Jaguar Serie XK XK140 OTS

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LEYENDA DEPORTIVA

En la década de los 50 se fabricaron diversos deportivos de gran belleza, pero entre todos ellos destacaron especialmente las series XK de Jaguar, pues conjugaron a la perfección una preciosa y suntuosa silueta con unas cualidades dinámicas que le permitieron lograr numerosos éxitos en competición, entre ellos cinco victorias en las 24 Horas de Le Mans.

La serie XK nació en 1948 con el modelo XK 120, que era impulsado por un seis cilindros en línea de 3,4 litros y 160 cv. Hasta 1961, año en que se comercializaron las últimas versiones, se pasó por diferentes tipos de carrocería (roadster, coupé y cabriolet) y varios aumentos de cilindrada y potencia (hasta los 3,8 litros y 265 cv del XK 150 S). Cuando en los años 60 fue sustituido por el no menos famoso E-Type se habían construído unas 30.000 unidades de la serie XK, pero cada modelo concreto tien su parte de historia, y este XK 140 OTS posee una de las más interesantes.
El Jaguar XK 140 OTS (Open Two Seater) era en su época uno de los deportivos más rápidos, pero con el fin de ofrecer algo todavía más potente y exclusivo la firma británica decidió lanzar una edición limitada de motores con la culata ‘Tipo C’ de competición, con la cual los XK vencieron en 1951 las 24 Horas de Le Mans, ganando así unos caballos extra y mejorando significativamente las prestaciones.
Nuestro protagonista de hoy, del que se fabricaron mil unidades, desarrollaba 210 cv a 5.750 rpm, podía superar los 200 km/h de velocidad máxima y acelerar de 0 a 100 km/h en menos de nueve segundos. Unidades cuidadosamente conservadas como esta tienen un precio en el mercado de los clásicos superior a los 60.000 euros.
Enrique Marco, Autocity.
14 de Agosto de 2002.

Detalles

DETALLES

Los cuatro metros y medio de largo del Jaguar XK 140 derrochan elegancia y belleza por los cuatro costados, más aún en nuestra versión: OTS, la abierta de dos plazas. Llama la atención el largo capó y la retrasada posición de los asientos, desde los cuales se divisa la curiosa y ondulada parte delantera, que se prolonga casi tres metros hasta el parachoques. Los abundantes cromados de conjugan en plena armonía con las características llantas de radios, tan comunes en su época. Las pequeñas puertas sorprenden por carecer de manecilla, debiéndose abrir por dentro, mediante una especie de tirador, que en principio parace algo rudimentario pero que resulta ser cómodo y práctico. Por último, la trasera no es menos imponente que el resto del coche, con sus correspondientes cromados, dos salidas de escape y pequeños pilotos (los de intermitencia no son originales pero tuvieron que ser instalados para el paso de la ITV). Abriendo la puerta del maletero nos encontramos con un espacio en el que se guarda la capota y las ventanillas, pero en el que todavía caben un par de bolsas de viaje.
El interior, como corresponde a un roadster, no es amplio, aunque dos personas pueden viajar sin excesivas apreturas. Por lo que se refiere al salpicadero, éste es sencillo, con el tablero de mandos en el centro, pero con una completa información agrupada en cinco esferas en las que encontramos los relojes de cuentavueltas, velocímetro (en millas), temperatura del agua, del aceite, indicador de gasolina, de la batería y reloj horario, además de algunos chivatos. Los asientos de cuero, aunque separados, no tienen casi espacio entre uno y otro, y son reclinables para facilitar el montaje de la capota. Destaca por su reducido tamaño la palanca de cambios, que se encuentra en posición algo adelantada.

Mecanica e Impresiones

MECANICA E IMPRESIONES

Al arrancar el motor y escuchar su melodía, el XK 140 nos enamora todavía más de lo que ya estabamos al contemplarlo en parado. Su mecánica, de seis cilindros en línea y 3.442 centímetros cúbicos destacaba en la época por incorporar el doble árbol de levas en cabeza. Con sus dos carburadores SU, el XK 140 ‘normal’ daba 190 cv a 5.500 rpm, pero la antes mencionada culata ‘Tipo C’, que provenía de los Jaguar de competición, elevaba la potencia hasta los 210 cv. Las prestaciones que alcanzaba este ‘felino’ a mitad de los 50 eran espectaculares, pues pocos podían superar los 200 km/h y acelerar como lo hacía el Jaguar, y eso que su peso se situaba ya en más de 1.300 kilos.

Por lo que se refiere a su configuración, estamos ante un chasis formado por largueros longitudinales con refuerzos en X. La posición del motor es delantera y la propulsión, por supuesto, trasera; mientras que las suspensiones son independientes por barras de torsión (la delantera) y por eje rígido con ballestas (la trasera). Las sensaciones en la conducción, como es lógico, difieren mucho a las que se obtienen en un coche moderno. Principalmente nos llamó la atención el generoso diámetro y delgado aro del volante, que evidentemente no traía dirección asistida, y la dureza de los pedales, ya que, por ejemplo, el freno no tenía servoasitencia, por lo que para detener el vehículo había ejercer una fuerza considerable. Aunque en el XK 150 se montaron discos en el tren delantero, los XK 120 y XK 140 venían de serie con los cuatro tambores. La caja de cambios es de cuatro velocidades -la primera velocidad sin sicronizador- y una vez acostumbardos se maneja con cierta facilidad. Y en cuanto a manejabilidad, entre la considerable distancia entre ejes (2,59 metros), la dureza de la dirección y las grandes -para la época- llantas de 16 pulgadas, vemos que hacen falta unos cuantos metros y algo de tiempo para realizar giros en espacios reducidos.
Una vez concienzados de que la tecnología no avanza en vano y que ha pasado ya medio siglo desde su concepción, nos relajamos y disfrutamos enormemente del sonido y de la fuerza de su motor, como de la deportiva posición de conducción -con las piernas muy estiradas-, o del placer que da viajar en un vehículo abierto. Por si fuera poco, todas estas sensaciones se combinan deliciosamente con la nostalgia y el recuerdo de la historia que ha marcado uno de los grandes depotivos del siglo XX. Sencillamente, conducir un Jaguar XK 140 OTS es uno de esos escasos placeres que no son pecado, aunque en este caso, sí caros.
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