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SENSACIONES OPUESTAS
Por Angel Alonso
Madrid, 27 nov (EFE)
Entra de lleno en la costumbre de laindustria del automóvil aprovechar cada año para introducir reformasmínimas en los distintos modelos y luego pomposamente presentarloscomo una modificación estructural de gama.
BMW, una marca con uno de los productos más prestigiosos delmercado, no se ha sustraído al criterio lampedusiano de que espreciso que algo cambie para que todo siga igual, y en la gama 2002de su serie 3 se ha limitado externamente al ya manido recurso demodificar ópticas y parrillas para ubicar este modelo reformado comola gama para el próximo año.
Por otro lado, aunque haya quien piense que estas modificacionesestilísticas son más de cara a la galería, es también fácil pensarque con estos lavados de cara se aprovecha para introducir criteriosde racionalización en la oferta mecánica y tecnológica y escalonarmejor el producto.
Novedades
NOVEDADES
La firma bávara introduce en la gama 2002 de su serie 3, la más’popular’ y, por tanto, la de mayores ventas, un nueva versión conmotor diesel de inyección directa, cuatro cilindros, culatamultiválvulas y 115 CV de potencia, una opción interesante de accesoal ciclo gasóleo con un precio ajustado a lo que se estila en lafirma de Múnich, que tiene muy a gala su exclusivismo y lo cobracomo auténtico valor añadido. Un motor derivado en su construccióndel antiguo 320d (136 CV), pero reducido de potencia.
Es un BMW, con todo lo que eso significa, y se coloca más de2.000 euros por debajo en precio de venta que el siguiente escalónen el ciclo diesel, el actual 320d. Diferencia, desde luego, a teneren cuenta. El abanico de la popularización se abre.
Externamente, esta versión no desmerece en nada del resto de lagama. BMW tiene que distinguirse y la uniformidad visual, aunquesuene a paradoja, es navegar con viento a favor. Las distinciones sedejan para las prestaciones de un motor ciertamente desigual.
Motor
MOTOR
Sorprende, por lo negativo, la torpeza de este motor en lassalidas, hasta el punto de que la primera impresión es que, pordebajo de las 1.500 vueltas, el régimen de giro es torpe y tardón.De una pereza muy chocante en un fabricante caracterizado por laregularidad en el desarrollo de sus motores.
Las caídas del régimen de giro por debajo de ese umbral, tambiénen marcha, tienen una excesiva penalización en el plano de lasrecuperaciones y obliga sin excusa al uso de palanca con reduccionessistemáticas.
Como un Dr. Jekyll/Mr. Hyde, este BMW 318d es todo lo contrario apartir de las 2.000 revoluciones, con recuperaciones instantáneas,ágil y dinámico, recuperando registros de velocidad con facilidadpasmosa, pero siempre dentro de estrecho margen de maniobra, pues apartir de las 4.000 vueltas este coche ha dicho ya todo lo que teníaque decir en el plano mecánico, aunque mantiene el buen tono de sucirculación en los altos regímenes y con el añadido de unreconfortante silencio.
Casi nulo en bajos desarrollos y moderadamente explosivo en losaltos, es lo que puede decirse, a modo de resumen, de un propulsorsencillo en su configuración, pero que requiere de una mayorelasticidad en sus escalonamientos para dotarle de la necesariauniformidad.
Comportamiento
COMPORTAMIENTO
Cogido el tranquillo al motor, circular rápido con este coche espura delicia por su excelente aplomo y la nobleza de sus trenes. Elelemento tecnológico juega un papel determinante al incorporar deserie (como en toda la gama) un sistema propio de control deestabilidad (conectable desde la consola) que actúa frenando lasruedas de forma individual ante cualquier imprevisto en la ruta. Laeficacia del sistema ha quedado perfectamente refrendada en laprueba.
La frenada cumple a la perfección y destaca por su buen tacto,mientras que la dirección se percibe en cualquier forma deconducción con la resistencia adecuada.
En definitiva, el BMW 318d, el nuevo modelo de la gama 2002 de laserie 3, es un perfecto ejemplar de carretera, donde la regularidaddel recorrido permite optimizar al máximo unas prestaciones quetardan en llegar, pero que llegan. En el medio urbano es otrocantar, pues los bajos regímenes a los que obliga este entorno ledejan en evidencia.
Por cierto que, tanto en un entorno como en otro sí es destacableun factor de regularidad: el consumo. No hay grandes disparidades ylos registros son sumamente óptimos. Apenas ocho litros a los cienkilómetros durante la prueba.