Cuando llegué al concesionario a recoger el S2000 un hormigueo me recorría el estómago, me estaba preparando para disfrutar plenamente de este ‘juguete’ japonés, del que ya sabía desde largo tiempo que es el coche con más potencia por litro de cilindrada, puesto que con sus 2.000 centímetros cúbicos atmosféricos, como reza su apellido, desarrolla la friolera de 241 cv de potencia, que si las cuentas no me fallan equivalen a 120,5 cv por litros de cubicaje, vamos ¡prodigioso! Como prodigioso es su precio de 41.000 euros, tan elitista como el propio coche quiere ser, aunque posicionándose frente a sus rivales como un pura sangre más accesible.
El cockpit del S2000
Otra de sus características fundamentales es el típico cuadro de instrumentos digital, que ahora ofrece una lectura más sencilla gracias a la aproximación de los indicadores, como el cuentakilómetros y el cuentarrevoluciones.
El maletero nos sorprendió con un espacio para llevar el equipaje más grande de lo esperado, alcanzando los 160 litros muy bien distribuidos, a juzgar por el ajustado espacio para los pasajeros, aunque el que se compra un coche de este estilo ya sabe lo que puede esperar.
Exquisita puesta a punto
Para mejorar las capacidades dinámicas, un reto muy complicado conociendo a su antecesor, la atención se ha centrado en la optimización del sistema de suspensión, en el refuerzo del chasis para aumentar la rigidez general y en la mejora del tacto de la dirección eléctrica. Se han endurecido los muelles y amortiguadores delanteros, entre los que se ha colocado una nueva barra de torretas, mientras que se han suavizado ligeramente los traseros, reforzando sus articulaciones e incorporando una barra estabilizadora de diámetro más reducido, para obtener un chasis con una parte trasera más permisiva en conducción al límite, controlada perfectamente por un diferencial Torsen, y una parte delantera o direccional más fiel a las órdenes del piloto, acompañado por una dirección mucho más directa. En definitiva, un roadster exigente sin más controles electrónicos que el ABS, pero previsible, noble y muy divertido. De hecho, sus 241 rabiosos caballos siempre tienen algo que decir y, si se solicitan efusivamente sus servicios resultará muy fácil dibujar una preciosa cruzada sólo apta para manos expertas.