Los emblemas de las marcas
Con el paso del tiempo ciertas marcas, por tradición y liturgia, adquieren un nivel místico que hace que los más curiosos dentro del mundo del motor se pregunten el porqué de sus nombres y emblemas en esas calandras que unos lucen con más arrojo y descaro que otros, en función de la joya que lleven encima. Pero desde luego, partiendo de la francesa y sencilla Renault, hasta la superdeportiva italiana Ferrari, pasando por la nobleza de la estadounidense Cadillac, todos las historias tienen un encanto especial.
Los italianos siempre han tenido un don para esto de venderse. No iba a ser menos en la automoción. Por ejemplo el emblema de la poderosa familia Baracca era un caballo negro levantado sobre sus patas traseras con el crin al viento. Tras la Primera Guerra Mundial, uno de los hijos de la familia salió ileso de un accidente aéreo con susodicho caballo en uno de los laterales del avión. La condesa Baracca suplicó a Enzo Ferrari, allá por 1923, que sus coches portasen el famoso cavallino. Así lo hizo éste, que además incrustó el simbolo sobre un fondo amarillo, el color oficial de la ciudad de Módena, epicentro de la mítica marca. Ferruccio Lamborghini, un joven ingeniero al que una discusión telefónica con Enzo Ferrari le llevó a plantarle cara a éste produciendo modelos superdeportivos, asoció en 1963 la marca a la figura de un toro, en referencia al horóscopo de su fundador.
Siguiendo por la senda de los caballos, la potencia y los coches de carreras: Maserati, fundada por los hermanso Alfieri, Ettore, Ernesto y Bindo, que en 1926 comenzaron a construir coches con un tridente como insignia, símbolo de fuerza y poder que portaba el Neptuno de la ciudad de Bolonia, de donde eran nativos los hermanos Maserati. Alfa, que significa Anonima Lombarda Fabbrica Automobili, nació en 1910 y su logo ha hecho referencia a la ciudad de Milan cruz roja sobre fondo blanca- y al emblema de la familia Visconti una serpriente devorando a un humano- que en el Siglo XIII tomó el control de la ciudad lombarda; cinco años más tarde, la compaa fue adquirida por Nicola Romeo y ?ste incluyó el apellido en el escudo.
Los cuatro anillos de Audi simbolizan a cada una de la cuatro empresas matrices que hicieron posible dicho proyecto: Horch, DKW, Wanderer y la nueva empresa que August Horch fundador de Audi y que su apellido en latín significa escucha- había fundado después de que le arrebatasen la compaa original. Bayerische Motoren Werke, BMW, fue originalmente una f?brica de baviera fundada para la producción de motores, pero fue en 1929 cuando lanzaron su primer coche, el BMW 3/15, que ya lucía el logotipo oficial de la marca: una hélice en movimiento con el color azul de cielo de fondo, que al mismo tiempo calca los colores de la bandera de baviera.
Paul y Adolf Daimler, hijos de uno de los fundadores de Mercedes, pronto recordaron al resto de socios que su padre había dejado en casa un boceto de una estrella de tres puntas sobre una postal, símbolo de un motor que impulsara por tierra, mar y aire a los modelos que produjese la factoría alemana a lo largo de los años. Así se hizo. Sin salir de Alemania nos encontramos con la poderosa y deportiva Porsche, fundada en 1948, cuyo emblema se da un aire a Ferrari, con esa mezcla de dos escudos superpuestos, por un lado el de la ciudad de Stuttgart de donde es originari la marca- y por otro el de la región de Baden Württenberg, formado por franjas rojas y negras y astas de ciervo.
Menos encanto tienen la simbología de las firmas francesas, dos ejemplos Citroën y Renault. La primera, a la que su dueño y patrón, André Citroën, transformó de una industria de engranajes a ser la primerea cadena de montaje de automóviles de Europa. Citroën eligió una de sus patentes, los engranajes helicoidales, para dibujar el famoso chevrón que se distingue hoy en día sobre sus calandras. Con el paso del tiempo el vértice del chevrón se ha ido ovalado. Mientras, Renault, creada en 1898, comenzó en 1923 a adoptar formas geométricas para sus simbolos, para convertirlo finalmente en un rombo al que en 1972 se incorporaron sus clásicas tramas. Aquella sencillez se debió única y exclusivamente al abartamiento de costes que desde la marca se solicitó a Wolf Olins, el autor del emblema.
La solemnidad anglosajona
Los británicos, con ese aire gris y gélido que les envuelve, la verdad es que siempre han tenido un encanto especial para esto de los coches. Distinción es la palabra que mejor les definiría. Por ejmplo, el nombre de Aston Martin viene, por un lado del apellido de uno de sus dos jóvenes fundadores, Lionel Martin, y por otro, porque fue en la subida a la colina Aston, en 1915, donde la marca gana su primera competición. Faltaba el símbolo, que nació de un par de alas para dar fuerza a la marca, apareciendo por primera vez sobre el mítico Mark II en 1934.
En 1922 dos locos de las motocicletas, Bill Lyons y William Walmsley, fundaron Swallow Sidecars, con el nombre comercial desde 1934 de SS Cars. Las connotaciones negativas hizo que Walmsley se desvinculase de la empresa y después de la Segunda Guerra Mundial se cambiase el nombre por el de Jaguar, ya afamada por la producción de varios coches de exposición y carreras. Pero fue William Lyons, quien en los años 50 diese el defnitivo impulso a la marca, apostando firmemente por la figura de un jaguar, que transmitía según sus palabras la gracilidad, elegancia y fuerza de un felino a sus coches.
La nobleza de la norteamericana Cadillac también alcanza a su logo, ya que su nombre y escudo se deben al explorador y militar francés, Anotnie Lamuet, autoproclamado señor de Cadillac, después de fundar la ciudad de Detroit en 1701. También inventó un blasón, que ha sido desde siempre el símbolo de la marca, aunque con sucesivas variaciones.
Y por último, un guiño al mercado japonés, con su marca de moda, Mazda, cuyo nombre nace de la mezcla de su fundador, Jyujiro Matsuda y el dios Mazda el dios único de la religión asiria o zoroastrismo-, que hace 3.500 años, casualidad o no, tenía como símbolo dos alas extendidas, como las que dan imagen desde 1997 y hasta hoy a la firma nipona.