil del que sólo se hicieron 7 unidades y que contaba con un motor de 100 cv que le permitía alcanzar los 160 km/h; una elevadísima velocidad para su época. Ettore ganó la prueba del Mont Ventoux, y el célebre aviador francés Roland Garros quedó impresionado, por lo que en 1913 le compró uno de los 7 Type 18 Black Bess fabricados, cuyo nombre hacía referencia a un famoso caballo de carreras inglés. Hoy día se tiene constancia de que se conservan 3 unidades de aquel bólido, una de ellas la que compró Roland Garros, la cual se encontraba en la actualidad en un museo holandés perteneciente a una colección privada, y que la marca ha rescatado esta semana para exhibirlo junto al nuevo Veyron en el stand de la marca en el Salón del Automóvil de Pekín. En el Salón de Pekín Bugatti exhibe su nuevo Veyron Black Bess junto al Type 18 Black Bess original de 1912