Alfa Romeo Spider 2.4 JTDM
Después de la prueba del Alfa Romeo Brera con el motor 2.4 JTDM, que tuvimos ocasión de conducir en Autocity, nos quedamos con las ganas de comprobar las cualidades de su homólogo descubierto.
a favorImagen robusta e imponente.Pionero diésel en su segmento.Ambiente interior deportivo.en contraMotor a bajo régimen.Ruidos aerodinámicos de la capota.Acceso a la boca de carga.
El Spider se perfila como la alternativa, al igual que su antecesor de imagen futurista, a los ya típicos -dentro del segmento roadster– Audi TT que en breve recibe una mecánica TDI de 170 cv, además de aumentar su número de versiones, BMW Z4, Nissan 350 Z, Mercedes SLK y demás descapotables biplazas, eso sí, sin opción diésel. Es en este aspecto, en el que el roadster italiano ha sabido ir más allá para posicionarse como pionero dentro del nicho en el que milita.
Muchos pensarán que los deportivos de toda la vida huelen a gasolina, pero la marca del biscione, precursora de los turbodiésel common rail, piensa que en la variedad está el gusto y no pretende limitar su oferta a puristas. ¿Por qué no se puede disfrutar a cielo descubierto, aun haciendo más de treinta mil kilómetros anuales?
Es cierto que el placer de conducción de un buen motor de gasolina, potente -de unos 200 cv-, no tiene comparación con uno de gasóleo, pero es una forma más práctica de poder darte un capricho, sin que el bolsillo se resienta demasiado a largo plazo. De otra forma muchos optarían por un coche para uso intensivo, y el descapotable para disfrutar los días libres. Una opción respetable, pero más costosa por el mantenimiento de dos vehículos. ¿Entonces qué?
No te preocupes, tienes toda la prueba para decidirte.
De todos es sabido que, en la cultura mediterránea, el apego a los nuestros es una virtud que nos caracteriza. Y el Alfa Romeo Spider, como buen italiano, alardea de una gran tradición dentro de la marca, y de parecerse al resto de sus hermanos de gama.
El biplaza del grupo Fiat mantiene su nombre. Una leyenda sobre ruedas con una imagen cambiante, pero siempre vinculada al diseño del resto de la gama. Desde la líneas próximas a las del Porsche 911 de los 80, pasando por la versión descubierta del GTV, hasta el actual que nos ocupa.
Este se basa en la plataforma del 159, al igual que el Brera, que se hace notar en el robusto conjunto. Aunque lo que delata la influencia de la berlina es el característico frontal, con los tres pilotos independientes y la nariz con la conocida parrilla del biscione. La trasera, calcada a la de su hermano coupé de 2+2 plazas, también se asemeja a la del 4 puertas, sobre todo por los faros. Bello, pero un poco desproporcionado, el capó se nos antoja algo voluminoso para una zaga tan corta.
Dentro la calidad es buena y el ambiente plenamente deportivo. La consola central, -en aluminio- orientada al conductor para que sienta el carácter dinámico de Alfa Romeo, ofrece detalles como los manómetros de la gasolina, la temperatura y la presión del turbo.
El cuadro de mandos, con dos grandes relojes que centran el menú del ordenador de viaje, y el salpicadero mantienen el cuore sportivo con detalles en aluminio -también en las puertas- y plásticos de calidad de tacto suave y blando.
Las dos plazas son amplias y los 200 litros de capacidad del maletero nos parecieron suficientes para el uso recreacional de modelos como este. No podemos olvidar que tras los asientos, los ocupantes disponen de un par de huecos portaobjetos, muy útiles para guardar CD´s y demás objetos.
Entre el equipamiento de nuestro Alfa Romeo Spider 2.4 JTDM encontramos: volante multifunción y pomo del cambio en cuero, ordenador de viaje, equipo de audio Bosé con lector de MP3, climatizador bizona, faros bixenón con sensor de luces, ajuste eléctrico de los asientos -térmicos-, y demás elementos de seguridad activa y pasiva como el ABS, el ESP y los airbags, de serie.
Por cierto, la capota de este biplaza es eléctrica, rápida y consigue que la imponente imagen roadster alcance su máximo esplendor entre el tráfico diario.
Deportividad contenida
Nos ponemos al volante de los 210 cv turbodiésel del Spider, y lo primero que sentimos es que la posición del asiento es algo elevada para tratarse de un roadster. Esto puede resultar chocante en un coche de talante deportivo, ya que buscar una posición acorde conlleva adaptación.
Los 5 cilindros de este biplaza rinden, pero exigen jugar con el cambio manual de 6 velocidades, a pesar de los 400 Nm de par motor , cuando la aguja está en la parte de baja del cuentarrevoluciones, sobre todo en ciudad donde circular en tercera a 30 km/h es una misión imposible.
El genio de la mecánica common rail sale a casi 2.000 rpm, momento en el que da gusto hundir el pedal derecho hasta la tabla para sentir la fuerza bruta y constante de semejante caballería, alimentada por gasóleo, hasta pasadas las 4.500 revoluciones. En este momento la sensación de pesadez a ritmos bajos -los 1.635 kg pasan factura-, deja paso a un único pensamiento en la cabeza del conductor: ¡menuda bestialidad!
La dirección y la caja de cambios tienen un tacto deportivo, y esta última estira sus relaciones sin miramientos -la cuarta es brutal-, aunque las recuperaciones no son el punto fuerte de nuestro amigo biplaza que alcanza los 100 km/h en 8,1 segundos y tiene su límite en los 231 km/h de velocidad punta.
Por lo demás el conjunto es estable y subvirador al límite, pero con sensaciones extrañas cuando exigimos mucho con el volante en apoyo, puede que por el mayor peso del tren delantero unido a una suspensión consistente, no tan dura como la de los verdaderos deportivos, o la de compactos más radicales.
Un descapotable racionalmente deportivo que huye de la radicalidad y con el que podrás realizar viajes de placer con consumos ajustados –6,8 litros a los 100 km en recorrido mixto-, un lujo impensable hasta hace unos años que lo seguirá siendo para los más puristas. El precio de la revolución a cielo abierto empieza en los 39.150 euros.