Comparamos dos interesantes carrocerías familiares de dos modelos cotizados y de garantías, el Skoda Octavia Combi contra el Opel Insignia Sports Tourer. Ambos con motorizaciones diésel de dos litros de cilindrada, turbocompresor, cambio manual de seis relaciones, Start and Stop y escalones de potencia intermedios dentro de sus respectivas gamas, 150 cv atesora el checo y 163 cv el alemán. Atendiendo a sus precios y a sus dimensiones exteriores, el posicionamiento de uno y otro dentro del segmento de los familiares generalistas es algo distinto, aunque ambos comparten un denominador común: la calidad de construcción es verdaderamente alta.Los cambios en el Insignia son más discretos, mientras que el Octavia es una generación completamente nueva
El Skoda Octavia Combi se presenta con un cambio más profundo a nivel estructural. Es un modelo completamente nuevo; no así el Opel Insignia. Esta circunstancia permite al Octavia Combi competir en esta categoría con más credenciales: unifica la ligereza y eficacia de la nueva plataforma modular MQB -la misma en la que se basa el VW Golf– con las mejores cotas interiores sin necesitar de tantos centímetros de eslora –tiene 4,66 metros de largo, 25 centímetros más compacto que el Insignia-.El Insignia ST, más largo y ancho, no aprovecha tan bien el espacio interior como el Octavia Combi, líder por maletero
Sobre esta base, hay dos datos incuestionables que favorecen al modelo checo: es casi 400 kilogramos más ligero y su maletero es 70 litros más capaz. El Insignia Sports Tourer, que mantiene sus dimensiones exteriores intactas respecto al modelo saliente, mide 4,91 m. y tiene una batalla de 2,74 m., números que harían presagiar un habitáculo y un maletero más espaciosos de lo que realmente son. En términos absolutos, sin conocer sus medidas, el Insignia ST es un coche grande, aunque para un uso familiar continuado (cargar equipaje, acceso a plazas traseras, huecos interiores o soluciones prácticas e inteligentes) el Octavia vuelve a ganarle la partida.
Parece como si tuviésemos algo en contra del modelo alemán; ni mucho menos es así. La calidad general perciba en el Insignia es incuestionable, y aunque estéticamente la evolución es escasa –el frontal apenas ofrece una parrilla más ensanchada y unas ópticas más estilizadas y la zaga hereda los faros estrenados en el Opel Cabrio– hay que ponderar el aplomo y el rodar ‘deportivo’ del que adolece el Octavia con una puesta a punto de una suspensión más conservadora.
Si el anterior Insignia pecaba de cierta desorganización interior, ahora nos encontramos con un familiar de presentación más moderna y al mismo tiempo más legible así como materiales y terminaciones a la altura de alternativas alemanas premium. Entre otras causas, la clave para lograr esta percepción es la reducción del número de botones en la consola central que han sido sustituidos por un nuevo sistema multimedia desde el que se gestiona las diferentes funciones (equipo de audio, navegación, teléfono…) mediante mandos del volante, el ‘touchpad’, ordenes de voz o directamente presionando en la pantalla táctil. El otro gran cambio, por 240 euros más, es una pantalla en el cuadro de instrumentos digital a color de 8” que, situada entre dos semiesferas con tres agujas (cuenta, combustible y temperatura del motor), puede visualizarse de diferentes maneras destacando un velocímetro numérico superior o uno tradicional en forma de globo en cuyo interior se puede proyectar la información cartográfica (a lo Porsche).
Esta invasión de información con múltiples maneras de intervenir por parte del conductor del Insignia contrasta con la sencillez y organización suprema del Octavia. Como su diseño exterior, el habitáculo del familiar checo puede ser conservador y sobrio, pero al mismo ser agradable y sólido. Es fácil y rápido adaptarse al puesto de conducción del Octavia, con reglajes suficientes para lograr una postura al volante confortable y disfrutar de una buena visibilidad en todos los ángulos. Peor es el mullido tan blando de sus asientos de serie en tela, que al paso de los kilómetros son menos comprensivos con la espalda que los butacones “AGR” (1.852 €) del Insignia: cuero, ajustes eléctricos, extensión de banqueta, memoria, calefacción…
La mayor laguna en materia de equipamiento en el Skoda es no montar, ni opcionalmente, la cámara de visión trasera, elemento común incluso en modelos de menor categoría y que por 288 € más disfruta el Insignia. Por el contrario, los sensores de parking delanteros y traseros del Octavia ‘Selective’ son de serie y funcionan realmente bien, mientras que en la ranchera alemana hay que desembolsar por ellos 548 €. Casi como si fuese un Golf, el nuevo Octavia cuenta (opcionalmente) con equipamientos en materia de confort (acceso y arranque sin llave, radio/navegador con pantalla de 8”, techo solar panorámico) y seguridad (control crucero adaptativo, asistente de cambio de carril involuntario o el ‘Selector de Tipo de Conducción’ con cuatro programas que modifican la respuesta dinámica de diferentes parámetros) que no existían en el modelo saliente.En el Insignia se ponen a punto los equipamientos que ya existían; el Octavia estrena asistentes a la conducción no demasiado caros
Los dos motores diésel 2.0 TDI (Skoda) y 2.0 CDTi (Opel) de inyección directa y turbocompresor destacan por un alto compromiso entre prestaciones y consumos. El Octavia es más refinado y se conforma con 150 cv (163 cv tiene el Insignia), que gracias a un peso significativamente menor, le permite ser más rápido: 8,7 segundos de 0 a 100 por los 9,9 de su rival germano. En las recuperaciones, también se percibe con más alegría la respuesta del checo, con el que no hay que estar tan pendiente del cambio como del alemán, lastrado por los largos recorridos de su transmisión manual. Los consumos son ligeramente mejores en el Opel (6,3 por 6,7 litros a los 100 km.) y el funcionamiento del Start and Stop, sin ser ninguno la panacea, es más suave y rápido en el Skoda.El motor del Octavia es ligeramente más refinado aunque consume unas décimas más que el del Insignia
Dinámicamente, son dos familiares que no desentonan. Al Insignia le avala un chasis superior que aporta un plus a la hora de disfrutar de una conducción más desmelenada. No es ágil enlazando curvas por su tamaño y peso, pero la suspensión sí que sujeta muy bien los balanceos de la carrocería; más si cabe activando el modo ‘Sport’ del chasis adaptativo ‘FlexRide’ con una dirección más rápida y directa. Sin considerar ni mucho menos incómodo al Insignia, pocos familiares más comprometidos con el confort de marcha (quizá el Citroën C5 Tourer) como el Octavia Combi, ejemplar por su estabilidad, impoluto en cuanto a insonorización, y eficaz filtrando las irregularidad del asfalto.
Por confort el Octavia gana la partida; por aplomo y conducción deportiva, el Insignia es muy superior