Como alma que lleva el diablo
La división de competición y de máximas prestaciones del grupo Fiat, Abarth, da un giro de rosca más en sus ensamblajes de coches pequeños, diseño racing y motores hipervitaminados: es el turno del Abarth 500 Esseesse, un pequeño 500 con alma de diablo y 160 cv de potencia máxima, que hará las delicias de todo aquel que busque un coche puro de circuito o carretera de montaña. Todo, absolutamente todo, en este Abarth, está preparado para la diversión del piloto, para extraer el máximo de las cualidades dinámicas de un coche endurecido hasta topes inimaginables, con unas formas más agresivas que la unidad de la que deriva el 500 de toda la vida-, difusor trasero incluido, y un motor hiperpotenciado para sentirnos como un piloto de karting en vías reviradas, en puertos de montaña, porque es ahí donde este diablillo podría rebasar a muchos modelos de superior categoría y precio.
a favorHabitáculo con soluciones RacingMotor hipervitamindadoDirección de suma deportividaden contraMuy incómodo de suspensionesConsumo real bastante elevadoTacto mejorable de la palanca de cambios
No nos pilla de nuevas el contacto con la versión Abarth 500, que, de serie, sin el kit Esseesse, desarrolla unos importantes 135 caballos; como en su momento titulamos un pequeño killer. El precio de éste era de 18.800 euros, mientras que la unidad de pruebas que tenemos ahora ante nosotros asciende hasta los 21.398 euros. Es decir, el margen en el precio está en esos caballos extras y en algún pequeño retoque en el chasis para afilar más aún a este Abarth, que se retuerce con gran habilidad en el paso por curva y cuya pisada es tan, tan firme tan brutalmente contundente- que puede destrozar espaldas en caso del que terreno sea bacheado. No apto para personas con problemas en lumbares, dorsales y cervicales.
La maquinita que vamos a conducir está propulsado por un motor de 1.398 centímetros cúbicos, que necesita de beber alto octanaje de gasolina sin plomo y, evidentemente, viene acompañado de un turbocompresor que arrastra toda la fuerza a lo largo de un régimen motor muy elástico, ofreciendo sensaciones que muy pocos coches por este precio te otorgan. Por dentro, aunque a continuación entraremos más a fondo, se mantienen los detalles con respecto a su hermano pequeño, con un salpicadero estilo retro, que mezcla perfectamente con detalles en cuero y aluminio en diferentes puntos clave del habitáculo. Está homologado para cuatro plazas, un 2+2 al más puro estilo coche deportivo italiano, y su cofre de maletero se extiende hasta los 185 litros de capacidad.
Un coche agresivo y con ADN propio
Abarth ha transformado este utilitario en un coche agresivo desde cualquiera de sus vistas, destacando un aumento en la anchura de las vías, los paragolpes deportivos y las llantas y discos de freno ventilados específicos del kit Esseesse. Su figura asoma más inflada que el resto de la familia 500, sobresaliendo, al igual que en el Abarth 500 de 135 cv, por sus hendiduras más grandes y un capó más alargado como consecuencia del mayor tamaño de su motor turbojet. En la zaga, deportiva como pocas, brillan un alerón aerodinámico, la doble salida de escape y sobre todo el difusor trasero. Para lo bueno y para lo malo, esto es un coche italiano.
A la vista y al tacto los materiales, como viene siendo habitual en los últimos años en todo el grupo Fiat, son de notable calidad, destacando un salpicadero de estilo retro -incluido el logo 500 cromado en la parte derecha-, con detalles en cuero y aluminio que alimentan ese espíritu racing tan de Abarth.
Por dentro, lo más destacado son los asientos deportivos que, a pesar de incorporar unas prominentes sujeciones laterales, son insuficientes para sujetar y fijar nuestro cuerpo en el respaldo si pisamos al máximo el acelerador en zonas complicadas. Más, la altura libre hasta el techo es suficiente para conductores de talla media-larga, más de lo que podíamos esperar, aunque el espacio para las plazas traseras es ínfimo, fruto de lo tendido que está el portón trasero. Nos sorprendió lo complicado que era encajarse correctamente, con cierta amplitud, frente al volante, ya que éste no era regulable en profundidad y los pedales apenas tienen distancia entre si. Es posible alejarse de los pedales echando para atrás el asiento, pero entonces el volante queda demasiado lejos, y todavía se reduce más el espacio en la hilera trasera.
La instrumentación es similar a la de un Fiat 500, aunque tiene alguna especificación orientada hacia la deportividad que arrastra el modelo. Lo primero es que el velocímetro central y circular marca hasta 240 km/h, acompandose de un indicador GSI ?Gear Shift Indicator, que mide la presión de sobrealimentación, cómo está actuando el turbo, de tal manera que un diodo luminiscente se enciende intermitentemente. Este indicador, a la izquierda del bloque de dirección, avisa tanto como recomendador de cambio de marcha en pro de un consumo más bajo- como cuando el motor está llegando a su tope de giro, al corte de encendido. Además, nos encontramos con el sistema Blue&Me TM MAP, que no es nuevo en Fiat, pero que en este Abarth proporciona funciones de telemetría, al más puro estilo F1: velocidad de rotación del motor, velocidad del vehículo, marcha introducida; y si te vas a un circuito, la posición del coche o cronómetro para medir el tiempo por vuelta.
Bajo este capó, escorpión esculpido incluido, nos encontramos un motor de cuatro cilindros en línea de 1.4 litros con turbocompresor que desarrolla 160 cv a las 5.750 rpm, con un par motor máximo de 230 Nm para un peso de apenas 1.000 kg. Asociado a una transmisión manual de cinco velocidades -la palanca de cambios es mejorable-, el 500 Esseesse acelera de 0-100 en 7,4 segundos, alcanzado una velocidad punta de 211 km/h, para un consumo medio homologado de 5,4 litros a los cien, aunque según nuestra medición se dispara hasta los 8,2 l/100 km.
Lo primero que hay que decir sobre sus cualidades dinámicas es que es un coche rápido en cualquier tipo de circunstancias, que su par motor nos va a sacar de cualquier apuro estemos donde estemos del régimen motor. Empuja con mucha, mucha vehemencia, permitiéndonos incluso el lujo de acelerar en plena curva gracias a su adherencia lateral y una sorprendente estabilidad a la hora de cambiar el reparto de pesos. En ningún momento el coche se nos escapa fuera de nuestro control. El tacto de la dirección es soberbio. Nos colocamos ante un volante de aro grueso y tres radios con mandos multifunción. Su guiado es superlativo, respondiendo de inmediato y con precisión a la trayectoria indicada. La dirección se va endureciendo progresivamente a medida que aumentamos la velocidad.
En la única circunstancia donde hemos notado algún atisbo de inseguridad es en la frenada en curva a alta velocidad. De ahí que realizar una corrección a la par que tocamos el freno, pude conllevarnos algún susto. En este Essesse, las irregularidades en el piso o frenar en curva tienen un efecto directo y rápido en la trayectoria. Los frenos, eso sí, otorgan mucha deceleración y resisten bien un uso intenso y continuado, de ahí su espíritu de coche de circuito.
¿Qué si es incómodo de conducir? Pues sí, no es un C6 ni un A8, para que nos vamos a engañar. Es durísimo de suspensiones poco recorrido- y sus neumáticos son de perfil bajo. En carreteras bacheadas, el rebote en el puesto de conducción es continuo y molesto, con el riesgo de poder perder la trayectoria adecuada. Con unas llantas de serie de 17 pulgadas montadas sobre neumáticos de 205/40/V delante y detrás, el Abarth 500 Essesse no es el coche más cómodo para viajar, para trayectos largos. Un último apunte, si activamos el modo Sport en el salpicadero-, las sensaciones deportivas son máximas, con un giro de régimen motor más elástico, ofreciendo más caballos a más bajo régimen y ablandando ligeramente el pedal del acelerador para sentir emociones más fuertes.