Detroit confía en la quiebra como la única vía hacia la recuperación
La bancarrota puede ser la ocasión para ‘terminar con sesenta años de decadencia’, declaró hoy el gobernador del estado de Michigan, Rick Snyder, quien advirtió, no obstante, de que es posible que los acreedores nunca reciban sus pagos.
‘Desde 2000 la ciudad ha perdido el 28 % de su población, y el 38 % de su presupuesto se gasta pagando obligaciones del pasado como las pensiones’, dijo, por su parte, el administrador de emergencia de la ciudad, Kevyn Orr.
Ambos comparecieron ante los medios para explicar la declaración de quiebra de Detroit, otrora una próspera ciudad industrial, que fue recomendada por Orr y autorizada el jueves por Snyder.
Snyder había declarado en marzo pasado la emergencia financiera de Detroit y había designando a Orr como administrador.
La ciudad, que llegó a tener una población de más de 1,8 millones habitantes, tiene ahora poco más de 700.000, y una tasa de desempleo del 16 %, 8,4 puntos más que la nacional (7,6 %).
El 40 %o de las luces en las calles no funciona, sólo un tercio de las ambulancias municipales está en servicio y más de 70.000 casas están abandonadas.
Barrios enteros están desiertos y en otros los habitantes viven en la inseguridad dado que la policía no está en condiciones de responder de manera adecuada a los llamados por ayuda o protección.
‘Tratamos de superar esta situación durante los últimos cuatro años’, subrayó el alcalde Dave Bing. ‘Pero ha sido muy, muy difícil’, admitió.
Tras la declaración de bancarrota se abre un período de treinta a noventa días durante el cual un juez federal determinará si la ciudad puede ampararse en el Capítulo 9, Sección 11 del Código de EE.UU.
Esta disposición legal se aplica exclusivamente a los municipios, y su propósito es permitirles que reestructuren sus deudas, esto es, que pongan en orden de prioridad a sus acreedores, algunos de los cuales recuperarán parte de sus dineros y otros nada.
Los más preocupados son los sindicatos que representan a los empleados municipales cuyos fondos de pensión tienen prioridad dudosa entre los acreedores y cuyos afiliados encaran más recortes de sus sueldos y beneficios.
Hasta ahora la mayor quiebra municipal en Estados Unidos era la del Condado Jefferson, en Alabama, que en 2011 pidió la protección de sus acreedores con deudas por 4.200 millones de dólares, de los cuales 3.140 millones correspondían a obras sanitarias.
Fundada en 1701 por el explorador y tratante de pieles francés Antoine Laumet de la Mothe, sieur de Cadillac, Detroit creció hasta tener en la década de los años 50 más de 1,8 millones de habitantes en un área de 362,5 kilómetros cuadrados.
En la región asentaron sus sedes centrales las ‘tres grandes’ del motor, General Motors, Ford y Chrysler, y ‘Detroit’ pasó a ser una metonimia para designar pujanza urbana e industrial, con motes populares como Motor City.
En la década de los años 60 surgió ‘Motown’, una fábrica de música popular que cumplió un papel importante en la integración racial de la cultura popular.
La suerte de Detroit empezó a cambiar precisamente en la década de los 60 cuando los fabricantes de vehículos empezaron a abrir plantas en otros estados donde no había sindicatos ni convenios colectivos ni planes de pensión.
A esto se sumó la irrupción en el mercado de EE.UU. de los automóviles importados desde Japón y, para cuando la industria automovilística estadounidense encaró su propia quiebra en 2009, sólo quedaban en torno a Detroit unas pocas plantas de GM y Chrysler.
Sin embargo, hay algunas luces en el panorama sombrío de la ciudad: la emigración ha dejado en el centro del área metropolitana residencias y edificios de oficina depreciados donde han empezado a instalarse empresas de alta tecnología, pequeños negocios y artistas.
En Downtown Detroit se han abierto tres casinos, estadios nuevos y un proyecto de revitalización de la rivera del Río Detroit, todo lo cual anuncia, tal vez, el esperado renacimiento.