Al Twizy no se le puede negar simpatía y, después de conducido, cierto grado de diversión. Se le puede describir de muchas maneras. Por ejemplo, como un moto-kart, porque se experimentan sensaciones parecidas a las de una motocicleta -libertad y manejabilidad- y también a las que se reciben a bordo de un kart -dureza y deportividad-.