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SEPHIA RODANTE
El sugestivo nombre con que conocemos este utilitario coreano inspira chistes que nada tienen que ver con la seriedad de la oferta de Kiaen nuestro país, buen receptor de los modelos de esta marca oriental.
Kia no oculta la estrategia de precio que le posiciona ventajosamente en el mercado. Probablemente, el Sephia II sea uno de los compactos más económicos que podemos adquirir en España, por lo que es de esperar que pueda satisfacer las demandas de una buena porción de público que no quiere descapitalizarse con la compra de un vehículo.
Ernest Viñals
Diseño y Equipamiento
AHORRANDO A FONDO
En el interior del Sephia II hay lo que debe haber, y nada más. Todo ha sido puesto en consonancia al ahorro constructivo, por lo que la calidad de plásticos y tejidos es la justa (tirando a escasa) aunque siempre dentro de una tolerable corrección. Donde no hay contacto directo con los ocupantes, no hay porqué malgastar en revestimientos. Funcionalidad total. Se ha ahorrado incluso en el encapsulamiento del motor, que se convierte en exageradamente ruidoso por encima de las 4.000 rpm.
A pesar de estas restricciones, al Sephia no le faltan argumentos. Por algo más de 1,5 millones tendremos un vehículo simple que satisfará las exigencias de movilidad más básicas. Si nos adentramos en el terreno de las opciones, por apenas 250.000 pesetas más, podremos añadirle aire acondicionado, airbag de conductor (el de pasajero es de serie, cosa extraña) o pintura metalizada, los únicos aditamentos disponibles para este modesto vehículo.
Conducción
DUROS A CINCO PESETAS
Puesto que ya hemos hablado del precio del Sephia, podremos razonar con propiedad acerca del comportamiento y prestaciones de este modelo. No debería sorprendernos, por tanto, que sean 90 los caballos anunciados para este propulsor de 1,5 litros y culata de 16 válvulas y que las cifras de aceleración y recuperación sean tremendamente discretas. El escalonamiento del cambio prima las relaciones largas, lo que hace inexistente la respuesta a bajo régimen.
Por su parte, los trenes de rodadura, como imbuidos del simpático nombre del Kia, se comportan de forma parecida a como lo haría un molusco cefalópodo marino en su desplazamiento, esto es, blanda e inconsistentemente. El tan inseguro efecto barca es evidente ya a medias velocidades (no digamos ya al enlazar curvas), y pone de manifiesto que el Sephia no ha nacido para correr lo más mínimo, sino para ser confortable (si es que se puede estar cómodo conduciendo un vehículo que no transmite sensación de seguridad). Pero está claro que nadie da euros a cien pesetas; por añadidura, al público a que apunta el Sephia II el precio le resulta el único factor realmente decisivo.