La seguridad pasiva, basada en la estructura reforzada del chasis que deriva del monocasco del MINI Cabrio, cuenta con barras antivuelco de acero inoxidable, ancladas a la pared de torsión trasera, que crean junto con el parabrisas reforzado, una zona de protección antivuelco para los pasajeros.
El alerón móvil resulta un elemento estético muy atractivo, y a la vez cumple una función aerodinámica importante.
mismos la diversión al volante que esconde este nuevo Roadster. Contamos
con un día soleado, de temperatura agradable, perfecto iniciar la
prueba con el coche descapotado. Plegar la capota manual que montaba el
modelo de pruebas, es sencillo y apenas nos lleva un minuto, tras lo que
colocamos el deflector aerodinámico opcional entre las barras
antivuelco, e iniciamos la marcha.
Con unas sensaciones al volante similares a sus hermanos de gama, la dirección rápida, la respuesta del motor, y la característica sensación de ir en un car (o como lo denominan en la marca: Go Car Feeling), parecen acentuarse al circular a cielo abierto en el MINI Roadster. Seguro que esto ocurre en parte, gracias a la afinada sonoridad de la mecánica que se cuela en el habitáculo, y que lo hace de forma mucho más perceptible que en las variantes cerradas del MINI.
Buscando los límites, el coche se muestra tan rápido como nervioso, y en curvas lentas llega a aparecer un cierto subviraje, como era de esperar dada su condición de tracción delantera. No se trata sin embargo de una reacción demasiado acusada, y aquellos que opten por la opción del Control Dinámico de Tracción (DTC) con Control Electrónico autoblocante (EDLC), de serie en el John Cooper Works, verán dicho subviraje mitigado gracias al diferencial electrónico que simula la acción de un autoblocante.
Un automóvil que se convierte en el máximo exponente de la gama, combinando motores y comportamiento deportivo con una estética roadster muy exclusiva que se convertirá sin duda en el principal reclamo de un coche decididamente rápido.