Rizando el rizo
Los modelos más radicales y deportivos de la marca Seat, el Cupra y el Cupra R, han sido los últimos en pasar por el taller de la firma española para sufrir revisiones que dejan, al primero, como uno de los mayores exponentes del segmento en cuanto a relación calidad/precio: 27.500 euros para sus 240 caballos de potencia montados sobre un chasis ágil y una capacidad de tracción inaudita; y al segundo como el Seat más potente de la historia, 265 CV, llevándole a la altura del S3 de Audi pero por un precio mucho más contenido: 29.500 euros en un deportivo sobresaliente.
No es novedoso el motor 2.0 TSI en el Cupra R, ya montado en el Cupra y el FR (211 CV), pero sí la evolución del mismo, que deja atrás a modelos tan legendarios dentro del grupo Volkswagen como el Golf GTI (210 CV) -equiparándose al actual campeón del mundo de Turismo: el Seat León TDI WTCC-, unas suspensiones rebajadas, unas llantas de serie de 19 pulgadas (de 18 son las del Cupra) y, al igual que en el Cupra y el FR, la inclusión de serie de un autoblocante electrónico XDS que controla a la perfección toda la fuerza del par motor transferido a un eje delantero de proporciones portentosas (345×30 mm), mejorando con creces las sensaciones de seguridad en vías rápidas con respecto a la versión anterior.
De aspecto más refinado y menos agresivo que su antecesor, el Cupra R tiene un comportamiento global agradable, sus reacciones nunca nos han parecido bruscas incluso en condiciones climatológicas adversas- y presenta un consumo medio de combustible de 8,1 litros/100 km, un guarismo nada desorbitado teniendo en cuenta sus aptitudes a la hora de acelerar (6,2 segundos de 0-100 km) y una velocidad punta a la altura de los gallos de la categoría: 250 km/h. Y es que sólo las unidades derivadas de coches de competición, como por ejemplo el Ford Focus RS (305 CV), desarrollan más potencia que el Cupra R, que supera a rivales como el Renault Megane ST (250 CV), el Mazda 3 MPS (260 CV), el Opel Astra OPC (240 CV), el Subaru Impreza 2.5 WRX (230 CV), el Honda Civic Type R (201 CV) o el Ford Focus ST (225 CV).
En líneas generales podemos afirmar que las emociones transmitidas por uno y otro modelo son muy similares, siendo el R un coche ligeramente más duro de suspensiones y con un sonido de escape más grave. La diferencia de precio entre ambos es de 2.000 euros, que están en los 24 caballos de regalo y en un equipamiento más abundante en el hermano mayor. Empate técnico, pues.
Ambiente deportivo
Lo primero que nos asombra del interior de los Cupras es su aspecto oscuro, que todo lo ocupa y que responde a las cualidades de un modelo puramente deportivo, apuntalado por el concepto Cupra en asientos, pomo de la palanca de cambios, volante, respaldo, más la R en los relojes distintos- del Cupra mayor. Atractivo a primera vista, algunos de los materiales utilizados (por ejemplo, el reposapiés de plástico con una pegatina que se asemeja al aluminio) así como los acabados son mejorables.
Son los asientos delanteros en cuero tipo bacquet, con los reposacabezas integrados y con unos pronunciados laterales, que nos sujetan firmemente, los que nos adentran más si cabe en la conducción puramente deportiva. El habitáculo deslumbra por su amplitud, aunque es cierto que la hilera de asientos trasera se queda algo corta para un tercer pasajero por su falta de anchura. El maletero, de 341 litros, de espacio regular y con una buena boca de carga, está por encima de la media del segmento, incluyendo una rueda de repuesto.
Otra distinción del R es que la llave tiene dicha letra inscripta en color gris, por la S roja que tiene el resto de la gama. Pero son las llantas de serie del R, con un diámetro de 19 pulgadas y un nuevo diseño de cinco radios dobles, unas ruedas de un perfil más estrecho (235/35) y unos discos de freno sensiblemente agrandados, lo que distingue a los gemelos españoles.
La línea exterior del coche es continuista. Poco diferencia al Cupra y al R del amable FR de 211 CV. Únicamente, el paragolpes trasero en la zona central inferior en color negro, las llantas de serie, retrovisores más grandes (por debajo de la cintura) y de color negro y la salida de escape ovalada en acero pulido a la izquierda, que en el FR la presenta doble; además del logotipo Cupra en la parte central del portón, justamente debajo del símbolo de Seat. El R, además, muestra su segundo apellido en la toma de refrigeración delantera con forma de nido de abeja dinamismo en estado puro-, justamente por encima de un faldón dividido en tres zonas en la que se incrustan los faros antinieblas; y en la parte derecha del portón.
Tuvimos el privilegio de probar ambas unidades en semanas consecutivas, y las diferencias de conducción que apreciamos fueron mínimas, notándose desde un primer momento que el motor del R bramaba con más fiereza, circunstancia apreciable desde el interior de la cabina, y que éste era más incómodo de conducir en superficies irregulares y mal asfaltadas por el endurecimiento de la amortiguación; propósito de los ingenieros de Seat para asemejarse lo más posible a los coches de carreras.
De hecho, con una aceleración de 6 segundos de parado a los 100 km/h y una punta de 250 km/h, el motor turboalimentado del Cupra R nos dispensa la potencia necesaria en carreteras reviradas, saliendo de las curvas con una aceleración óptima a medio régimen de nuestro cuentarrevoluciones; al tiempo que resuelve con gran rapidez si se trata de alcanzar un régimen mayor. Nadie, pues, se puede quejar de la respuesta que tiene el coche para sacarnos de un apuro, y eso que al pisar por primera vez el acelerador tarda un tiempo en transmitir toda la contundencia de su mecánica.
Con un consumo mucho más reducido que sus rivales directos (8,1 litros a los 100, pero poco más de 7 si lo llevas a punta de gas), admiramos de los Cupras sus reacciones deportivas gracias a un chasis contundente que agarra bien el coche cuando las prestaciones superlativas de éste salen a relucir, ayudándose de un buen tacto de volante, un control de tracción que funciona a las mil maravillas y el autoblocante delantero. Todo para dictaminar que nos encontramos ante un toro domesticado, sin tics nerviosos. Por último resaltar la vital importancia que tienen unos frenos resistentes al máximo. El Cupra y el Cupra R son dos coches ideales para transferir al conductor sensaciones de piloto de carrera, no nos ha quedado ninguna duda.