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Probamos la cuarta generación del crossover de tracción total permanente de Subaru, el Outback 2010, que incorpora por 2.000 euros más la novedosa transmisión automática de variador continuo y de seis velocidades, AT Lineartronic, y rompe a simple vista con todo lo que había supuesto anteriormente un modelo siempre ligado a la carrocería familiar de la berlina de la marca nipona, el Legacy. Y es que la mayoría de las modificaciones que ha sufrido esta unidad van encaminadas a dotarle de un comportamiento más contundente en vías sin asfaltar, con un precio más contenido que sus rivales más directos, el Audi A4 Allroad y el Volvo XC70, y unos consumos muy agradecidos en la versión gasolina (2.5i) probada.
Ataca Subaru con todas las armas a su alcance, una capacidad interior que crece un 8%, según cifras oficiales, gracias a que la anchura y la batalla aumentan en 5 y 7 centímetros, respectivamente, incorporando al Outback el deseado cambio automático y puliendo detalles (véase, el consumo) para optimizar una conducción urbana que se ve lastrada por sus superlativas dimensiones. Con la habitabilidad como otro de sus pilares, la presentación también ha ganado muchos enteros, con materiales de mayor calidad, aunque sigue faltando la guinda del pastel: los acabados no son perfectos, no están a la altura de sus competidores Premium, que pisan fuerte y con tesón en este segmento.