La UE acuerda introducir más flexibilidad en los limites al CO2 de los coches
‘Este acuerdo logra el equilibrio apropiado entre la ambición medioambiental y las consideraciones económicas’, dijo hoy en un comunicado el ministro irlandés de Medio Ambiente, Phil Hogan.
Aunque se mantienen los objetivos de reducción de emisiones para vehículos nuevos fijados por la UE para 2015 y 2020 -130 y 95 gramos de CO2 por kilómetro, respectivamente-, se amplía el régimen de compensación por la venta de coches con pocas emisiones, los llamados ‘supercréditos’, aunque menos de lo que hubiese deseado Alemania.
Este régimen permite a los fabricantes contabilizar sus ventas de vehículos menos contaminantes como parte de sus esfuerzos por reducir emisiones.
La Comisión Europea (CE) había propuesto que cada vehículo con emisiones inferiores a 35 gramos por kilómetro, equivaliese a 1,3 vehículos normales a partir de 2020.
Tras el acuerdo alcanzado el lunes y que aún debe ser ratificado oficialmente por los Veintisiete, ese umbral se elevará hasta los 50 g/km, lo que permite contabilizar no sólo los vehículos eléctricos sino también los híbridos enchufables (Plug-in Hybrid Electric Vehicle), y además el multiplicador será 2 en 2020, 1,67 en 2021, 1,33 en 2022 y 1 en 2023.
Transport & Environment (T&E) considera que este cambio, aunque está condicionado a que las emisiones totales del fabricante no se vean incrementadas en más de 2,5 gramos, ya dispara el límite real hasta los 97,5 g/km y da margen a los fabricantes para seguir vendiendo coches de alto consumo más contaminantes.
Pese al aumento del peso de los ‘supercréditos’, esta organización ecologista calcula que el consumo de combustible de los vehículos nuevos, que actualmente se sitúa en los 6 litros por 100 km, caerá hasta los 4 litros en 2020.
Las tres instituciones que negociaron el acuerdo -CE, Parlamento Europeo (PE) y presidencia irlandesa de turno de la UE- decidieron finalmente no fijar un objetivo de reducción para 2025 como pedía la Eurocámara.
El Ejecutivo comunitario se comprometió, no obstante, a presentar una propuesta concreta a este respecto en 2015 y apuntó a que la nueva meta oscilaría entre 68 y 78 g/km.
Otro de los compromisos es la introducción de un sistema nuevo de medición de las emisiones de los coches para 2017 a fin de evitar que los fabricantes manipulen los resultados.
Según la presidencia irlandesa de turno de la UE, el pacto no sólo protegerá el clima, sino que ahorrará dinero a los consumidores, estimulará la innovación y la competitividad de la industria automovilística europea y contribuirá a la creación de empleo.
En cambio, Greenpeace opina que el acuerdo compra tiempo para los fabricantes de marcas de alta gama como BMW y Mercedes y es el resultado de una intensa campaña de presión por parte de las autoridades alemanas.
‘Los legisladores han seguido una vez más el alarmismo y han subestimado la capacidad de la industria para innovar’, señaló la directora de política de transportes de Greenpeace, Franziska Achterberg.