En 1957, vía Fiat, llegaron a España las primeras unidades del mítico 600, que en la Península comercializó hasta 1973 SEAT (Sociedad Española de Automóviles de Turismo) y que, como ocurrirá este próximo 4 de marzo con el esperadísimo Opel Meriva, también fue presentado en el Salón de Ginebra, en 1955. Los paralelismos entre el pequeño monovolumen alemán y el popularmente conocido como Pelotilla no se detienen ahí: ambos apuestan y apostaron por el concepto de puerta suicida, o lo que para Opel es el sistema FlexDoor, las innovadoras puertas traseras que se abren en sentido contrario para facilitar el acceso al habitáculo. Aquel dos puertas -con sus tiradores del color de la carrocería, que te permitía cruzar Cataluña entera, que si se te calentaban los 21 cv que ofrecía su motor de 633 centímetros cúbicos le colocabas una madera para mantener el capó levantado, que costaba unas 70.000 pesetas de entonces– fue un boom en la España franquista, como ahora Opel espera que lo sea su nuevo Meriva, con argumentos de más peso que en la pasada generación pero con una mayor competencia en su segmento.
Las marcas de automóviles no suelen emplear el término puertas suicidas por las connotaciones negativas del término. Con el Meriva, por ejemplo, Opel apostará por el término FlexDoor para sus campañas publicitarias, al igual que Rolls Royce y Mazda han redefinido el término con expresiones como puertas de bisagras traseras, puertas estilo autobús o puertas de estilo libre. Hay varias teorías que se barajan como posibles orígenes del término, desde la peligrosidad del sistema, sobre todo en los primeros automóviles que se fabricaban, hasta la era de los gángsters y la lucha entre bandas mafiosas. Dice la leyenda que en una prueba con uno de los primeros coches que incluyó este sistema, el Subaru 360 (1958), el piloto condujo a gran velocidad sin el pestillo de las puertas echado y entonces éstas cedieron a la fuerza del aire porque no estaba sujetada con firmeza. Evidentemente, ahora eso no ocurrirá.
La flexibilidad será una de las principales bazas del Meriva, que destaca por su línea fluida, elegante y dinámica. El diseño gráfico de las ventanillas traseras incorpora una ondulación distintiva que acentúa las puertas FlexDoor, al tiempo que también mejora la visibilidad de los pasajeros del asiento trasero, según afirman los responsables de la marca de Russelsheim. 55 años de distancia existen entre el 600 y el vehículo que ya se produce en Figueruelas, Zaragoza, pero ambos tienen como denominador común la versatilidad. Sí, versatilidad en un 600. Y es que hablamos de una joya que fue un fenómeno social en España; que popularizó la compra de un vehículo entre familias de clase media; que alcanzaba una velocidad punta de 90 km/h en llano (subir puertos de montaña era otra historia); que añadió a su gama inicial un modelo descapotable y otro familiar (de cuatro puertas), el 800. Opel, que ya mostró al mundo entero en 1999 lo que era capaz de hacer a nivel de habitabilidad con el Zafira, un monovolumen compacto de siete asientos, quiere repetir experiencia. En verano, habrá que realizar el oportuno juicio.
También en color, en mazo de 2003, la deportiva y dinámica Mazda lanzó su RX8, un cuatro plazas y cuatro puertas, que, además de importantes novedades a nivel mecánico, incluía un curioso sistema de apertura de puertas, por el cual las traseras se abrían en sentido contrario, haciendo más sencillo y cómodo el acceso a un habitáculo en el que no sobraban los centímetros por ningún lado. Desde luego que aquello no tiene nada que ver con lo que ahora prepara Opel; mercados opuestos. Pero sí que es cierto que para un segmento como el de los vehículos deportivos, donde priman más las prestaciones que el confort, sirvió para que los fabricantes se diesen cuenta de que ambas cosas no están reñidas, si los puristas no lo permiten. Sirva como ejemplo el Porsche Panamera, el primer deportivo de cuatro puertas que fabrica la mítica firma germana.
Y, por supuesto, cómo olvidar el Rolls Royce Phantom (2003-actualidad), el rey del lujo. Rescatado financieramente por BMW, la legendaria marca británica (que, como Opel también ha pasado por delicados momentos para salir a flote) se sacó de la chistera una berlina con carrocería de aluminio (de 2.500 kilos) que se movía con soltura gracias a un gigantesco motor de casi 7 litros para entregar 460 cv de potencia. Este coche de representación, de señorío inglés, ha sido, claro está, uno de los últimos modelos en incluir este transgresor sistema de apertura de puertas.