De mayor quiero ser SUV
Basado en el Focus de carrocería familiar Sportbreak, la firma estadounidense ha creado esta variante con especificaciones para posibilitar la conducción en terreno sin asfaltar, ahondando en la filosofía SUV que muchas marcas están imprimiendo a modelos tradicionalmente urbanos. Con tracción a las ruedas delanteras, este crossover de 4,46 metros brilla por su versatilidad y capacidad de carga. Su mínima preparación para enfangarse por la tierra de los caminos le aleja de ser una unidad campera, a pesar de sus retoques off-road, como una mayor altura libre al suelo -2 cm-, barras en el techo, protecciones en la carrocería y neumáticos de nieve y barro M+S. Su precio, de 21.800 euros, le convierte en una opción más económica que otras alternativas que existen en el mercado, como por ejemplo el Skoda Scout, el Seat Altea Freetback o el Nissan Qashqai, aunque todos ellos con posibilidad de adoptar la tracción a las cuatro ruedas.
a favorCapacidad interior y de cargaDirecciónMotor elásticoen contraTacto del frenoAptitudes offroadInterior espartano
Estéticamente no es nada espectacular ni rimbombante. Al contrario, peca de discreción, aunque mirándolo con distancia aporta una dosis de elegancia y templanza que se agradece. Incluso, y sin ánimo de exagerar, tiene un cierto aire a coches que juegan en otra división, como el caso del Audi A4 Allroad. Más aventurero y polivalente que sus hermanos de Ford, este Focus ofrece un consumo muy ajustado y una respuesta muy elástica, dominando el cuentarrevoluciones hasta bien superadas las 3.500 rpm, dando la sensación en alguna ocasión de ofrecer más de 115 cv, que son los que desarrolla su motor diésel 1.8 TDCi.
Uno de los puntos fuertes de esta versión break del Focus es la excelente capacidad interior que ofrece en todas las plazas y el maletero. Sus cotas le acreditan como un coche corpulento: 4.468 metros de longitud, 1.839 m de anchura, 1.503 m de altura y 2.64 m de distancia entre ejes; suficiente para transportar a cinco personas sin estrecheces y cargar además con todos los bultos del viaje. En pleno auge de los SUV, Ford, que lanzó en 2009 su musculoso Kuga, abre el abanico de posibilidades en esta categoría, con un modelo, eso sí, de mínimas garantías a la hora de adentrarse por caminos en complicadas condiciones.
Una capacidad de carga monstruosa
Estéticamente, su maquillaje de todocamino se acentúa en la vista lateral, con unos plásticos de color oscuro que ocupan todo la parte inferior de las puertas, ascendiendo hasta los abombados pasos de rueda que escoltan a unos neumáticos de tipo M+S con unas medidas de 205/55 R16, específicos para condiciones invernales. Siguiendo por su frontal, en este Focus irrumpe un faldón delantero, bajo unas ópticas antinieblas enmarcadas en un rectángulo que forma la propia carrocería, en nuestro caso de color blanco. En la zaga también asoma otro faldón, que otorga mayor contundencia a la imagen global de este curioso Focus, cuya denominación Sportbreak X aparece sobre las protecciones laterales y en la trasera, justamente por debajo de la etiqueta TDCi.
Por dentro, la sobriedad es la característica dominante, con tonos grises y negros abordando buena parte del salpicadero y la consola central. Al tacto, los materiales y plásticos utilizados son de buena calidad, aunque a la vista no lo resulten tanto. Con muchos huecos repartidos por todo el habitáculo para portar objetos, este Focus tiene en su apariencia interior uno de sus grandes lastres, y más si se compara con sus rivales del grupo VW. El volante dispone de regulación en altura y profundidad manual, igual que los ajustes de los asientos, de carácter deportivos, según la marca, y que después de una semana de prueba, corroboramos que agarran bastante bien y que se ajustan con precisión a cuerpos de tamaño medio-grande. El conductor se encontrará con todos los mandos y relojes orientados hacia él y una banqueta en posición elevada, al estilo de los todoterrenos. Sin embargo, no contará con demasiada visibilidad en la luneta trasera. Si nos trasladamos a las plazas traseras, la primera gran noticia que encontramos es que éstas pueden ser ocupadas por tres pasajeros con total comodidad y extendiendo las piernas sin mayor problema, incluso el ocupante central gozará de un respaldo mullido y se beneficiará de la ausencia del túnel de transmisión.
Es un coche ideado con acierto para largas rutas, con multitud de bultos a bordo. Y es que su capacidad total con la segunda hilera de asientos abatida es de 1.525 litros (503 l de cofre), dando paso a un piso plano tras el enorme portón trasero. La buena altura del piso del maletero también beneficia a introducir en éste grandes maletas de forma sencilla y rápida. Más de cuatro metros y medio atesoran a este Focus como uno de los más habitables y versátiles de su segmento, codo con codo con el Skoda Yeti, palabras mayores.
Equipado de serie con una auténtica rueda de repuesto, algo extraño para los tiempos que corren, el Sportbreak X saca nota en materia de seguridad: con control de estabilidad, control de tracción, asistente a la frenada de emergencia, ABS con distribución electrónica de la fuerza de frenado, airbag para conductor y acompañante, laterales de cortina y anclajes Isofix para sillitas infantiles; todo incluido en los 21.800 euros que hay que pagar por él. Además, también se incluirá en este precio una preinstalación para el navegador, el conector USB-MP3 en la guantera central o el climatizador bizona. Como extras tendremos los elevalunas eléctricos en las plazas traseras o el techo solar.
Nos ha encantado la motorización del Focus Sportbreak X, no tanto su chasis, endeble y con mucha tendencia al balanceo en zonas de curvas suaves. Son 115 cv a las 3.700 rpm los que desarrolla este propulsor de cuatro cilindros 1.8 Duratorq TDCi, también utilizado en algunas versiones de modelos como el Mondeo o S-Max. No es un coche especialmente rápido, pero sí que responde con rotundidad a muy bajas vueltas, por debajo del umbral de las 1.800 rpm, el mismo en el que se fatigan los motores diésel habitualmente. Esta circunstancia le hace parecer un coche con más cv de los que realmente tiene, facilitando tareas de adelantamiento o el clásico stop&go de las ciudades, donde es muy importante poseer un coche con chicha a bajas revoluciones. Por si esto fuera poco, nos hemos encontrado con una mecánica refinada, sin excesivos ruidos ni vibraciones.
Asociado a una transmisión manual de cinco velocidades, el Sporbreak X es brillante en su consumo, que se fija en ciclo mixto homologado en 5,2 l/100 km. La buena respuesta de su motor garantiza un óptimo comportamiento dinámico, al que también ayuda su dirección EHPAS, con un guiado correcto y unas reacciones nobles. El chasis, en su conjunto, nos ha dejado alguna que otra duda, con una carrocería que tiende al balanceo ante la falta de apoyos a la hora de encadenar curvas. Las suspensiones nos han parecido algo blandas, pensamos que con el objetivo de hacer viable su tránsito por caminos forestales. A nivel de confort, pues, no estamos ante un coche que saque sobresaliente, porque en algún momento sentimos falta de agarre, como si el coche tendiese a marchase de la trayectoria ordenada, y fatiga en sus frenos. En sensaciones de seguridad, otro de los aspectos que nos ha extrañado ha sido la profundidad del pedal de freno, el cual no empieza a actuar sobre los neumáticos hasta bien pasado la mitad de su largo recorrido.
Fuera del asfalto, este coche con una amortiguación de corto recorrido (como sucede en la mayoría de los SUV) pasa muy justo las irregularidades que se nos presentan. Rebota en exceso. Además no debemos olvidar que únicamente tracciona a las ruedas delanteras, otro hándicap en la conducción off-road. Eso sí, los dos centímetros de más que tiene de altura libre al suelo en comparación con el Sportbreak (familiar) evitan que los bajos del coche queden castigados por el toque de piedras. Nuestro veredicto final es que la versatilidad, capacidad de carga y su buena relación consumo/prestaciones son argumentos suficientes como para apostar por este SUV.