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DEPORTIVO URBANO
Pequeño, veloz, deportivo y tremendamente llamativo, así es el Smart Roadster. Una auténtica caja de radicales sensaciones que se desatan en cuanto hacemos rugir al pequeño pero explosivo propulsor de tan sólo 799 c.c. y 61 caballos de potencia. Es el segundo producto que Smart lanza al mercado en España y su posicionamiento aunque muy diferente al de su predecesor comparte con él una característica esencial; la ausencia de competidores pues tan sólo se asemeja el Opel Speedster, mucho más radical en su planteamiento.
Factores como la alta sonoridad en el interior del habitáculo, la dureza de sus suspensiones o su exiguo maletero, limitan mucho la utilidad de este modelo a la hora de desplazarse en trayectos largos, pero a cambio podemos disfrutar de una conducción al más puro estilo kart debido a su bajo centro de gravedad y la rapidez de reacciones. Su diseño targa, atrevido sin paliativos, no hace concesiones a la discreción acaparando curiosas miradas allá por donde circulemos.
Jorge Rubio, Clemente Vidal, Autocity.
14 de Octubre de 2003.
Al
volante
CONDUCCION
El propulsor es lo que más sorprende de todo el conjunto mecánico, amén de unos poderosos frenos con ABS y EDB que realizan su labor con insultante eficacia gracias a su gran potencial para un conjunto tan ligero (790 kg). En cuanto al motor tricilíndrico, nada haría pensar al mirar la ficha técnica que el cubicaje y la potencia pueden otorgar un carácter tan radical a este revoltoso Smart, que si bien es cierto que se queda un poco corto cuando afrontamos una autovía, en terrenos virados sorprende por su aceleración gracias al trabajo del turbo y a unos desarrollos cortos del cambio que hacen que la aguja esté constantemente al borde de la línea roja. La transmisión es secuencial, con seis marchas y aunque en un principio parece perjudicar la conducción deportiva, una vez nos habituamos resulta excitante ir jugando con las levas situadas tras el volante encajados en el puesto de conducción con las piernas totalmente estiradas y casi a ras de suelo.
El bramido procedente de la parte trasera donde se aloja el motor incita de forma constante a pisar sin piedad el acelerador cuando encontramos una zona virada. Es el lugar idóneo para disfrutar de su raza deportiva proporcionada por la tracción trasera y un bastidor que no se despeina ante los apoyos fuertes. Los cambios de trayectoria los ejecuta con extraordinaria agilidad gracias en buena medida a una dirección tremendamente rápida y precisa, como corresponde a un coche de este talante. Las suspensiones limitan mucho los rebotes por lo que la confianza en conducción deportiva es plena, aunque resultan algo incómodas para una circulación más tranquila. Incorpora de serie control de estabilidad (ESP) para cualquier imprevisto aunque las reacciones del coche son predecibles y divertidas, deslizando el tren trasero con sorprendente facilidad, pero recuperando presto la trayectoria cuando decidimos corregir: un auténtico juguete para adultos.
Los consumos que arroja son sorprendentemente bajos, de hecho pocos por no decir ningún coche de gasolina bebe tan poco ofreciendo este nivel de prestaciones; 7,2 litros de media es lo que arroja tras conducir un centenar de kilómetros sin darle respiro. Si bajamos el pistón, realizando una conducción moderada no pasa de los 5,5 litros en ciclo combinado, una cifra cuando menos llamativa para un motor de gasolina.
Interior
INTERIOR
El habitáculo sigue fiel al estilo smart impuesto por sus predecesores, con materiales de batalla y una estética alegre y juvenil. Al principio resulta difícil encontrar la postura ideal al volante con las piernas horizontales pero una vez nos habituamos la sensación es de comodidad, con una posición concebida para disfrutar al máximo de la conducción. La maniobra de entrar y salir del coche resulta algo complicada si uno no es ágil y más bien pequeño; alguien de más de 1,85m de altura lo tiene realmente complicado. Pero una vez dentro la envolvente sensación rácing nos hace olvidar estos pequeños inconvenientes.
Los asientos cumplen su cometido a la perfección, sujetando el cuerpo muy bien en todo momento a la vez que proporcionan comodidad a los ocupantes. Hay que tener en cuenta que la unidad de pruebas incorporaba butacas deportivas que no son las de serie. El ruido procedente del motor resulta a veces ensordecedor, aunque a algunos les pueda parecer indispensable este sonido para sentir el espíritu deportivo de este pequeño bólido.
El interior peca de poco práctico por el escaso número de huecos portaobjetos y una guantera en la que caben los papeles y gracias. El maletero tampoco va sobrado en este aspecto. Tiene dos, uno delante y otro mucho más pequeño en la parte trasera, justo encima del motor. El anterior tiene 59 litros de capacidad y el posterior 45 litros, lo justo para una escapada de fin de semana.
Para disfrutar al máximo lo que nos ofrece este roadster nos sobra el techo rígido de dos piezas que libera nuestra melena al viento. Hay que operar de forma manual para retirarla se puede alojar en el compartimento trasero. La unidad de pruebas llevaba montada la capota de lona de accionamiento eléctrico que esté disponible como opción a un precio de 1.080 €.; aunque algo cara obviamente resulta muy cómoda pues además puede accionarse una vez en marcha y a cualquier velocidad.
El equipamiento de serie es algo justo en la versión básica cuyo precio es de 18.850 €. Los airbag delanteros, el mando para cierre centralizado o los espejos eléctricos son lo más destacable, mientras que elementos como el aire acondicionado o la radio-cd se echan en falta. Si queremos dejarlo como nuestra unidad de pruebas, a la que no le faltaba absolutamente de nada, pues incluía el pack cuero, el seguridad plus, el confort y el deportivo, el precio se incrementa en 5.436 €, situándose en 24.285. De esta manera se convierte en un verdadero capricho, por precio y por un equipamiento cuidado hasta el último detalle con airbag laterales, dirección eléctrica, asientos deportivos en cuero o unas vistosas llantas spikeline de tres radios.