Sentimos la necesidad de subirnos a un coche de carreras, deportivo y de motores bruscos y fieros para presumir de éstos. Bajamos la mirada, perdemos la ilusión si se trata de un coche urbano. No es que el coche que nos ocupa hoy, el Seat Ibiza SC 1.6 TDI de 90 CV, propulsor que sustituye al 1.9 TDI de 90 CV y que ya se ha incorporado al gemelo y Coche del Año 2010 Polo, nos haya cambiado la vida, pero sí que es cierto que con esta novedosa motorización hemos respirado estabilidad en todas las situaciones, manejabilidad en ciudad y hasta cierta rebeldía en vías rápidas.
a favorComportamiento dinámicoGasto de combustibleRelación calidad/precioen contraAcabadosMecánica áspera y ruidosaDifícil manejo consola central
Se trata del primer motor common rail que Seat ha incluido en su Ibiza, su utilitario por excelencia, que en la versión SportCoupé (tres puertas), la más deportiva y agresiva de la gama que renovó sus trazos en 2008, asoma como un modelo destinado a un público juvenil y en el que mejoran las cualidades dinámicas respecto a la versión anterior e incluso a las del modelo actual de cinco puertas, con el objetivo de disminuir su gasto de combustible.
Asociado a una caja de cambios manual de cinco velocidades, el 1.6 TDI tiene como una de sus principales bazas, su precio final. Por ejemplo, en la unidad probada, con el acabado más básico el Reference- no supera los 15.000 euros, con uno de los equipamientos de serie más completos del segmento. Eso sí, se echa en falta una mejora en los acabados de la marca española, siempre a la zaga dentro del Grupo Volswagen-Audi.
Agresivo y agradable
De rasgos musculosos y deportivos, algo más corto (4.03 metros) y bajo (1.43) que el cinco puertas, el SportCoupé nos ha sorprendido por un frontal agresivo y aerodinámico con el paragolpes en forma de abeja y dividido en tres partes, con las luces antinieblas incrustadas en los costados- que se extiende a lo largo de su fachada con una línea de cintura más compacta que en el cinco puertas y resaltando unos espejos retrovisores -en el color de la pintura elegida- ubicados por debajo de las ventanillas. En la zaga, unas aletas sobredimensionadas y un discreto spoiler, prolongación del techo, cierran las formas de este utilitario que se deja querer.
Por dentro el ambiente que nos acoge es agradable. Básico pero confortable, el interior mezcla los tonos negros con un llamativo color plata, que sobresale en el generoso salpicadero orientado hacia la posición de conducción, la tela de los cómodos asientos y los guarnecidos de las puertas. Si nos colocamos ante el volante sin mandos en éste de serie, pero que transfiera notablemente las sensaciones de conducción urbana-; el cuadro de instrumentos con doble esfera (cuentarrevoluciones y velocímetro) separadas por un rectángulo informativo (combustible, media de gasto de combustible, kilómetros recorridos, velocidad a la que circulamos, autonomía) y una consola central divida en dos zonas, la superior para la Radio-CD y la inferior, que corresponde al climatizador. Ambas complicadas de manejar desde la posición del conductor.
La pregunta de las preguntas en coches de estas dimensiones, su habitabilidad. En las plazas delanteras hay espacio de sobra y Seat incorpora el sistema Easy-Entry, que permite abatir y desplazar hacia delante al mismo tiempo el asiento del acompañante. Otra cosa es que seamos el tercer, cuarto o el loco quinto pasajero que se suba a la hilera de asientos trasera, donde personas de tamaño miedo pueden sufrir en viajes largos. Sin embargo, sí que responde a las necesidades su maletero, con 284 litros de cofre, suficiente para un par de maletas y en la media o incluso algo por encima respecto a sus rivales directos (Ford Fiesta, Renault Clio, Peugeot 207 o Volkwagen Polo) y la gran cantidad de espacios repartidos por todo el habitáculo para dejar diferentes objetos.
Como decíamos antes, echamos de menos un salto cualitativo en los acabados del coche que se contrarresta con un abundante equipamiento de serie: control de estabilidad ESP, junto con el asistente de arranque en pendientes Hill Holder Control, el control de presión de neumáticos y la función de iluminación estática en curva con los faros antiniebla. El encendido automático de luces se echa en falta, así como la conexión de fuentes auxiliares, ambos opcionales como los faros bixenon o el sensor de aparcamiento.
Sustituto del 1.9 TDI de 90 CV, Seat apuesta con este 1.6 también de 90 CV por motores más pequeños, ligeros y ahorradores, situándose esta novedad mecánica entre el 1.4 TDI de 80 CV y el 1.9 de 105 y con un resultado final, en cuanto a prestaciones y consumo, magnífico. Y es que, asociado a un preciso cambio manual de cinco velocidades, se obtienen unas cifras de consumo y emisiones extraordinariamente bajas: 4,2 l/100 km en ciclo mixto y 109 gr/km de CO2, reduciendo sensiblemente los registros del antiguo 1.9 diésel y convirtiéndose en la máquina perfecta dentro de la jungla de la ciudad.
El coche es ágil, de suspensiones blanditas, con capacidad de respuesta en todas las situaciones que se te pueden presentar en ciudad. Un empujón al acelerador y el Ibiza se te dispara sin ningún complejo; es rebelde, con garra para sus 90 caballitos. En vías rápidas, su estabilidad es fabulosa, sus frenos y chasis responden y nunca se descontrola a altas velocidades (sobre los 140 km/h) en la toma de curvas. Ayuda a la causa un cambio manual que es directo y preciso, fundamental para coches urbanos. Lo malo es que Seat no ha logrado disminuir cierta aspereza mecánica: el funcionamiento del coche no es excesivamente suave ya que este 1.6 TDI de 90 CV es de sonido grave tanto cuando se le estruja como al ralentí.