La misión es doble con el Gran Premio de Estados Unidos, que se celebra entre hoy y el próximo domingo: conseguir el máximo impacto monetario para su capital y a la vez integrar esta iniciativa dentro del buen momento económico que vive el estado.
Austin, en el corazón geográfico de Texas, espera repetir los datos del año pasado, cuando acogió la carrera por primera vez y 265.500 visitantes pasaron por las instalaciones, una de las mejores cifras de asistencia de los circuitos internacionales de automovilismo.
Se calcula que la Fórmula 1 dejó en Texas el año pasado un gasto de 546,3 millones de dólares por parte de los aficionados y las empresas del sector, según detalló a Efe la portavoz de Austin Convention and Visitors Bureau, Shilpa Bakre.
Además, las estadísticas suman unos 30 millones de dólares más en forma de impuestos estatales, que ya de por sí son bajos en Texas.
El gobernador del estado, el republicano Rick Perry, cree que la organización decidió ubicar el gran premio en Texas porque está experimentando ‘un fenómeno económico que no está pasando en ningún otro lugar de Estados Unidos ni quizás del mundo’.
Perry lo afirmó esta semana en un artículo sobre el peso de la Fórmula 1, titulado ‘Texas es el futuro’, en el que defendió el crecimiento económico de la zona: ‘Lidera la creación de empleo y la economía es próspera, es por eso que fue posible construir un circuito de 400 millones de dólares’.
A la vez, confió en el Gran Premio de Fórmula 1 como un motor de nuevos sectores económicos, como la producción industrial de componentes del automóvil y la investigación tecnológica, principalmente en sistemas de frenado y aerodinámica.
La ciudad de Austin también cuantificó el impacto económico que generará el Gran Premio: 190 millones de dólares de publicidad gratuita para Austin en los mercados internacionales.
Solo en propinas, obligatorias en los restaurantes estadounidenses, se recaudaron 15 millones, según las autoridades locales, que creen que se traducirán en más compras por parte de la población local durante la campaña comercial de Acción de Gracias y Navidad.
Se verán restaurantes llenos, varios espectáculos musicales al día, concierto estrella de Sting, atracciones, fiestas privadas y, sobre todo, ocupación hotelera al máximo: al 98% hace un año.
De hecho, muchos hoteles duplicaron o triplicaron sus precios para este fin de semana, moteles de 50 dólares la noche cuestan casi 200 y hoteles en el centro cobran la noche a 700 dólares.
Esta inyección económica se engloba en un buen momento para la ciudad de Austin, que se encuentra entre las de mayor crecimiento demográfico del país y también cuenta con plazas destacadas en los ránkings de innovación, ecosistema emprendedor y calidad de vida.
Los aeropuertos de Austin y San Antonio reciben estos días muchos más pasajeros, vuelos privados y chárter, buena parte de ellos desde México.
Entre los turistas del país vecino para la ocasión y los habitantes de Texas de origen mexicano, se espera que, por segundo año consecutivo la bandera y los cánticos latinos sean de los más presentes entre el público.
Las instituciones de la zona esperan también atraer a australianos, brasileños y europeos, aunque no se encuentren en Austin el clima que uno espera de la sureña Texas. Se esperan mínimas de 10 grados centígrados para el domingo.
Damià Bonmatí