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ATREVETE A DIVERTIRTE
La nueva generación del SLK merece ocupar un puesto importante entre los roadster. Tiene un carácter más marcado que su antecesor y por ello es algo exigente con el conductor, al que a cambio obsequia con mucha diversión al volante. El 200 K es el primero en llegar al mercado y aunque puede considerarse el motor básico de la futura gama, no se queda corto.
El éxito cosechado por el anterior SLK, todo un pionero entre los descapotables con techo duro, no pudo ocultar nunca cierto sentimiento de inferioridad en cuanto a sensaciones frente a otros competidores más dinámicos. El empeño de Mercedes Benz por rejuvenecer su cartera de clientes pasa por crear coches como este, que ofrezcan una solidez de funcionamiento y percepción de calidad marca de la casa pero que además son capaces de convencer a conductores muy exigentes con el comportamiento y amigos de pasar buenos ratos al volante.
Por si esto fuera poco seguramente también gustará más que el anterior al público motivado por la estética. El nuevo SLK supera al anterior en todos los aspectos, incluyendo por supuesto el equipamiento; completo de serie y con nuevos elementos opcionales para satisfacer muchos caprichos. El precio aumenta ligeramente, pero menos de lo que lo hizo BMW cuando sustituyó el Z3 por el Z4… 1.700 euros marcan la diferencia económica del salto de generación, siendo ahora de 39.300 €.
Carlos Lera, Autocity.
7 de abril de 2004
7 de abril de 2004
Detalles
DETALLES
br> El propulsor es de sobra conocido con la tecnología denominada Twinpulse. Combina un compresor volumétrico con un eje de balance en el cigüeñal para reducir vibraciones. Gracias a un sistema de distrubución variable ofrece excelentes recuperaciones y fuerza en la zona media del tacómetro, facilitando la escalada hasta unos tranquilos 163 caballos a tan sólo 5.500 revoluciones por minuto y una buena cifra de par máximo de 240 Nm entre 3.000 y 4.000 rpm. Aunque el motor de 1.8 litros (sí, lo de 200 debería venir de la cilindrada pero no guarda mucha relación) no presenta diferencias de rendimeinto respecto al modelo anterior, por las aptitudes dinámicas pareciera que nos encontramos ante otro coche.
El sobreviraje asoma sin pudor si se provoca al pedal del gas en curvas cerradas y el control de estabilidad (ESP, de serie) hace su trabajo en el último momento, permitiendo un cierto juego que el conductor atrevido agradecerá. La estabilidad por lo demás es buena, apoyada en unas suspensiones firmes y un tacto de dirección preciso, un poco duro a baja velocidad para lo que suele ser habitual en Mercedes pero apropiado para un deportivo con carácter.
El aspecto que más personalidad da al SLK es sin duda su sistema de capota dura retráctil. Cuando está cubierto la sensación es la de cualquier coche con techo fijo, sin ruidos ni vibraciones, y con una luneta trasera con visibilidad correcta para lo que suele encontrarse en descapotables y cupés. Los asientos están colocados bajos, el volante vertical y el cambio a mano. Un excelente punto de partida para buenas experiencias en la carretera. El salpicadero es quizá un poco más serio que el anterior, que combinaba colores más llamativos en la consola y el cuadro de instrumentos, pero no se puede criticar la excelente calidad de acabados ni los materiales empleados. Además parece que la ventilación está mejor resuelta y unas grandes salidas centrales de forma vertical seguro que ayudan a mantener el ambiente circulando a cielo abierto.
No hay mucho espacio, y de hecho respecto a un Z4 la sensación de claustrofobia es mayor. Tampoco abundan los huecos para llevar objetos, y los pocos que hay son de tamaño muy reducido. El maletero, sin embargo, admite 300 litros de equipajes con el techo puesto, quedando en 208 si se abate. una cifra superior a la del anterior SLK, algo que se ha logrado por el aumento de tamaño del coche y también por un sistema de plegado de la capota derivado del que emplea el SL, gracias al cual esta ocupa menos espacio cuando se retira. El depósito de gasolina también ha ganado capacidad y ahora puede alojar 70 litros, cifra poco usual en su categoría.
No quiero terminar sin hacer mención al equipamiento, que ofrece de serie suficientes elementos para hacer innecesaria la incorporación de accesorios opcionales. El climatizador, un buen equipo de sonido y cualquier comodidad básica están incluidos, pero acudiendo a la lista de extras el SLK se puede personalizar con tapicería de cuero, diversas llantas en varias medidas, equipos de sonido Harman Kardon que deben ser impresionantes, faros bi-xenón (para cortas y largas) que siguen el trazado de las curvas y hasta un sistema de calefacción con salidas en el reposacabezas para disfrutar de las sensaciones de un descapotable en cualquier época del año.
En definitiva un roadster alegre, con techo duro retráctil, más divertido de conducir que su predecesor, atractivo y bien equipado, con un precio no excesivamente por encima del BMW Z4 2.2i, concretamente 3.700 euros.