Las bicis eléctricas echan a rodar en Madrid con Ana Botella dando ejemplo
Dando ejemplo, Ana Botella ha aprendido el manejo del sistema de adquisición de la tarjeta que permite utilizar estas bicicletas y ha recorrido en una de ellas aproximadamente un kilómetro y medio entre las plazas de Cibeles y de Colón y la Puerta de Alcalá.
Calzada con zapato plano y vestida con pantalón estrecho, sin bolso, Botella ha pedaleado acompañada por miembros de su equipo, responsables de la empresa que ha puesto en marcha el servicio -Bonopark-, representantes de asociaciones de ciclistas y periodistas, deteniéndose en los semáforos como debe ser y sin perder la sonrisa, como en ella es habitual.
Después, en declaraciones a los periodistas, la alcaldesa ha hablado de ‘cambio cultural’ y ha advertido de que habrá que ir ‘poco a poco’ -lo ha repetido media docena de veces-, con este servicio municipal de alquiler de bicis como ‘catalizador’ de lo que el gerente de Bonopark, Miguel Vital, acababa de calificar de ‘revolución’.
La regidora ha animado a los conductores a sumarse a ese cambio cultural y a ‘ir cambiando los hábitos’ para conseguir en Madrid ‘una coexistencia pacífica y que impere la tolerancia y el respeto’ entre automovilistas, peatones y ciclistas en lo que debe ser una ‘ciudad de todos y para todos’.
Todavía, ha reconocido el uso de la bicicleta no es demasiado grande en la capital de España, aunque el incremento de los carriles reservados o compartidos lo ha incrementado un 17 % entre 2012 y 2013.
A ese aumento del uso contribuirá también el hecho de que las bicis públicas de alquiler sean eléctricas, primero porque se amplía así el número de personas que puede utilizarlas y también porque Madrid, a diferencia de otras ciudades en las que este medio de locomoción está muy extendido, tiene lo que la alcaldesa ha calificado como una ‘orografía difícil’.
Según Ana Botella, el uso del sistema es ‘fácil e intuitivo’.
Quien quiera utilizar una de las 1.560 bicicletas eléctricas dispuestas fundamentalmente por el distrito Centro de la ciudad, aunque también por Salamanca, Arganzuela, Retiro, Moncloa-Aravaca y Chamberí -la parte central del interior del anillo de la M-30- debe acudir a uno de las 123 estaciones que se han ido instalando en las últimas semanas.
Las bicicletas estarán allí, amarradas en 3.120 anclajes, los 365 días del año las 24 horas del día, a diferencia de otras ciudades donde se retiran por las noches.
En la ‘base’ o ‘totem’ que hay junto a los anclajes se debe obtener una tarjeta anual, que cuesta 25 euros para los que no tienen abono transportes y 15 para los que sí lo tienen, o una ocasional.
Con el abono anual, la primera media hora -que en algunas ciudades es gratis- costará 50 céntimos y las siguientes medias horas 60 céntimos, aunque a partir de las dos horas cada 60 minutos o fracción saldrá a cuatro euros.
En cambio, con la tarjeta ocasional, la primera media hora costará dos euros y las siguientes horas o fracciones cuatro euros.
Se compensará con 10 céntimos a aquellos que alquilen la bicicleta en estaciones con mucho uso o las devuelvan en estaciones con menos uso.
De acuerdo con la nueva ley estatal de tráfico, solo los menores de 16 años estarán obligados a llevar el casco cuando monten en bicicleta por la ciudad.
Aunque el responsable de Bonopark -empresa que ganó un concurso para gestionar este servicio público y que ya ha creado para ello 60 empleos estables- lo ha calificado como ‘pionero y revolucionario’ por ser ‘totalmente eléctrico’, Madrid no es ni mucho menos la primera gran ciudad española en sumarse al alquiler de bicicletas.
Barcelona cuenta desde 2007 con 6.000 bicicletas públicas, Valencia ofrece 2.750, Sevilla 2.500, Zaragoza 1.300 y Valladolid 260.
Solo San Sebastián tiene una flota eléctrica como Madrid aunque en su caso son solo un centenar de bicicletas.
Hoy, Ana Botella ha asegurado que cumplía ‘un compromiso personal’, aunque para ello haya tenido que esperar a que la crisis diera un respiro.
Por Eduardo Sobreviela.