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DISTINTO CUERPO, MISMO CORAZON
Tras el ‘restyling’ de los antiguos Rover 200/400 transformándose en 25 y 45, todavía bajo el control de BMW, ambas berlinas mejoraron su calidad final y corrigieron la mayor parte de sus deficiencias. Ahora, en la nueva etapa en solitario de la marca británica, ambos constituyen su opción más comercial, en especial con el motor turbodiesel de inyección directa de 100 CV.
Tras el lanzamiento del 75, quedó claro que Rover adoptaba su frontal de 4 faros como nueva identidad de marca, como así se demostró en la remodelación de los 25/45. En el caso del primitivo 200, el cambio se limitó al frontal de cuatro faros del 75, con su mismo estilo y disposición, situando los intermitentes en el paragolpes, justo al principio de las dos molduras protectoras de las esquinas. El resto de la carrocería quedó invariada, tanto en 3 como 5 puertas.
Detalles
AIRE NUEVO
Mayores fueron los cambios en el interior, con nuevos asientos y tapicerías, airbag de conductor y acompañante más grande, cinturones con pretensor y limitador de esfuerzo, cuentakilómetros total y parcial en LCD y nuevo salpicadero. La habitabilidad quedó inalterada, con un maletero de 300 litros oficiales -unos 320 reales- algo pequeño, pero aceptable. Más reprochable es la insuficiente anchura para 3 plazas de la banqueta trasera, cuyo tercer ocupante sólo es admisible en trayectos cortos.
En las suspensiones se ha hecho un buen trabajo, corrigiendo el carácter algo ‘nervioso’ de las primeras versiones mediante una amortiguación más firme, nuevos tarados de muelles y estabilizadoras y un tren rodante más generoso, con llantas de 15 pulgadas y neumáticos 185/55HR15 en este nivel Classic.
Lo mismo se puede decir del 45, que como el 25 adoptó el frontal de cuatro faros, con su mismo estilo, con los intermitentes en las aletas, justo al principio de ellas y al lado de los faros exteriores, en las esquinas. El efecto está muy logrado -algo más que en el 25- lo mismo que la parte inferior, con una gran toma de aire perfilada y enmarcada en el paragolpes, con los faros antiniebla en los extremos. La típica parrilla Rover lleva ahora destacado el escudo de la marca en el centro, y dispone de nuevos retrovisores y nuevas llantas de aleación de 15 pulgadas.
En el interior las mejoras son más importantes, con nuevos asientos (los delanteros son los del 75) y tapicería, airbag de conductor de mayor tamaño (45 litros) y también de acompañante, con cinturones con pretensor y limitador de esfuerzo y cuentakilómetros total y parcial en LCD. La habitabilidad es también la ya conocida en los 400 de 5 puertas, con un maletero de 380 litros -oficiales y reales- no excesivo para un coche de 4,36 m de largo, pero correcto, y como en el 25, con una rueda de repuesto normal y no de emergencia.
Las suspensiones también han sido retocadas, con nuevos muelles y amortiguadores más duros, barras estabilizadoras más gruesas (de 24 mm delante y 18 detrás), y la dirección es ahora más rápida, mientras que los frenos de discos ventilados delanteros son ahora de 262 mm, con ABS de serie y tambores traseros en el 25, que en el 45 pasan a ser discos macizos.
Dureza de tacto.- Al volante, tanto el 25 como el 45 destacan por su correcta postura de conducción, que permite dominar muy bien el coche, e incluso en el 25 se va sentado más bien alto aún cuando el reglaje de la banqueta esté en la posición más baja. El 45 acusa cierta edad en el diseño interior, máxime si nos fijamos en la situación del airbag de acompañante -sobre el salpicadero, con una ostensible tapa añadida-. Pero los insertos de madera y los acabados son muy dignos, y el mayor reproche estriba en un tacto general algo duro de casi todos los mandos, empezando por el pedal de embrague -de mínimo recorrido, que requiere cogerle el tranquillo- a la dirección, pese a su asistencia, pasando por el cambio, también algo áspero de tacto.
Una dureza más apreciable aún en el 25, que no afecta al buen equipamiento de estos niveles Classic, que ofrecen de serie doble airbag, aire acondicionado, ABS, radiocassette, elevalunas eléctricos delanteros y traseros, asiento del conductor con ajuste lumbar y de altura, inserciones de madera en salpicadero, cierre centralizado por telemando, etc. Lástima que los airbags laterales sean opcionales.
MOTOR: SABOR ‘TDI’
En cuanto a la mecánica, los dos montan el mismo motor de dos litros turboalimentado con inyección directa por bomba rotativa (VP 30 de Bosch) e ‘intercooler’, que vino a reemplazar las dos versiones anteriores de 105 CV (con ‘intercooler’) y 86 CV (sin él). Con sus 100 CV y 24,5 mkg a 2.000, esta mecánica Rover de 1.994 cc presenta un típico sabor ‘TDi’, con un gran empuje desde 1.500 rpm que da su máximo sobre las 2.500 rpm, para alcanzar el cenit sobre 3.500 rpm. De ahí en adelante el par disminuye bastante deprisa, por lo que no merece la pena subir por encima de 4.000 rpm, su teórico régimen de potencia máxima.
Es un motor algo ruidoso, pero de indudable fuerza, como lo demuestran los cronos de los dos, con una aceleración muy similar, síntoma de que la diferencia de peso cuenta poco, máxime cuando los desarrollos son muy parecidos (mismos desarrollos del cambio y de relación final, pero algo más largos en el 45 por los neumáticos de 195/55 frente a 185/55 en el 25). La velocidad punta supera en ambos los 180 km/h, beneficiándose el 45 tanto de su mayor soltura motriz como de su ligero mayor desarrollo final. En cualquier caso, es una mecánica potente y enérgica, que permite recuperaciones muy brillantes.
Su consumo es también bastante comedido, proporcionalmente menos en el 25 que en el 45 (de nuevo la importancia del mayor rodaje), aunque quizá algo alto para tratarse de un turbodiesel de inyección directa. Aún así, a cruceros turísticos de 90/100 km/h el 25 se mantiene por debajo de los 6 litros/100 km (5,7) mientras que el 45 se quedó en 5,5, subiendo los dos al filo de los 6 a 120/130 km/h y medio litro más a 140/150. En ciudad, el 45 se mostró -lógico- algo más gastón, pero sin llegar a los 7,5 litros, señal de que el peso (200 kg más) se acusa más en tráfico urbano. En todo caso, unos consumos muy bajos para su gran capacidad de marcha.
Comportamiento
NETA MEJORIA
En cuanto al comportamiento, los últimos retoques de suspensión han supuesto una neta mejora de reacciones, especialmente en el 45, que pecaba de una suspensión más blanda. En terreno llano ambos presentan una gran limpieza de trayectoria, sin acusar inercias destacables, y en zonas de curvas son ahora bastante más ágiles, con una evolución curiosamente inversa, ya que el 25, antes más nervioso cuando era Rover 200, se muestra ahora más aplomado y tranquilo de reacciones, con una zaga menos sensible a los cambios de apoyo, mientras que el 45, antes más ‘cabezón’ cuando era Rover 400, es ahora más rápido de respuesta, subvirando menos y mostrando un aguante al límite bastante alto, gracias también a sus neumáticos más anchos.
El paso de llanta 14 a 15 y la reducción de perfil de los neumáticos ha influido sin duda en esta mejoría, cuya única contrapartida se deja sentir en el confort, algo peor sobre piso bacheado (sobre buen piso no hay pérdida alguna) con rebotes y pérdidas de tracción más manifiestas en el 25 que en el 45. Aquí sí que se echa de menos, dado el enérgico carácter del motor, la ausencia de un control de tracción que permitiera una mayor motricidad en la salida de curvas lentas. Pero en conjunto ambos son coches muy predecibles y fáciles de conducir, con el único reproche de su mayor dureza de dirección y cambio, mientras que en ciudad, el excesivamente corto recorrido del embrague y su dureza pasan factura al confort, sobre todo en el 25, que sin embargo supera a su hermano por maniobrabilidad.
Respecto a los frenos, los dos cumplen honestamente, algo mejor quizá el 45 gracias a sus discos traseros y a su mayor monta de goma, pero en ambos con una buena resistencia al uso intensivo y un tacto de pedal algo duro, pero fácil de dosificar. El ABS no se deja sentir, entrando cuando debe, con unas distancias de frenado muy satisfactorias en los dos.
CONCLUSION
En resumen, dos alternativas de cuidado.- En vista de su nivel de acabado y prestaciones, junto a una funcionalidad que ya desde los antiguos 200/400 les ha sido ampliamente reconocida, no cabe duda de que estos 25 y 45 d constituyen dos opciones altamente recomendables para quienes busquen un turismo diesel de alto rendimiento y bajo consumo, más ágil y polivalente el 25, más señorial y burgués el 45, pero los dos con una excelente relación precio/prestaciones.
Porque efectivamente, por 2.630.000 pesetas el 25d Classic 5p y tres millones justos el 45d Classic 5p, los dos ofrecen un nivel de equipamiento muy completo (con la única laguna de los airbags laterales) y un excelente grado de funcionalidad. Si contaran con un poco más de suavidad de mandos y algo menos de rumorosidad motriz, estarían sencillamente al borde de la perfección.