Mazda 3 2.0 Sportive

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COMPACTO DE LARGO ALCANCE

Pocos coches de la categoría del Mazda 3 despiertan tanto interés y agradan estéticamente hasta el punto de hacer girar las cabezas. Sin hacer nada estrambótico por llamar la atención, este compacto se ha ganado el beneplácito de casi todo el mundo gracias a un diseño que ha sabido combinar en la misma carrocería un estilo muy práctico sin que por ello deje de tener el grado de deportividad que el comprador de esta categoría, cada vez más joven, desea en su vehículo habitual.

  La llegada del motor diesel (que se está haciendo demasiado de rogar) y una carrocería más larga harán que la gama sea aún más práctica y llegue incluso a disputar ventas en la categoría superior. Pero con los dos representantes que a fecha de hoy se pueden sacar del concesionario, eso sí, tras una larga espera motivada por que se ha disparado la demanda, Mazda ha introducido el modelo 3 aupándolo entre los mejores de cualquier comparación justa. Además del diseño tienen mucho que decir los interiores. Tanto por calidad como por espacio es difícil encontrar pegas. Y menos concretamente en el 2.0 Sportive, dotado de un equipamiento de serie francamente completo.
Rinde 150 caballos y tiene un funcionamiento ejemplar desde bajo régimen, especialmente progresivo y suave, sin vacíos ni aumentos bruscos de fuerza. Además supera notablemente en comodidad acústica al agudo 1.6 litros, y los consumos, que en aquel no destacan, en este son muy razonables teniendo en cuenta las mayores prestaciones y cilindrada.
Carlos Lera, Autocity
27 de Abril de 2004

Comportamiento

COMPORTAMIENTO

Es una gran virtud en un compacto ser igual de agradable de conducir para quien busca un coche cómodo que para el amante de las sensaciones, pues quizá más que en otras categorías en esta conviven ambas formas de conducir incluso dentro del mismo individuo. En este sentido el Mazda 3 da en el clavo y resulta tan fácil y cómodo a ritmo relajado como estable y divertido si se aprieta el acelerador.

Puede que un poco más firmes que el 1.6, pero sin llegar en absoluto a abandonar la comodidad, las suspensiones poseen un acertado equilibrio entre sí que otorga mucha confianza a la hora de afrontar una carretera complicada, pareciendo no sin razón que el límite del coche está muy lejos. Apoya con facilidad y el tren delantero entra en los cambios de dirección sin una sola queja. De la misma forma el trasero asume su papel con la misma eficacia, ni más ni menos, ofreciendo el conjunto una excelente nobleza. Si en la prueba del 1.6 me convencía completamente el trabajo del frontal en aceleración, en este caso sigue siendo impecable, y el notable incremento de potencia y par no es suficiente para hacer perder la compostura al bastidor.
El 2.0 ofrece de serie control de estabilidad, una importante ventaja frente al 1.6 que no lo tiene tan siquiera contemplado en la lista de extras, y en mojado o firmes deslizantes puede ser decisivo para evitar problemas imprevistos. Sin embargo con el suelo seco y en carreteras conocidas es bastante engorroso por su tendencia a tomarse la justicia por su mano a la mínima. Eso sí, como se puede desconectar cada uno es muy libre de elegir cuando y donde desea pasar de las asistencias electrónicas y disfrutar del dinamismo sin cortapisas. Entrando fuerte en una curva, buscando el derrapaje, la reacción Mazda 3 será deslizar ambos ejes por igual, sin excesos de uno u otro extremo. La sensación de equilibrio es perfecta y no conseguí llevarme ninguna sorpresa… a pesar de buscarlo, dentro de un límite claro está, en repetidas ocasiones.
El motor dos litros es similar al 1.6, con las lógicas diferencias de dimensiones internas. Es bastante convencional, con sus cuatro válvulas accionadas por doble árbol en culata y admisión indirecta con un sencillo sistema de admisión variable por mariposa, gestión electrónica y una arquitectura de cuatro en línea; sin sorpresas pero eficaz, teniendo como núcleo central un ligero y rígido bloque de aluminio. Rinde 150 caballos a pleno pulmón pero no es necesario buscar la máxima potencia para disfrutar de un excelente empuje unos cuantos miles de vueltas por debajo. La progresividad es buena desde 3.000 revoluciones, sin ‘patada explosiva’ en ningún momento y mantiene una lineal ganancia de vueltas hasta las 6.000 rpm, el régimen de potencia máxima. Eso sí, el sobre régimen es contraproducente porque a partir de ahí hay poco que estirar. El par máximo (187 Nm) se alcanza a 4.500 rpm, aunque tampoco es perezoso por debajo.
Curiosamente el consumo obtenido con este dos litros es muy cercano al que realizó el 1.6 hace más o menos un mes. Si entonces medíamos 8,6 litros cada 100 kilómetros, ahora a pesar de la mayor cilindrada hemos contabilizado 8,9 litros de media que me parecen muy comedidos y que de no ser por los recorridos urbanos, donde lógicamente la mayor potencia y capacidad solo sirven para aumentar el gasto, hubieran sido en carretera más bajos que los del motor pequeño.

Espacio y equipamiento

EQUIPO Y ESPACIO

Los acabados interiores son realmente atractivos, con una tapicería muy agradable y de buen aspecto e inserciones decorativas en el salpicadero. El equipamiento de serie es amplio y tan solo la inexistencia de accesorios realmente exclusivos como el navegador o el control de velocidad de crucero pueden echarse en falta en la lista de opciones, mientras que como equipo básico la dotación de serie es intachable.
El vistoso equipo de música integrado cuenta con reproductor de CD, lo mismo que el 1.6 Active + (no así el Active a secas) y también tiene ordenador de viaje. El climatizador automático además de bonito es de manejo cómodo e intuitivo y para incrementar la comodidad en maniobras la dirección cuenta con asistencia progresiva en función de la velocidad. Por seguridad el Mazda 3 2.0 también se encuentra entre los compactos más dotados. Además de contar con control de estabilidad de serie posee seis airbags: frontales y laterales delanteros y de cortina.

El espacio disponible es muy bueno, y tanto delante como detrás es de los mejores de la categoría en este aspecto sin que por ello se haya prescindido de un aspecto exterior con un claro toque deportivo. Las plazas delanteras son suficientemente amplias y cómodas aunque los má altos pueden encontrar en falta una posición más baja de la banqueta, a pesar de que es regulable en este sentido y también en soporte lumbar. El espacio para las piernas en las plazas traseras es más que suficiente y por anchura es cómodo para dos y sufrible para tres. El maletero cuenta con 300 litros y no tiene más profundidad a causa del doble fondo que aprovecha el hueco central de la rueda de repuesto para depositar objetos pequeños de los que de otra forma acaban dando bandazos en el portaequipajes.

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