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UN FORMATO, DOS PERSPECTIVAS
Nos asomamos a dos berlinas del segmento ejecutivo con carrocería familiar pero portadoras de una clara intención dinámica que les aleja del concepto de ranchera y aunque apuntan a objetivos parecidos el camino que sigue cada una es bien distinto del otro .Ni los Avant de Audi ni los V de Volvo pueden ser considerados en puridad deudores del término clásico de automóvil familiar, ya en desuso, que tradicionalmente se había definido por carrocerías de berlina sobre el tercer volumen de las cuales se había integrado con más o menos tosquedad una caja cuadrada que transformaba el maletero en una verdadera bodega de carga; eran las llamadas rancheras. Y se ha visto, con el paso del tiempo, que ni los usuarios necesitan tantísimo espacio de carga en un turismo (si lo requieren de verdad, los pequeños comerciales cumplen de sobras) ni la estética de un familiar va ligada directamente a la necesidad de cargar siquiera, sino que responde a un estilo de vida más dinámico, joven y desenfadado que el de las berlinas de que derivan, sin renunciar a sus cualidades ejecutivas. En ese punto evolutivo se encuentran nuestros protagonistas de hoy.
Comunes y dispares
COMUNES Y DISPARES
Tanto el A4 Avant como el Volvo V40 que nos ocupan se caracterizan, contada ya la estética familiar, por un alto estándar de acabados unas cualidades dinámicas remarcables con potencias en torno a los 170 CV y velocidad punta de unos 220 Km/h, unas cotas de habitabilidad muy parecidas y un tipo de público con ansias de adquirir estatus homólogos. Sin embargo, podemos encontrarnos con algunas sorpresas si acercamos la lupa a uno y otro e intentamos comparar: de entrada, lo más notable son las cotas exteriores, que en el A4 son ligeramente superiores: alrededor de unos 3 cm. más de longitud, unos 5 más de anchura y, eso sí, 155 Kg. de penalización en el peso. Y sin embargo, mayor tamaño no se traduce en más espacio para los pasajeros, que podrán comprobar cómo en el Volvo se viaja más ancho, en especial por lo que toca a las plazas traseras. Ello sin contar con que la tonalidad clara de la tapicería y la mayor superficie acristalada del sueco le confieren más luminosidad, y eso también se nota a la hora de viajar cómodo.En lo que respecta a nivel de equipamiento, es el Audi quien se lleva el trofeo, pero no específicamente por su monta de serie, que es prácticamente equivalente a la del V40, sino porque a la moderada lista de opciones del Volvo opone una descomunal cantidad de aditamentos opcionales capaz de despistar al más avezado comprador y que es el factor que verdaderamente marca la diferencia entre ambos vehículos. De serie, ambas versiones cuentan con airbag laterales y de cortina, ABS, climatizador o llantas de aleación de 16 pulgadas, dejando para las opciones los faros de xenón o la tapicería de cuero (que ambas unidades montaban) o las barras en el techo, por poner sólo algunos ejemplos. Dato curioso: el V40 aquí probado es el techo de gama, mientras que este A4 Avant está ubicado en la zona media-baja del catálogo.En el plano estético, resaltemos que mientras el popular Volvo lleva ya casi un lustro entre nosotros, el A4 se encuentra en la cuesta de subida de su aceptación, ya que se presentó en 2001 y es aún un modelo joven. Esta diferencia es manifiesta en el diseño interior, pero también en la carrocería, que a pesar de los acertados retoques, en el sueco lleva ya escritos los valiosos éxitos cultivados en los últimos tiempos. Sin que el Volvo haya llegado a pasar de moda, el Audi se muestra más moderno en diseño, aunque todo hay que decirlo siempre dentro de la sobriedad y pureza de líneas característica de los cuatro aros. Este anacronismo del nórdico es más patente si tenemos en cuenta que Volvo ha lanzado el S60/V70, que representa un cisma total con respecto al diseño que aún luce el V40.
Propulsores
PROPULSORES: la miel y la sal
En lo que toca a las plantas motrices, las disparidades son acuciantes, a pesar de la afinidad de la cifra de potencia máxima. Mientras en el Audi se confía en su refutado V6 2.4 domado para quedarse en 170 CV de pura suavidad, este Volvo fabricado por NedCar en Holanda apuesta por el dinamismo, montando un 2.0 turboalimentado de 165 CV que es todo nervio y agilidad. Sin lugar a dudas, el V40 acelera, recupera y corre bastante más que el Avant, consumiendo notablemente menos. La sustancial diferencia hay que buscarla también en la caja de velocidades, manual de cinco ajustadas relaciones en el sueco y automático/secuencial de seis largas relaciones (y opcional) en el de Ingolstadt. En este último, el cambio Multitronic basado en un acoplador CVT sublima la suavidad de marcha hasta niveles desconocidos hasta ahora, resultando más parecido a volar sobre una alfombra que a conducir.Y del motor al bastidor De nuevo, el hervor de juventud inherente al escandinavo le traiciona. Hay que reconocer que la plataforma del V40 le sienta mejor a su compañero de cadena de producción (el Mitsubishi SpaceStar, del que pueden leer una prueba en esta misma edición de MRyT, p. 100). Aunque resiste con dignidad los envites de una conducción deportiva, el Volvo (que opuestamente al A4 ofrece el control de tracción DSA sólo como opción) se muestra menos estable que el Audi y las pérdidas de adherencia del eje delantero están à la page. El eje trasero del sueco, por su parte, es travieso pero fácilmente controlable, siempre que la carga no sea excesiva. El alemán, en cambio, es todo serenidad, y puesto que una carretera de curvas se le queda pequeña, es en nacionales amplias y en trazados rápidos donde demuestra su total aplomo. Cabe señalar que el Avant probado montaba llantas de 17 pulgadas, neumáticos de 225 mm y un kit de suspensión deportiva; con todas estas opciones, mejora en mucho la calidad de rodadura del Audi y sería, por tanto, injusto comparar ambos vehículos en términos de igualdad.Rematemos esta comparativa aludiendo a los precios de ambos coches, que a priori están bastante alejados uno de otro. Pero ojo: incorporando al V40 algunas de las opciones que en el Avant son equipo de serie (como el mencionado control de tracción, el ordenador de a bordo o el cambio automático), las diferencias se acortan ostensiblemente, quedándose en una diferencia de aproximadamente 2.000 . Es entonces el carácter de cada uno de los vehículos el que decidirá al comprador: el dinamismo del Volvo contra la seriedad del Audi.
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