La prueba de motos más exigente del mundo regresaba por tercer año consecutivo a Sudamérica con más competidores, un nuevo trazado más peliagudo y los principales tenores de cada categoría listos para lanzarse al ruedo.
Coma era uno de ellos. El discreto papel del año pasado, cuando a media carrera fue penalizado con seis horas acusado de hacer trampas, pesó menos que los títulos conseguidos en 2006 y 2009, y fue considerado un claro aspirante a la victoria.
Pero los organizadores no querían que el rally se convirtiera de nuevo en un pulso entre Coma y el francés Cyril Despres, ganadores de las últimas cinco ediciones, y obligaron a todos los corredores a ir en motos de 450 cc.
Si buscaban una carrera más igualada, la clasificación final demostró que esa no era la manera de lograrlo. Coma y Despres evidenciaron desde el principio que están un escalón por encima del resto de pilotos, y eso no pueden cambiarlo unos cuantos centímetros cúbicos de más o menos.
Con una KTM que funcionaba a las mil maravillas, unos neumáticos Michelin que le hicieron olvidar el calvario de 2010 y un nuevo ‘mochilero’, Joan Pedrero, que marchaba como un tiro, el piloto de Aviá se sintió con la confianza necesaria para poner la directa hacia el campeonato.
Fiel a su estilo de ir día a día, fue pasando las jornadas sin cometer errores, mientras su principal rival, Despres, se ganaba una penalización de diez minutos por un error absurdo al inicio de la cuarta etapa.
Diez minutos es una distancia insignificante en una carrera como el Dakar, pero el galo ya se puso a remolque de Coma, a expensas de algún pequeño error que el catalán nunca cometió.
En etapas en las que casi todos los pilotos se equivocaban al leer el libro de ruta, Coma surcaba las dunas con rumbo fijo, o si se despistaba en algún punto, perdía menos tiempo que el resto de competidores y rápidamente encauzaba su camino.
Despres, en cambio, dinamitó del todo sus opciones en la décima etapa, entre Copiapó y Chilecito, cuando se equivocó de trazado en varias ocasiones y se zambullió en el agua y el barro de un río tras precipitarse por un pequeño barranco de tres metros.
Ese día perdió diez minutos más, y quedó a casi veinte minutos, una distancia prácticamente insalvable que Coma se encargó de administrar magistralmente hasta el final del rally.
Con su tercer Dakar, el catalán sigue batiendo registros en el libro de récords del motociclismo español, y se convirtió en el único piloto que ha logrado esa hazaña.
Otra conquista ilustre es la del qatarí Nasser Al Attiyah, que obtuvo la recompensa a su empeño y logró ganar su primer Dakar en la categoría de automóviles.
Al Attiyah es, probablemente, uno de los personajes más exóticos del Dakar. Príncipe en su país por los vínculos de su familia con el emir qatarí, combina la pasión por el motor con la práctica del tiro olímpico, disciplina en la que fue cuarto en Atenas 2004.
Simpático y atento como pocos, Al Attiyah había reconocido en varias ocasiones que había dos cosas que lo obsesionaban: ganar el Dakar y obtener una medalla de oro en unos Juegos Olímpicos.
Este año realizó uno de sus sueños, y cuando aún no había subido al podio de Buenos Aires ya anticipó que en 2012 regresará al rally para defender su reinado.
La competición de coches prometía revalidar la batalla fratricida entre Al Attiyah y Carlos Sainz del año pasado, que se decantó a favor del español, aunque todas las previsiones se fueron al traste en la décima etapa, entre Copiapó y Chilecito.
Sainz y su copiloto Lucas Cruz encallaron en una pequeña duna, se perdieron en varias oportunidades, pincharon una rueda y rompieron la caja de cambios.
Una nefasta jornada que, sin embargo, fue paradisiaca comparada con la siguiente, la undécima, en la que pisó un socavón y rompió la dirección y la suspensión trasera de su Volkswagen Race Touareg.
Ese día perdió más de una hora y cuarto respecto a Al Attiyah, que empezó a festejar un triunfo que se le había escapado en sus seis participaciones anteriores en el rally.
Primer triunfo en el Dakar para un piloto de Qatar. Sainz ha admitido que no tiene claro si correrá el año que viene. Al Attiyah lo hará, aunque su próxima gran gesta puede ser en los Juegos de Londres 2012.
Gerard Soler