El Skoda Yeti es un coche que vale para todo y proporciona un uso muy agradable. Lo decíamos en el Yeti lanzado en 2009 y lo seguimos diciendo ahora tras la profunda remodelación experimentada a principios de 2014. Sigue sin ser un modelo que entusiasme por su diseño, pero es tan fácil sentirse a gusto conduciéndolo que más de uno quedaría gratamente sorprendido si lo probase. Lo único que ha cambiado un poco es su posicionamiento en el mercado, pues si bien cuando nació hace casi 5 años lo comparábamos con el anterior Nissan Qashqai o con el VW Tiguan; ahora también es posible enfrentarlo a los Nissan Juke, Renault Captur o el Peugeot 2008 entre otros; aunque los tres modelos mencionados son algo más pequeños que el checo.
a favor-Muy funcional-Comportamiento sobresaliente-Relación calidad/precioen contra-Consumo a altas revoluciones-Diseño interior austero
Para ver cómo se sitúa y funciona hoy día el pequeño SUV de Skoda nos subimos a un Yeti Outdoor 1.2 TSI Elegance con el cambio DSG y tracción delantera (la tracción 4×4 está disponible para el 1.8 TSI y el 2.0 TDI). Lo de “Outdoor” es porque desde el restyling introducido a comienzos de año se ofrece la posibilidad de elegir dos tipos de estética, que cuestan lo mismo y que, a nuestro juicio, nos parece significativamente más atractiva ésta con sus tintes todoterreneros. Y en cuanto al motor, caja y equipamiento, nos tocó probar el pequeño pero poderoso 1,2 litros turbo de gasolina de 105 cv asociado al extraordinario cambio automático DSG y al nivel de equipamiento más completo. Su precio de tarifa sin contar descuentos es de 24.810 euros, un coste muy razonable si tenemos en cuenta el amplio equipamiento que ofrece de serie y lo satisfactoria que resulta su conducción.
Con unas medidas de 4,22 metros de largo, 1,79 metros de ancho y 1,69 metros de alto, el renovado Yeti se sitúa como algo más grande que los nuevos SUV urbanos recientemente aparecidos y más pequeño que los tradicionales SUV compactos. Cuenta con la baza a su favor de tener un gran maletero, pues los 405 litros (ampliables a 1.580 litros si reclinamos los asientos traseros) no están al alcance de cualquiera que sea tan compacto por fuera. Además los recientes retoques estéticos le han sentado bien, con nuevos grupos ópticos que incluyen leds para la iluminación diurna (Elegance) y unos agraciados elementos con look off road en la versión Outdoor (protectores de bajos, paragolpes, molduras, etc).
Nos subimos a nuestra unidad de pruebas, que venía con el color azul pacífico (una tonalidad sin metalizar por la que no es necesario pagar ningún extra) y con un interior marrón claro cuyos asientos vienen de serie tapizados en cuero, un lujo reservado como dotación de serie a esta versión Elegance. Otro elemento que suele ser opcional y en este Yeti Elegance venía de serie es el navegador, eso sí, en una pantalla que para los tiempos que corren ya se nos antoja un poco pequeña (5 pulgadas); aunque opcionalmente se puede pagar a parte un navegador más completo y en una más vistosa pantalla de 6,5 pulgadas. Ahora bien, como elementos funcional el navegador de serie cumple perfectamente. El navegador y la tapicería de cuero son de serie en el Yeti Elegance
Arrancamos el pequeño motor 1.2 TSI y enseguida percibimos la finura de este propulsor, muy silencioso y carente de vibraciones. Nuestra unidad venía con el cambio de marchas automático de doble embrague DSG de 7 velocidades, el cual no lleva levas de cambio en el volante y sólo se puede manejar en “modo secuencial” a través de la propia palanca. Existen dos razones para no decantarse por el DSG, el precio (2.000 euros más) o los prejuicios hacia los cambios automáticos; pero en que se prueba un DSG, si esos 2.000 euros nos los podemos permitir, la recomendación es claramente favorable hacia este cambio DSG, tanto por comodidad, como por diversión en la conducción o eficiencia.
A la menor demanda de potencia ejercida sobre el pedal del acelerador el Yeti 1.2 TSI nos sorprende gratamente con un empuje soberbio, muy superior al que se espera de un coche de esta cilindrada y cifra de potencia con este peso (1.365 kilos). Vale que sus 175 Nm de par desde sólo 1.500 rpm prometen unas reacciones más bien ágiles, pero en la práctica todas las expectativas que hubiésemos puesto en este motor se ven notablemente superadas. Y es que este coche corre, acelera y recupera con una brillantez sobresaliente. Fijándonos en las cifras de prestaciones oficiales (176 km/h y 11,7 segundos de 0 a 100 km) tampoco podíamos pensar que el Yeti se desenvolviese con tanta soltura. Por todo lo dicho anteriormente, un 10 en sensaciones para esta motorización.Con los 105 cv que anuncia no esperábamos una respuesta tan brillante como la que ofrece este Yeti
Si utilizamos el Yeti de forma muy suave y tranquila, o en carretera a velocidades muy contenidas, sí obtendremos un consumo prácticamente tan razonable como prometen las cifras homologadas (6,1 l/100 km de media; 5,5 en carretera y 7,2 en ciudad); pero a este coche le ocurre lo mismo que a todos que optan por el “downsizing” (motores de baja cilindrada y considerable potencia), que a poco que nos excedamos con el acelerador el consumo se incrementa más de lo esperado. No es un problema del Skoda Yeti ni de la tecnología mecánica del Grupo VW, que sin duda es de las mejores, sino del concepto de “motor pequeño de considerable potencia y coche de un peso algo elevado”, lo cual se agrava si le añadimos unas imponentes ruedas 225/55 R17. En la práctica, a velocidades normales en autovía (120 km/h) los consumos que nos dice el ordenador de viaje se sitúan entre 6,5 y 7 l/100 km; mientras que en ciudad, con algo de tráfico congestionado y si pretendemos ir un poco ágiles, fácilmente veremos medias superiores a los 10 l/100km. Lo dicho, por todos los modelos que hemos probado de diferentes marcas, si cuentan con este tipo de mecánicas les pasa lo mismo.
Por lo que se refiere a la dinámica de conducción, al volante de este Yeti es muy fácil sentirse a gusto. Su asiento permite variar al postura de forma que vayamos casi como en un turismo o altos como en un SUV. La puesta a punto de las suspensiones y la dirección, así como su genial cambio DSG y el sorprendentemente poderoso motor 1.2 TSI, hacen que conducir este Yeti sea un placer, tanto en ciudad como en carretera de curvas o en una amplia autovía. Es cómodo, estable y proporciona un “feeling” de conducción francamente bueno. En este coche todo funciona a la perfección, y nos cuesta mucho encontrarle defectos. Los únicos que se nos pueden ocurrir es que su diseño esté superado por algunos de sus rivales más próximos, pero eso es cuestión de gustos, o que esta motorización 1.2 TSI gaste en la práctica un poco más de la cuenta; pero para eso la solución es fácil: el Yeti 1.6 TDI de la misma potencia, que cuesta bastante más y no corre tanto pero gasta considerablemente menos. También se conserva el motor 2.0 TDI de 110 cv para el renovado Yeti, pero este último sólo con cambio manual. En cualquier caso, el Skoda Yeti no es uno de los coches más vendidos de su categoría, probablemente porque no entusiasma por su estética, pero si todo el que necesita un vehículo de este tipo lo probase, sin lugar a dudas sus ventas aumentarían de forma espectacular.