El Citroën C-Elysée no es el coche de tus sueños, ni pretende serlo. Vehículo funcional y honesto donde los haya, la marca francesa lo comenzó a producir en Vigo en 2012 y desde entonces ha ascendido hasta ser el tercer automóvil más vendido de la gama en España, teniendo como puntos fuertes un precio muy competitivo, un espacio interior más que solvente y un confort de marcha notable.
Con el C4 sedán descatalogado en España, el C-Elysée es la segunda berlina que Citroën vende en nuestro país, junto al C5, que es más grande, caro y de más calidad. El C-Elysée está basado en la plataforma del utilitario C3, aunque su batalla y sus vías hayan sido estiradas para configurar una carrocería tricuerpo de 4,43 metros de longitud con tapa de maletero; dimensiones que le sitúan como alternativa a Skoda Rapid y Seat Toledo.
La principal diferencia del C-Elysée con los dos modelos del Grupo Volkswagen es que no dispone de portón trasero, configurando una tapa de maletero cuya boca de carga, si bien es generosa, puede dificultar ciertas maniobras de almacenamiento en un generoso cofre de 506 litros. Para introducir los objetos más largos, los respaldos de los asientos traseros pueden abatirse. Tapizado de aquella manera, el maletero del C-Elysée se abre con el mando a distancia o con un botón junto al volante, teniendo que empujar manualmente la tapa hacia arriba para terminar de abrirlo.
Así que no, no nos hemos olvidado de mencionar a algunas berlinas derivadas de compactos, tipo Opel Astra Sedán o Mazda 3 SportSedán, que, con siluetas similares al C-Elysée, ofrecen un nivel de sofisticación y un precio muy superior. De hecho, para cerrar el capítulo de posicionamiento, en los últimos meses a la berlina francesa sí que le ha salido un nítido rival: el Fiat Tipo 4 puertas (4,53 metros y 520 litros).
En el habitáculo, el C-Elysée está plagado de plásticos duros, su instrumentación es sumamente sencilla y cuenta con el equipamiento justo y necesario. Así en la parte delantera, con el acabado superior Seduction (16.300 euros con motor diésel BlueHDi 100) el conductor no encontrará con el ajuste en altura para el volante, o en la zona trasera, a pesar de estar homologado para cinco pasajeros, la plaza central carece de reposacabezas o los elevalunas eléctricos (de serie en el acabado Seduction) van situados en la zona posterior de la consola y no en los paneles de las puertas como es habitual.
Como veis, son soluciones que denotan la contención de costes por parte del fabricante a la hora de producir un coche de alta penetración en mercados emergentes, donde, por ejemplo, sí que se valora la buena relación tamaño/espacio. Así que con sus 2,65 metros de batalla, el C-Elysée es capaz de configurar un habitáculo muy bien aprovechado, especialmente en unas plazas traseras muy generosas en todas sus cotas, siempre y cuando nos olvidemos de la más escueta plaza central. Sin embargo, lo que no juega a su favor es un mullido de banqueta algo estrecho e incómodo a la hora de acometer largos viajes. En un puesto de conducción excelente por visibilidad, las peores noticias llegan por un diseño del asiento algo estrecho para las morfologías más corpulentas.
El motor de la unidad probada es el BlueHDi 100, un cuatro cilindros turbodiésel de 1.560 centímetros cúbicos y 100 CV de potencia, combinado con una caja de cambios manual de cinco marchas. Aunque las prestaciones de la mecánica sean modestas (180 km/h de velocidad máxima y 10,8 segundos en aceleración de 0 a 100), el contenido peso del C-Elysée hace que se desenvuelva con gran agilidad en tráfico urbano y en carreteras de circunvalación y sea capaz de aguantar cruceros de 130-140 km/h sin dificultad aparente.
El funcionamiento del motor BlueHDi es agradable, aunque no es todo lo suave que otros diésel de PSA debido a la calidad de construcción del propio C-Elysée. Aun así, a velocidades de autovía es mucho más molesto el sonido aerodinámico que llega al habitáculo que el del propio motor. En lo que más destaca esta motorización es en su bajo gasto de combustible, sea cual sea el tipo de uso que le demos: homologa 3,8, y nunca superamos los 5,2 de ordenador, con medias de 4,2 durante mucho tiempo.
Por lo demás, el confort de los pasajeros está totalmente garantizado gracias al amable reglaje de suspensiones, que mitiga todas las irregularidades del asfalto. Este tarado tan blando no hace del C-Elysée el coche más dinámico en curva, donde las inercias de la carrocería son muy evidentes. Tampoco es un prodigio de estabilidad, ya que cualquier bache se transmite a la dirección eléctrica, tenido que corregir levemente la trayectoria (eso sí, nunca comprometiendo la seguridad).