Un rayo checo de 200 CV
El rayo checo de los 200 CV gasolina, de nombre Skoda Octavia RS, sufre un retoque de pintura interesante para llegar al mercado español con sus señas de identidad más acentuadas que nunca en su tercera generación; prestaciones deportivas, unas líneas más radicales y sugerentes, y una relación calidad/precio que le hacen ser una pieza pujante tanto en el segmento de los compactos deportivos (los hermano de la casa, Golf GTI o León FR) y, sobre todo, en el de las berlinas medianas (Seat Exeo, Honda Accord, Alfa Romeo 159, Saab 9-3, Volkswagen Passat o Audi A4), gracias a las gigantescas dimensiones de un maletero de 560 litros en la versión sedán, la unidad probada.
a favorDiseño y comportamiento deportivoEnorme maleteroAsientosen contraGasto de combustibleFalto de detalles cromadosMandos al volante de siempre
El RS tiene ciertos matices estéticos tanto en la zaga como en la delantera con respecto a la versión Octavia 2009, pero la línea de la unidad probada, un 2.0 TSI con el cambio DSG de seis velocidades incorporado de serie, mantiene los puntales que han renovado a toda la flota Skoda, y por extensión al Octavia: con el concepto low cost como bandera: éste coche no vale ni 30.000 euros. Y de verdad, el comprador se lleva un caballo de carreras que no pierde el tono en ninguna situación y que brilla por su habitabilidad, pero claro, con un talón de Aquiles: ser un coche tragón a poco que empujas con el pie el acelerador.
Skoda ha declinado estrujar el propulsor TSI, hasta alcanzar los 211 CV de potencia, a su Octavia, como sí ha sucedido con el Golf GTI y en el restyling del León FR, manteniendo el propulsor de la versión anterior. Con 60.000 unidades vendidas en todo el mundo desde su salida al mercado en el año 2000, el RS siempre se ha dejado querer más por su versión Combi, es decir, el modelo familiar, al que corresponde el 70% de todas estas ventas.
De tecnología alemana y estética checa, el mal momento económico global por el que se atraviesa es otra de las bazas del RS, punzante en vías rápidas, ágil en ciudad y con un notable equipamiento de serie que le hacen estar a la altura de los mejores en su segmento. ¿Lo malo? Llevo un Skoda, no un Audi o un Volkswagen. En ocasiones los complejos hay que dejarlos aparcados.
Escultura deportiva habitable
Estéticamente Skoda ha remozado esta máquina de rebasar coches en autovías. Llamativo y dinámico, el diseño destaca por una carrocería rebajada y 20 kilos más ligera, un parachoques sobredimensionado con una novedosa parrilla de abeja escoltada por unas luces diurnas tipo led, y una portentosa toma de refrigeración con el logotipo RS incrustado en su extremo izquierdo. Que no se nos pase por alto las pinzas de freno en color rojo dentro de unas llantas de 17 o un capó abultado en la parte central. Desde la zaga, claro está, el alerón trasero y la doble salida de escape cromada ponen el punto y final a un escultura deportiva cien por cien, que se distingue del resto de la gama Octavia por el mayor tamaño de las entradas de refrigeración frontales, el alerón trasero y el portón del maletero.
Falto de detalles cromados a lo largo de su cintura para completar su estética deportiva, el RS (es resultón el azul eléctrico de la carrocería probada) rebosa por dentro el ambiente deportivo que nos esperábamos. El precio del Octavia RS con cambio automático DSG asciende a los 29.770 euros, un lujazo si se tiene en cuenta que el modelo checo no pierde ni un ápice de su habitabilidad – sobrado de espacio para cuatro y cinco pasajeros y con un maletero asombrosamente grande (560 litros) al igual que su boca de carga- y al que sumamos un punto señorial muy de agradecer, asientos de cuero natural y sintético, distintivos con las siglas RS repartidos por todos los rincones del habitáculo o una consola central y cuadro de instrumentos de gran categoría.
Apoyado en todas las novedades que incluye el nuevo Octavia de calle, el RS sedán no falla a su tradición de coche notablemente equipado: controles de estabilidad, sensores de lluvia y presión de neumáticos, pedales de aluminio, rueda de emergencia, un nuevo sistema de radio táctil, climatizador bizona, y las levas al volante para extraer las máximas prestaciones de su motorización. Tres extras son necesarios a nuestro juicio el navegador (530 euros), el techo retráctil (905 euros) y, en menor medida, los sensores de aparcamiento (685 euros)- para redondear una joya checa que seguiría manteniendo precios muy ajustados para el mercado actual.
Elasticidad y progresividad
Elasticidad y progresividad son las palabras que mejor resumen el rendimiento del motor 2.0 TSI, con el cambio automático DSG de seis velocidades, clásico del grupo Volkswagen y que responde con arrojo desde las 2.000 vueltas hasta las 5.000, para alcanzar velocidades superiores a los 240 km/h, ponerse de 0 a 100 en 7 segundos y, eso sí, con un gasto medio de combustible de 10 litros a los 100 km a poco que estrujes su mecánica. Es complicado rebajar este registro, sobre todo en ciudad.
El comportamiento y las reacciones del RS en carretera son nobles, con una dirección extraordinariamente precisa, una notable capacidad de frenada y una amortiguación firme que permite apurar al máximo las prestaciones de este trueno checo. Nos encontramos ante un RS optimizado por los cuatro costados. Disfrutar de su conducción en vías rápidas es un verdadero gozo. El cambio DSG ayuda a la causa. En modo D, automático, notamos una leve falta de precisión en el engranaje de las marchas, un leve momento de vacío. Cuando bajamos la palanca hasta la S, en el modo sport, con las levas al volante, la ferocidad del 2.0 TSI es total.
Es la clásica motorización del grupo Volkswagen-Audi, que cuando estrujas todo su potencial te da la sensación de que estás disfrutando de un mayor caballaje del que informa oficialmente la marca. Con un chasis perfectamente adecuado para las conducciones más violentas y bruscas, este Octavia RS es el modelo anticrisis (gasto de combustible de lado) entre las berlinas de dimensiones más contenidas y con una motorización alrededor de los 200 caballos.