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En el interior los pedales y el pomo de la palanca de cambio están realizados en aluminio y el volante está revestido en cuero. Por lo demás, los cambios no son visibles, como la incorporación del ESP de serie o el nuevo tarado de suspensiones, mucho más firme y deportivo, gracias a la incorporación de muelles más duros y barras estabilizadoras más gruesas.
El cambio más notable se registra en el propulsor, el conocido 1.6 litros gasolina con culata de 16 válvulas que en esta ocasión alcanza la cifra de potencia máxima de 125 cv, 5 más que en el caso del explosivo Saxo y 15 más que en el C2 VTR. A pesar de este aumento de la potencia, conseguido a base de modificar la cartografía de la electrónica de gestión, no se puede hablar de una radicalización del carácter, más bien al contrario. Nos pareció que el C2 VTS es más progresivo que su antecesor, lo cual lo hace más aprovechable en regímenes medios pero menos agresivo en conducción estrictamente deportiva.
Cuidado de todas formas, porque el C2 VTS anda mucho y muy rápido. No podemos olvidar que la relación peso/potencia sigue siendo escandalosa, aunque menos que en el Saxo al que tanto nos referimos (7,5 CV/kg frente a los 8,6 del C2 VTS). Si en aquella ocasión, el conjunto pesaba 907 kg., ahora la balanza pasa de la tonelada en 71 kg, lo que significa un apreciable aumento de peso que lógicamente confiere al C2 VTS mayor aplomo en apoyos consecutivos al encadenar curvas o en aceleraciones máximas, verdadero talón de Aquiles de su antecesor.
10 de Noviembre de 2004