Espacio, versatilidad y confort
El monovolumen de carrocería compacta y líneas deportivas y frescas de Mazda, el Mazda 5, se mantiene como el modelo familiar de la marca para el mercado español, donde la principal novedad con respecto a su antecesor es el cambio en la denominación de los acabados, pasando ahora a llamarse Style, lo que antes era el Sportive, el tope de gama. Hasta que a finales de año vea la luz la siguiente generación, presentada a los ojos de todo el mundo en el Salón de Ginebra 2010, este Mazda 5 no introduce cambios a nivel de diseño exterior y motores, manteniendo como señas de identidad su versatilidad, confort y espacio: su espíritu familiar.
a favor Motor elásticoHabitabilidad y versatilidadEquipamientoen contraPlaza central traseraMejor con cambio automáticoMecánica algo áspera
Gracias a un comportamiento dinámico extraordinario que ofrece índices de consumo contenidos y un equipamiento fuera de lo común para su segmento, por poco más de 27.000 euros tendrás en tu garaje un coche de diseño fluido, en el que todo nace de sus portentosos y afilados grupos ópticos y se alarga por una línea de cintura agresiva por donde asoman las puertas laterales correderas ?tiles y visuales- y unas grandes ventanillas que aportan luminosidad al habitáculo. Desde que naciera, allá por 1999, con el nombre de Premacy, el Mazda 5 que recibió tal nombre a partir de 2005– apenas ha recibido modificaciones notables en su aspecto. Mide 4,5 metros de largo, 1,76 de ancho y 1.67 de alto con los que configura hasta siete plazas en disposición 2+3+2. Estas dos últimas plazas tienen el inconveniente del acceso, mejorado notablemente por la facilidad de abatimiento de la segunda fila y la introducción de las puertas traseras correderas.
La unidad más alta de gama en ciclo diésel, el 2.0 CRTD de 143 cv, convierte al Mazda 5 en un verdadero filón para extraer nobles prestaciones en largas caminatas de fin de semana, al tiempo que es un coche ágil en el tránsito urbano. Completo, le mires por donde le mires, quizás tenga su mayor contrincante en el siempre atractivo y portentoso Ford S-Max, pero será a partir del próximo otoño cuando el Mazda 5 tenga ante si a su gran adversario: su gemelo Ford Grand C-Max, ambos emparentados a nivel técnico en aspectos como el diseño (puertas correderas) o la configuración de sus plazas (2+3-2). Hasta entonces, el monovolumen japonés tendrá que consolidarse en una categoría en la que destacan: Citroën C4 Grand Picasso, Seat Altea XL, Renault Grand Scenic, Peugeot 5008 o VW Touran .
Para toda la familia
El diseño del Mazda 5 es tremendamente fluido, hasta el punto de que sus grandes dimensiones, sobre todo en longitud con 4,505 metros, parecen reducirse notablemente hasta parecer a simple vista un modelo compacto; de hecho mide casi lo mismo un Mazda 3. La baja altura del conjunto con 1,665 metros y la gran anchura de 1,755 metros, contribuyen a transmitir esta imagen robusta, compacta y deportiva del monovolumen de Mazda. El frontal es agresivo, con unos faros muy afilados que dan paso a una línea general muy aerodinámica. En el lateral llaman la atención las grandes puertas correderas traseras en nuestra unidad, eléctricas-, que en su día fueron una novedad en esta categoría, además de unas deportivas llantas de aleación 17 pulgadas de diseño muy cuidado y unas amplias ventanillas que transmiten una gran luminosidad al habitáculo.
Nos ha admirado lo bien resuelto que está su gigantesco portón trasero, pensado principalmente para facilitar las tareas de carga. El maletero, con la tercera fila de asientos abatida, ofrece una capacidad de 426 litros, ampliable hasta los 1.556 litros si abatimos también la segunda fila. Si viajamos toda la familia, es decir con las siete plazas ocupadas, la capacidad de carga se reduce hasta los 112 litros, con multitud de huecos a nuestra disposición. Los dos asientos suplementarios son suficientes para personas de estatura media, aunque se quedan algo cortos para personas que superen el 1.80. Por lo tanto, la imagen de este Mazda, con el lenguaje Zoom-Zoom saliendo por todos sus poros, es deportiva, de ahí que anteriormente lo comparásemos no por dimensiones- con el genialmente esculpido S-Max.
En el interior el restyling que ha sufrido el Mazda 5 es apreciable en la caja de cambios sobreelevada, una decoración en colores grises y unas butacas delanteras enormemente confortables en el que el conductor tiene todo a su alcance y en el que la consola central, orientada hacia él, tiene un diseño intuitivo gracias a una pantalla táctil con multitud de funciones disponibles. La presentación global y los acabados son admirables, a la altura de lo ofrecido generalmente por Mazda.
La habitabilidad del Mazda 5 es incuestionable. Y es que estamos ante un siete plazas (6+1), fácilmente modulables gracias al sistema karakuri. En la segunda fila de asientos la zona central no sirve para un quinto pasajero, más bien es un transportín duro y estrecho que vale para un niño y que se puede esconder en un cofre de la plaza izquierda, abatiéndose el respaldo a modo de apoyabrazos para los dos ocupantes de esa hilera. Con esta configuración (2+2+2), los ocupantes intermedios viajan anchos, regulando la inclinación del respaldo y la posición longitudinal del asiento. Además, el asiento del copiloto también puede abatirse, aumentando el espacio de carga. A esta funcionalidad se suma la cantidad de espacio para dejar móviles, carteras, vasos, latas y demás, pudiendo contabilizarse exactamente hasta una veintena de huecos por todo el habitáculo.
A nivel de equipamiento el Mazda 5 sigue sin decepcionarnos, ya que el precio final de esta unidad, 31.300 euros, está muy acorde con lo que ofrece: climatizador, conexión AUX mp3 externo, control de crucero, sistema de encendido automático de luces, cargador de 6 cds, elevalunas eléctricos delanteros y traseros, llave retráctil, faros antinieblas delanteros, retrovisores eléctricos calefactables, tiradores del color de la carrocería, sensor de lluvia, bandeja tipo avión tras los asientos delanteros, volante de cuero con mandos multifunción, pomo de palanca de cambios de cuero y el pack travel, que incluye, faros de xenon, bluetooth, navegador+cámara de visión trasera, DVD para plazas traseras y puertas correderas eléctricas. Ahí es nada.
El comportamiento de este monovolumen compacto es muy ágil, con la diversión al volante garantizada, gracias a un chasis muy estable y unas suspensiones adaptadas perfectamente al mayor peso de los motores diesel, en el eje delantero con sistema independiente McPherson y en el trasero independiente Multi-Link. El resultado entre las suspensiones de reglaje duro y la rigidez del chasis es un gran equilibrio de marcha y un tacto muy preciso de conducción, favorecido notablemente por una nueva dirección hidráulica. El equipamiento de seguridad activa incorpora ABS con distribuidor electrónico de la frenada EBD, asistencia a la frenada de emergencia y control de estabilidad DSC con control de tracción TCS. Todas estas tecnologías ofrecen grandes dosis de seguridad a los pasajeros del Mazda 5.
Antes de terminar hay que destacar las prestaciones del bicho. Hablamos de una unidad que supera los 1.500 kilos y en el que su propulsor, 2.0 common rail con turbo variable, concede una fuerza nada desdeñable a bajas revoluciones y apura sus pulmones hasta las 3.500 vueltas cuando el motor concede 143 cv que en algunos momentos parecen algunos más. El habitáculo en ningún momento nota las vibraciones. El trabajo de los ingenieros ha sido admirable, dotando al Mazda 5 de un cierto rango en autovías y carreteras con curva, sin que ello rebaje la comodidad de los pasajeros. El CRTD diésel es sin duda una de las opciones más interesantes del Mazda 5 pues no se resiente el consumo en comparación con el de 110 CV y sí ofrece mayores prestaciones.
Con una velocidad punta de 196 km/h y una mecánica algo áspera, echamos de menos un cambio automático en la unidad probada que aumentaría la comodidad en la conducción, aunque la transmisión manual de seis velocidades nos proporciona un tacto preciso y contiene bastante bien un consumo de combustible que se fija en 7,5 l/100 km en ciclo mixto. La dirección es rápida y los frenos, sin excesos, son precisos. Todo sumado es igual a un comportamiento ágil y una pisada con mucho aplomo.